La curiosidad es buena para la salud
Distinguir entre investigaci¨®n movida por la curiosidad e investigaci¨®n para resolver problemas es reproducir el dilema investigaci¨®n b¨¢sica frente a investigaci¨®n aplicada carg¨¢ndole con unos contenidos morales que pueden manipular la respuesta. Durante m¨¢s de dos d¨¦cadas los partidarios de que se limite la financiaci¨®n p¨²blica de la investigaci¨®n b¨¢sica para dedicar esos recursos a resolver cuestiones de ¨ªndole pr¨¢ctica no han conseguido presentar argumentos contundentes a su favor. Investigaciones como las del Nobel Werner Arber que estudiando un virus que ataca a algunas bacterias puso las bases de la Ingenier¨ªa Gen¨¦tica, con logros tan importantes como la insulina humana recombinante, han puesto de manifiesto que la investigaci¨®n b¨¢sica es no s¨®lo interesante sino que a la larga es beneficiosa e incluso rentable.Pero si se modifican las premisas del debate y se acepta que existe una investigaci¨®n que tan s¨®lo se dirige a satisfacer la curiosidad del investigador, y otra que se orienta a resolver problemas, puede que sea mas f¨¢cil convencer al ciudadano para que exija que su dinero no se pierda en entelequias de sabios desconectados de la realidad. Si la pregunta se plantea en ¨¦stos t¨¦rminos todos daremos la misma respuesta: es mejor gastar los fondos p¨²blicos para curar a los ancianos que para estudiar los pelos de una mosca.
Esta es la tendencia que observo en algunos investigadores que han asesorado a la Comisi¨®n Europea para elaborar las Acciones Claves del 5? Programa Marco, creo que como todo argumento que ya en su planteamiento favorece a una de sus respuestas es peligroso y no se puede aceptar como premisa.
Antes de seguir dir¨¦ que el 5? Programa me parece muy acertado, que acciones clave como la que fomentar¨¢ la protecci¨®n, conservaci¨®n e incremento del patrimonio cultural europeo, aunque est¨¦ dotada de un presupuesto relativamente modesto, me hacen sentir orgulloso de vivir en Europa. Adem¨¢s, la Comisi¨®n tiene toda la raz¨®n cuando intenta revertir el desequilibrio entre lo mucho que descubrimos los europeos y lo poco que lo aprovechamos. Puede que algunos cient¨ªficos hayan ignorado que su misi¨®n no es s¨®lo hacer buena ciencia sino tambi¨¦n d¨¢rsela a conocer y a disfrutar a la sociedad que les permite dedicarse a, y vivir de, sus estudios. En este sentido el 5? Programa es, si cabe, una mayor llamada a la responsabilidad social del investigador.
Pero la curiosidad, adem¨¢s de leg¨ªtima, es beneficiosa y necesaria: no podemos imaginar en qu¨¦ estado estar¨ªa el hombre si no sintiera esa necesidad de indagar en lo desconocido. Es m¨¢s, la curiosidad debe ser fomentada y el ciudadano tiene el derecho a pedir que le sea satisfecha. Hoy d¨ªa nos enfrentamos ya a numerosas disyuntivas, la contaminaci¨®n ambiental, los alimentos transg¨¦nicos, la reproducci¨®n asistida..., para cuya resoluci¨®n es necesario manejar conceptos y argumentos cient¨ªficos. Estos problemas se har¨¢n m¨¢s numerosos y complejos y no creo que interese a nadie que los ciudadanos carezcan de la cultura cient¨ªfica b¨¢sica para poder sopesar con lucidez las alternativas que incluso ya hoy d¨ªa les presentan los pol¨ªticos y activistas.
Por eso, si nos apuran quienes argumentan en su contra, la investigaci¨®n movida por la curiosidad (la investigaci¨®n b¨¢sica) sirve para resolver al menos un problema: la falta de informaci¨®n cient¨ªfica del ciudadano. Por lo que el debate vuelve una vez m¨¢s a reducirse al absurdo, y de nuevo la respuesta es que s¨®lo hay dos tipos de investigaci¨®n, la investigaci¨®n bien hecha y la investigaci¨®n mal hecha.
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