Una guerra fr¨ªa personal
Estos d¨ªas en Serbia al menos hay dos personas que pueden estar satisfechas: el presidente Milosevic y su mujer, Mirjana Markovic. No porque en Kosovo las cosas les vayan bien, o porque mirando la televisi¨®n puedan llegar a la conclusi¨®n de que de nuevo el pueblo les adora. Est¨¢n contentos por haber logrado introducir el asunto de Kosovo en el marco de su guerra fr¨ªa personal, y, adem¨¢s, que no se note.A?os despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, en las selvas de Indochina se escond¨ªan los ¨²ltimos soldados japoneses que no sab¨ªan, o no quer¨ªan saber, que su emperador hab¨ªa firmado la capitulaci¨®n. Milosevic y su esposa tienen algo de esos soldados, aunque ellos no se esconden, sino que contin¨²an su propia guerra, confundiendo y enloqueciendo a gran parte del mundo, incluidos los serbios. Debido a su conflicto personal con la realidad, y a su incapacidad para reconciliarse con la historia, un problema local est¨¢ adquiriendo dimensiones globales. A trav¨¦s de Kosovo, Milosevic y su esposa est¨¢n camuflando su personal guerra fr¨ªa, en la que Serbia no s¨®lo est¨¢ en guerra con los albaneses, sino con el mundo occidental.
Kosovo es, as¨ª, el escenario de dos conflictos no necesariamente relacionados. En uno, los albaneses y los serbios luchan por sus intereses, pretensiones y objetivos, en un lugar que no s¨®lo no es en absoluto estrat¨¦gico, sino que es de los m¨¢s subdesarrollados de Europa. Si ¨¦sta hubiera sido la ¨²nica guerra, se hubiera podido llegar a alg¨²n compromiso y la comunidad internacional hubiera podido jugar el papel de ¨¢rbitro neutral y eficaz. Pero ello no hubiera satisfecho a Milosevic y su esposa, que, aprovechando las viejas y nuevas tensiones entre las grandes potencias, sue?an con abrir un frente mucho m¨¢s importante e involucrar a Estados Unidos, Europa y Rusia para que todos tomen partido, se enfrenten, empiecen a medir sus fuerzas y despierten la dormida historia, y, adem¨¢s, que todo esto tenga lugar en el coraz¨®n de Serbia.
Sin embargo, esta t¨¢ctica de Milosevic no se hubiera aceptado ni su plan impuesto si no se hubiera demostrado que todav¨ªa existen en el mundo muchas hogueras en las que siguen palpitando las brasas del antiguo conflicto global. Tras el fin de la guerra fr¨ªa, gran cantidad de relaciones internacionales quedaron indeterminadas, muchos negocios perjudicados y gran parte de las instituciones, administraciones, diplomacias y funcionarios se convirtieron en pr¨¢cticamente innecesarios. Toda esta maquinaria vio en Milosevic su ¨²ltima esperanza de supervivencia y, tambi¨¦n desde ese flanco, la crisis de Kosovo se hinch¨® hasta convertirse en un problema mundial de primer orden.
Han subido las acciones de fabricantes y traficantes de armas y se han creado empleos para mediadores, verificadores, analistas y enviados especiales. Adem¨¢s, Milosevic ha dado a Estados Unidos la posibilidad de fortalecer su poder; a la OTAN, de demostrar el suyo y justificar su raz¨®n de ser; a Rusia, un papel m¨¢s importante del que le corresponde, y a Europa la ha hundido en la m¨¢s profunda desesperaci¨®n al ignorar a sus representantes y aceptar s¨®lo la negociaci¨®n con los americanos.
Este juego de una guerra fr¨ªa personal no tiene mucho que ver con Serbia y sus intereses en Kosovo, porque, adem¨¢s de perjudicar seriamente dichos intereses y a la misma Serbia, es un juego perdido de antemano. Serbia saldr¨¢ m¨¢s atrasada y derrotada que nunca. Por exigencia de su guerra fr¨ªa, Milosevic ha pasado a los albaneses los aliados que a¨²n le quedaban a Serbia y ha mantenido ¨²nicamente un supuesto apoyo ruso.
Al mismo tiempo que defend¨ªa los intereses nacionales y dirig¨ªa guerras, Milosevic no se ovidaba de mantener y globalizar su personal conflicto con Occidente. Este conflicto es lo que realmente le interesa y los intereses nacionales s¨®lo han sido el pretexto, o el medio, como demuestran los resultados. respecto a Kosovo. Milosevic parece vivir unos "momentos estelares" llevando su obsesi¨®n hasta el l¨ªmite y logrando movilizar contra s¨ª y contra Serbia a las mayores potencias del mundo.
En estos momentos, Serbia no es capaz de diferenciarse del presidente Milosevic. Su problema con Kosovo y el problema de Milosevic con los americanos se han fundido, aunque deber¨ªan contradecirse y excluirse mutuamente. Serbia hubiera debido evitar que el fracaso de Milosevic frente a los americanos signifique tambi¨¦n un desastre para Kosovo. Pero los que perciben la existencia de dos conflictos distintos no pueden ya hacer nada porque Milosevic ha tomado a Serbia como reh¨¦n, interponi¨¦ndola entre ¨¦l y la OTAN.
Por otra parte, Occidente debiera haberse esforzado m¨¢s y no aceptar a Milosevic como su ¨²nico interlocutor, porque as¨ª el presidente yugoslavo parece convertirse tambi¨¦n en su colaborador. Deber¨ªa haberse aproximado al problema de Kosovo independientemente del r¨¦gimen de Belgrado, y en lugar de hacerlo ha aceptado al r¨¦gimen serbio como la ¨²nica realidad estable e inmutable y el resto -incluyendo guerras, refugiados, creaciones de nuevos Estados- ha parecido menos importante, m¨¢s f¨¢cil de solucionar y sometible a todo tipo de improvisaciones.
Lo ¨²nico cierto es que Milosevic est¨¢ ahora m¨¢s fuerte que nunca, y respecto a Kosovo... "qu¨¦ ser¨¢, ser¨¢".
Stojan Cerovic es analista del semanario independiente Vreme, que se edita en Belgrado y se distribuye en toda la ex Yugoslavia.
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