La minor¨ªa albanesa de Macedonia teme que el pa¨ªs se convierta en un nuevo Kosovo

Kemal se niega a decir su apellido, aunque aparece en el viejo pasaporte yugoslavo abierto sobre el mostrador de la comisar¨ªa. El s¨¢bado logr¨® salir de Kosovo y se ha instalado en casa de un primo suyo, en el barrio alban¨¦s de Bit Pazar. Ahora prefiere no llamar la atenci¨®n. Una deshilachada familia -abuelo, madre, tres hijos y una prima- que lleg¨® al mismo barrio hace semanas teme incluso salir en grupo a la calle. No quieren que se note un aumento de la poblaci¨®n albanesa en Macedonia por miedo a represalias de la mayor¨ªa eslava. Entre 12.000 y 20.000 kosovares han cruzado ya la frontera.
Macedonia, el mosaico m¨¢s complejo de los Balcanes, es el ¨²nico pa¨ªs ex yugoslavo que no ha estallado a¨²n. Y su potencia explosiva es enorme. El ¨²ltimo censo macedonio, realizado en 1994, establece que el pa¨ªs tiene 2,2 millones de habitantes, de los que el 67% son macedonios; el 23%, albaneses, y el 10% restante se divide entre serbios (4%), turcos, rumanos, gitanos y "otros". Pero el censo es enga?oso. Los albaneses son m¨¢s, porque, como en 1991, algunos de ellos evitaron aparecer. Tienen varios ministros en el Gobierno, pero carecen de ense?anza en su idioma, s¨®lo ahora empiezan a ingresar miembros de su grupo en la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito y perciben una vaga amenaza sobre ellos.Tambi¨¦n son m¨¢s los serbios. Robert, un estudiante de educaci¨®n f¨ªsica, est¨¢ catalogado como macedonio, pero se siente "serbio de coraz¨®n". "Mi madre es serbia, mis t¨ªos y primos est¨¢n en Belgrado bajo las bombas, y yo estoy de su parte", afirma. En cuanto ve un pasaporte espa?ol, Robert dirige a su propietario un insulto muy en boga entre los serbios: "?Solaaanaaa!". Rugida de forma gutural, la palabra es casi malsonante.
Kemal, que ha conducido un desvencijado Lada -lo que en Espa?a fue el Seat 124- durante tres semanas por Kosovo, para recoger a varios familiares en su huida, no cree que Macedonia sea un refugio seguro. Por eso, aunque prefer¨ªa pasar inadvertido, se ha personado en la comisar¨ªa de Bit Pazar. Necesita documentaci¨®n para proseguir viaje hacia Turqu¨ªa. "Ya le he dicho a mi primo que esto ser¨¢ como Kosovo, pero ¨¦l prefiere quedarse", explica con vehemencia. Kemal tiene 63 a?os, le faltan todos los dientes en la mand¨ªbula superior y se abriga con una bata por encima de un traje a rayas. No tiene edad ni fuerzas para emigrar. Pero "antes de morir" quiere poner a salvo a su familia. ?Cu¨¢ntos son? Se niega a responder.
Historias de represi¨®n
Bit Pazar, el Bazar Viejo, es un barrio de minaretes, almendros y tejados de uralita, m¨¢s antiguo y m¨¢s pobre que el resto de Skopje, una ciudad en general poco agraciada. Muchos de los albaneses huidos desde Kosovo durante las ¨²ltimas semanas est¨¢n aqu¨ª. En Macedonia no hay campos de refugiados: pr¨¢cticamente todos han sido acogidos por familiares o amigos. Kosovo, al fin y al cabo, est¨¢ a s¨®lo 25 kil¨®metros, y hasta hace unos a?os, cuando aparecieron las fronteras y la guerra, los albaneses de Kosovo y Macedonia constitu¨ªan una sola comunidad. Por Bit Pazar circulan historias terribles sobre la represi¨®n serbia contra los albanokosovares. "El s¨¢bado, en la carretera hacia Petrovec, mataron a 500 personas, viejos, mujeres, ni?os...", asegura Kemal.?l no lo vio, se lo contaron. Pero ¨¦l y sus actuales vecinos en Bit Pazar, la familia deshilachada que lleg¨® hace semanas, han visto y sufrido demasiados horrores. "Nosotros fuimos afortunados: ten¨ªamos coche y documentaci¨®n en regla y pudimos retirar nuestro dinero del banco porque a¨²n estaba abierto", explica el abuelo. "Sin embargo", a?ade, "dejamos all¨ª a seres muy queridos". ?Vivos o muertos? "Muertos".
