Los socialistas valencianos certifican con la renuncia de Romero una larga crisis interna
El mismo d¨ªa que Eduardo Zaplana relevaba a Joan Lerma en la Generalitat valenciana, en julio de 1995, el l¨ªder de los socialistas se marchaba a Madrid como ministro de Felipe Gonz¨¢lez. Se hab¨ªa abierto una crisis que Joan Romero, sorprendente secretario general elegido dos a?os despu¨¦s, no ha podido superar. Los socialistas valencianos no han sabido digerir su paso a la oposici¨®n. La resistencia de las viejas familias del partido, catalizada por la estrategia de acoso dise?ada por el secretario de organizaci¨®n federal, Cipri¨¤ Ciscar, desembocaba el pasado s¨¢bado en la marcha de Romero.
"No sacar¨¢ m¨¢s del 10%", vaticinaba Joan Lerma a un grupo de periodistas poco antes del octavo congreso del Partit Socialista del Pa¨ªs Valenci¨¤ (PSPV-PSOE), que acabar¨ªa dando, en julio de 1997, a Joan Romero la victoria por tres votos. Lerma se equivoc¨® entonces, como una buena parte del partido. Romero fue elegido secretario general frente a Antonio Moreno con un programa de renovaci¨®n, apoyado por el denominado Movimiento por el Cambio del ex ministro Antoni Asunci¨®n y el dirigente de Izquierda Socialista Vicent Garc¨¦s. Casi dos a?os despu¨¦s, aquel proyecto se ha ido al traste. El pasado s¨¢bado, Romero tiraba la toalla al desautorizar el Comit¨¦ Nacional su propuesta de candidaturas. Al final del trayecto, las posiciones de las familias internas hab¨ªan cambiado: Lerma le echaba una mano para tratar de apuntalar su posici¨®n, mientras Asunci¨®n y Garc¨¦s se alineaban en el acoso a Romero. S¨®lo segu¨ªan en la misma posici¨®n Ciscar y sus partidarios, que han mantenido tensa la cuerda del cerco al proyecto de Romero desde el principio.La colaboraci¨®n de Romero y Lerma no era nueva. El primero hab¨ªa accedido a la vicesecretar¨ªa general del PSPV en abril de 1995, sustituyendo a Ciscar, en el s¨¦ptimo congreso del partido, en el que Lerma hizo un intento de renovaci¨®n de su ejecutiva. Sin embargo, la candidatura que ser¨ªa derrotada en las auton¨®micas de ese mismo a?o les separ¨®. El entonces presidente de la Generalitat la confeccion¨® con criterios continuistas. Dos a?os despu¨¦s, en enero de 1997, Romero dimiti¨® de su cargo para encabezar su plataforma renovadora. En ese momento, ni ¨¦l mismo pensaba que pod¨ªa llegar a ganar.
Tras su re?ida elecci¨®n, Romero se vio asediado por lermistas y ciscaristas en el Comit¨¦ Nacional del PSPV, donde le presentaron una moci¨®n de censura en octubre de 1997. Un pacto con Ciscar, por el que se ampli¨® la ejecutiva del partido para dar entrada a representantes de todos los sectores, desactiv¨® la amenaza. Sin embargo, no tuvo tiempo de respirar. Unos meses despu¨¦s, fueron sus aliados, Asunci¨®n y Garc¨¦s, quienes le forzaron a anunciar que concurrir¨ªa a las primarias para elegir candidato a la Generalitat. Romero hab¨ªa sugerido la candidatura de la ex ministra Carmen Alborch, una independiente de gran tir¨®n en las encuestas.
Asunci¨®n como rival
Lanzado a las primarias, el secretario general se encontr¨® con Asunci¨®n como rival. El exministro ten¨ªa el apoyo de la Izquierda Socialista de Garc¨¦s y buscaba sumar a los descontentos para derrotar a Romero. El Movimiento por el Cambio hab¨ªa muerto. La presentaci¨®n como tercera candidata de la exalcadesa de Valencia Clementina R¨®denas, apoyada por Ciscar y Lerma, dividi¨® el voto. As¨ª que Romero gan¨® con un 35% frente a un 33% de Asunci¨®n y un 32% de R¨®denas.Con Ciscar, Asunci¨®n y Garc¨¦s enfrente, Romero, m¨¢s proclive a Borrell que a Almunia en la batalla interna del PSOE, busc¨® el apoyo de los lermistas. La fuga de votos de ese sector le llev¨® a perder la votaci¨®n de las candidaturas el pasado s¨¢bado y desencaden¨® su dimisi¨®n en el ¨²ltimo episodio de su particular carrera de obst¨¢culos. "No tengo intenci¨®n de perpetuarme", dijo Romero poco despu¨¦s de ser elegido secretario general. "Si el PP pierde las elecciones, dar¨¦ por concluidos mis objetivos". No ha podido hacerlo. Sus cr¨ªticos le han acusado de mirar m¨¢s al exterior que al interior del partido. En eso nunca enga?¨® a nadie. Se hart¨® de repetir que abrir el partido a la sociedad era precisamente su objetivo.
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