El final del tenebrismo
Desde la gloriosa era de Cruyff en el Barcelona no se hab¨ªa visto una sinfon¨ªa de f¨²tbol comparable a la desplegada por Espa?a frente a Austria. Conviene remitirse a Cruyff porque ¨¦l nos ofreci¨® la esperanza frente a la depredaci¨®n que se proclamaba desde otras trincheras. Cu¨¢nto da?o se ha cometido en nombre de eso que se ha venido a llamar f¨²tbol moderno, que no es otra cosa que el secuestro militar de todo aquello que nos hac¨ªa volar la imaginaci¨®n: la clase, el ingenio, las ideas, la belleza de un juego que camina hacia su destrucci¨®n en manos de la zoqueter¨ªa que domina el mundillo de los entrenadores.El partido frente a Austria significa una l¨ªnea divisoria con el pasado m¨¢s reciente, dominado por el sectarismo y la descalificaci¨®n del f¨²tbol como motor de ilusi¨®n y alegr¨ªa. Pero la gente no trag¨®. Nunca hubo comuni¨®n con un estilo reductor y desagradable que envi¨® a galeras a jugadores estupendos. Y siempre con la misma jerga avinagrada y matonista. La selecci¨®n se convirti¨® en un lugar inh¨®spito, frecuentado por un coro de palmeros y amparado por una federaci¨®n d¨¦bil y obtusa que permiti¨® tropel¨ªas sin cuento. Espa?a nunca se sinti¨® representada por el clementismo. Ni por sus prop¨®sitos, ni por sus maneras.
Si algo dej¨® Cruyff fue un mensaje y una semilla. El mensaje se impregn¨® entre la gente. La semilla creci¨® con las nuevas generaciones de jugadores, afortunadamente refractarios a las zafiedades que llegaban desde los sectores m¨¢s inmovilistas. Camacho ha tenido el enorme m¨¦rito de interpretar todos estos signos y de propugnar una idea que parec¨ªa descabellada: frente al juego simpl¨®n que impera en estos tiempos, la selecci¨®n espa?ola ofrece la posibilidad de disfrutar del f¨²tbol como deber¨ªa ser, como una cuesti¨®n que surge de los lazos comunes de unos jugadores extraordinariamente ingeniosos y que, en su versi¨®n actual, desemboca en la felicidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.