Es imposible saber cu¨¢ntos albanokosovares han entrado en Macedonia. Oficialmente rondan los 12.000, pero esa cantidad s¨®lo incluye a quienes se han inscrito en las oficinas de la Cruz Roja o del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en busca de alimentos, medicinas o ayuda econ¨®mica. Muchos otros han pasado como simples turistas, porque la frontera, pese a estar parcialmente minada del lado yugoslavo y pese al constante riesgo de muerte a manos de soldados o polic¨ªas serbios, sigue abierta. "La polic¨ªa serbia nos dej¨® pasar", confirma Kemal. "Calculamos que han pasado unos 20.000 en total, pero es s¨®lo eso, un c¨¢lculo, y no sabemos cu¨¢ntos han seguido camino hacia Turqu¨ªa, Albania o cualquier otro pa¨ªs", reconoce Olakristian Hegge, coordinador de ayuda de la Cruz Roja Internacional. Hegge tiene preparadas 10.000 camas para refugiados en Macedonia; ni una sola ha sido ocupada.
"Les ofrecen dinero para quedarse y conseguir¨¢n que hagan aqu¨ª lo que han hecho en Serbia: organizar campa?as terroristas y destruir el pa¨ªs", opina Goran, que habla indistintamente de "albaneses" y "musulmanes". Goran es serbio, conduce un taxi destartalado y particip¨® en las violentas manifestaciones de la semana pasada contra la Embajada estadounidense, los observadores europeos y la prensa internacional. Lo cual no le impide transportarles y hacer negocio con ellos.
Las pasiones son intensas, pero ayer reinaba la placidez de un domingo lluvioso en las calles de Skopje. La poblaci¨®n, especialmente la albanesa, distinta por religi¨®n e idioma, es consciente de que cualquier chispa podr¨ªa prender el polvor¨ªn. La peque?a Macedonia, independiente desde 1991, es codiciada por Bulgaria, que ve a los macedonios como b¨²lgaros extraviados; deseada por Albania, que no desde?ar¨ªa crecer gracias a los albaneses del exterior; detestada por Grecia, que considera suya la exclusiva de la denominaci¨®n maced¨®nica, y observada atentamente por Turqu¨ªa. Unos kil¨®metros al norte, adem¨¢s, est¨¢ el Ej¨¦rcito de Slobodan Milosevic.
La avalancha inexistente
Un centenar de periodistas, armados con 37 c¨¢maras y dispuestos en un compacto semic¨ªrculo, apuntaban ayer a mediod¨ªa hacia el puesto fronterizo de Tabanovce. Ante ellos, disfrutando de la atenci¨®n mundial, jugueteaba un perro. Un poco m¨¢s all¨¢ fumaban dos polic¨ªas macedonios. Junto a la cuneta pastaba una vaca. Al fondo se alzaban las monta?as de Kosovo con algunas casitas diseminadas. Y ni un alma. Nadie cruzaba la frontera. Los periodistas, los observadores de la Uni¨®n Europea y los miembros de la Cruz Roja esperaron durante horas no ya una avalancha de refugiados, sino un grupito al menos, una familia, alguien que justificara su presencia en aquella carretera embarrada. Todo fue in¨²til.Las c¨¢maras confiaban en filmar, quiz¨¢, el incendio lejano de alguna casa kosovar, como sucedi¨® el s¨¢bado. Pero incluso esa imagen habr¨ªa sido dudosa. El s¨¢bado, un equipo de televisi¨®n fue avisado con horas de antelaci¨®n para que acudiera al puesto fronterizo a filmar un fuego. Al parecer, un grupo de serbios del lado macedonio telefone¨® a unos amigos de Kosovo -no hay red telef¨®nica convencional con Belgrado, pero los tel¨¦fonos m¨®viles funcionan sin problemas en ambos lados- para que quemaran alguna vivienda vac¨ªa y crearan una falsa sensaci¨®n de actividad b¨¦lica. Varios albanokosovares refugiados en Skopje confirmaron a este enviado especial que las diminutas localidades fronterizas estaban totalmente deshabitadas desde hac¨ªa d¨ªas, porque sus antiguos pobladores hab¨ªan pasado a Macedonia.
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