Turqu¨ªa anula la norma que permit¨ªa castigar con la c¨¢rcel a las ad¨²lteras
El hombre conserva ventajas legales ligadas a la tradici¨®n musulmana
La sombra de la c¨¢rcel ha dejado de acechar a las casadas turcas que osan mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. El pasado marzo el Bolet¨ªn Oficial anul¨® el art¨ªculo del C¨®digo Penal que castigaba con prisi¨®n el adulterio femenino. El Tribunal Constitucional hab¨ªa tomado esa resoluci¨®n despenalizadora el pasado septiembre, aduciendo que ese art¨ªculo resultaba contrario a la igualdad entre sexos (para los hombres el adulterio fue despenalizado en 1996), pero hasta ahora no hab¨ªa entrado en vigor la disposici¨®n del Constitucional favorable a las mujeres. Seg¨²n el Instituto de Estad¨ªsticas turco, 170 personas -103 hombres y 67 mujeres- permanec¨ªan en prisi¨®n en 1997 por adulterio. Ahora, todos los condenados quedar¨¢n en libertad.El C¨®digo Civil turco mantiene discriminaciones sobre los derechos y obligaciones en el seno de la pareja. As¨ª el marido, como cabeza legal de la familia, sigue siendo el ¨²nico autorizado a elegir domicilio Y, como tambi¨¦n es el representante legal de la unidad conyugal, su opini¨®n prevalece siempre en caso de disputa.
La ley del divorcio estipula que la propiedad conyugal se repartir¨¢ seg¨²n los bienes que cada uno de los esposos tenga registrados a su nombre: pero normalmente es el marido el titular de las posesiones, lo que crea graves dificultades econ¨®micas a la mujer que desee divorciarse.
Discriminaci¨®n
Ataturk, el padre de la Turqu¨ªa laica, quiso dotar a la rep¨²blica que naci¨® en 1923 de un Estado secular, en el que no existiera discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo, etnia o religi¨®n. De esa manera, la mujer obtuvo en Turqu¨ªa el derecho al voto en 1930, catorce a?os antes que Francia. Sin embargo, la discriminaci¨®n entre ambos sexos sigue siendo patente en la frontera del siglo XXI, sobre todo en las zonas rurales y grandes suburbios de Ankara y Estambul, justamente donde en los ¨²ltimos a?os ha proliferado una poblaci¨®n de origen inmigrante, aferrada a comportamientos morales conservadores y a un acusado respeto a los valores musulmanes.El departamento de Estado norteamericano public¨® recientemente su informe anual sobre derechos humanos, en el que calificaba la situaci¨®n en Turqu¨ªa de "seria y preocupante". A parte de conclusiones de ¨ªndole m¨¢s claramente pol¨ªtica, el informe se?ala que los malos tratos en el matrimonio turco siguen siendo un asunto privado.
En octubre del a?o pasado, el Gobierno de Ankara introdujo una nueva regulaci¨®n que prohib¨ªa la prueba de la virginidad, que sigue practic¨¢ndose con las muchachas en las zonas rurales de tradici¨®n islamista. As¨ª, en 1997 cinco chicas se suicidaron ante la humillaci¨®n de tener que someterse a esa comprobaci¨®n.
De hecho, la mujer contin¨²a siendo un tema de debate en el hemiciclo turco, donde secularistas e islamistas pugnan para imponer sus preferencias, por ejemplo, sobre el atuendo en lugares p¨²blicos. El Gobierno, en su af¨¢n por occidentalizar, ha prohibido el uso del pa?uelo a todas las mujeres en universidades o edificios p¨²blicos. Una actitud desafiante es alimentada por el islamista Partido de la Virtud (Fazilet Partisi, FP), donde se refugia el voto de la mayor¨ªa musulmana. Los l¨ªderes islamistas, y tambi¨¦n la liberal Tansu Ciller, cabeza del Partido de la Recta V¨ªa, prohibir el pa?uelo va contra la libertad de las mujeres. Los secularistas piden que el peso de la ley permita a las mujeres desafiar la rigidez a que est¨¢n sometidas en las zonas tradicionales. El Fazilet, aun reclamando la confianza electoral de las fieles esposas, permite a sus diputados, bajo la gracia de la sharia (ley cor¨¢nica), la opci¨®n de disfrutar de hasta cuatro compa?eras.
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