Kosovo no es Bosnia

Los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia no lograr¨¢n jam¨¢s, con el actual modelo de intervenci¨®n, reproducir el ¨¦xito pol¨ªtico de los llevados a cabo en Bosnia-Herzegovina en 1995. ?stos, que contaban con el paraguas legal del Consejo de Seguridad de la ONU, sirvieron para finiquitar una guerra de casi cuatro a?os. Los acuerdos de Dayton fueron su resultado m¨¢s visible.La diferencia hoy es simple: en Bosnia hubo tropas sobre el terreno. No eran de la OTAN ni de Naciones Unidas: pertenec¨ªan a la artiller¨ªa croata y a la infanter¨ªa musulmana, que actuaron en perfecta coordinaci¨®n con el mando aliado para efectuar r¨¢pidos y espectaculares avances en el centro y norte de Bosnia, que muy pronto amenazaron la seguridad de dos importantes ciudades serbias: Banja Luka y Prijedor.

Esas ofensivas terrestres sobre un enemigo debilitado desde el aire y confundido por la variedad de los ataques invirtieron por completo el curso de la guerra. Los radicales serbobosnios, que controlaban el 70% del territorio y disfrutaban de una enorme ventaja de material b¨¦lico, comprendieron de pronto que pod¨ªan perder la guerra y todo el territorio conquistado. Esa reflexi¨®n inducida fue la que les empuj¨® a la mesa de negociaci¨®n.

Estados Unidos orden¨® detener los bombardeos cuando croatas y musulmanes lograron el 51% del territorio (el reparto previsto en los sucesivos planes de paz) y paraliz¨® sus movimientos. Los croatas obedecieron de inmediato, pero no los musulmanes. Pero, sin el apoyo a¨¦reo y de la artiller¨ªa pesada, ¨¦stos tuvieron que ceder y renunciar a m¨¢s avances. La misi¨®n estaba ya cumplida.

En Kosovo no existen tropas de esas caracter¨ªsticas capaces de realizar por delegaci¨®n el trabajo de la infanter¨ªa aliada. La guerrilla kosovar, mal equipada con armamento ligero, carente de una instrucci¨®n militar o de mandos profesionales, resulta inviable.

Es imposible encontrar una sola operaci¨®n a¨¦rea en la reciente historia de la guerra en la que el empleo de la aviaci¨®n haya resuelto un conflicto similar sin el apoyo de tropas terrestres. Ahora se multiplican las declaraciones temerosas de l¨ªderes occidentales en contra de una eventual intervenci¨®n terrestre. Los kosovares la piden a gritos. Dos miedos act¨²an de freno: la opini¨®n p¨²blica y un terreno complicado y hostil en el que toda invasi¨®n podr¨ªa fracasar con estr¨¦pito. Hay antecedentes en este siglo: los nazis en los Balcanes, los estadounidenses en Vietnam o los sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n.

El objetivo, dicen, ya no es sentar al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, a negociar o que rubrique los acuerdos de Rambouillet. El objetivo declarado es tan s¨®lo debilitar su poder militar hasta que la represi¨®n en Kosovo sea imposible. El Irak de Sadam Husein es el ¨²ltimo ejemplo del fiasco de este tipo de ilusiones.