Descongelar Euskadi
LA RECEPTIVIDAD mostrada por Borrell, y avalada por Almunia, a la propuesta de Ibarretxe de convocar un foro que "supere" los de Ajuria Enea y Lizarra podr¨ªa ser el punto de partida para intentar desbloquear la situaci¨®n pol¨ªtica vasca. A dos meses de las elecciones locales, la creaci¨®n de alg¨²n cauce de contacto entre nacionalistas y no nacionalistas parece necesaria para evitar que, al calor de la campa?a, la incomunicaci¨®n se traslade a la poblaci¨®n y se convierta en irreversible.La dificultad para concertar un pacto de legislatura con EH -imposible mientras subsista la intimidaci¨®n de la kale borroka- hace que Ibarretxe gobierne sin mayor¨ªa. Existe la impresi¨®n de que hay una especie de congelaci¨®n de la pol¨ªtica, por temor a que cualquier movimiento altere el precario equilibrio del bloque nacionalista forjado en torno a Lizarra. En ausencia de pol¨ªtica, se hace ideolog¨ªa: debate sobre los kurdos, Asamblea de Municipios, acercamiento de los presos. O ¨¢mbito vasco de decisi¨®n, aunque no se sepa para decidir qu¨¦.
Hay una cierta l¨®gica en esto, porque lo que une a los distintos partidos nacionalistas agrupados en Lizarra es la ideolog¨ªa, y lo que les separa, aunque se afanen en disimularlo, la pol¨ªtica. Uno de los efectos de esa din¨¢mica es que los sectores m¨¢s simples (y m¨¢s sectarios) se sienten fuertes para imponer su discurso en los partidos nacionalistas, con resultados como ese tan absurdo de que el propio Gobierno vasco se sume a las movilizaciones -manifestaci¨®n el s¨¢bado, paro el lunes- convocadas para protestar por la detenci¨®n de miembros de ETA en Francia y el presunto suicidio de uno de ellos en Guip¨²zcoa. Que luego hayan tratado de encauzarla como protesta "contra el inmovilismo" s¨®lo demuestra la confusi¨®n del momento. Pero tal vez sea la ¨²ltima traca del frente de Lizarra antes de pasar a la campa?a preelectoral, en la que HB ha solido bajar su perfil violento.
La iniciativa de Ibarretxe puede tener un componente electoralista encaminado a tranquilizar a los nacionalistas moderados, pero no se puede ignorar su virtualidad para desbloquear la situaci¨®n. El Gobierno de Aznar la ha acogido con suma desconfianza, aunque la noticia de que estudia medidas para activar el regreso de unas 250 personas huidas por su vinculaci¨®n con ETA parece indicar una cierta iniciativa en el terreno de la pacificaci¨®n. Si se trata de un gesto adecuado o insuficiente ser¨ªa un asunto t¨ªpico que hasta hace dos a?os se hubiera discutido en la Mesa de Ajuria Enea. Hoy es poco realista pensar que los nacionalistas vayan a regresar a ese foro, pero tampoco cabe imaginar que PP y PSOE acepten Lizarra como marco de un nuevo consenso. Es en esta situaci¨®n en la que hay que contemplar -"explorar", seg¨²n Borrell- la propuesta de Ibarretxe, a sabiendas de que no tiene posibilidades de cuajar antes de las elecciones municipales.
Que sea dif¨ªcil, incluso improbable a corto plazo, un acuerdo sobre la cuesti¨®n de la soberan¨ªa, que se ha convertido en el punto de ruptura entre nacionalistas y constitucionalistas, no deber¨ªa ser obst¨¢culo para intentar acercamientos en otras cuestiones vinculadas al proceso de paz: v¨ªctimas del terrorismo, presos, exiliados... Aunque los arsenales reci¨¦n descubiertos en Francia y la documentaci¨®n intervenida inviten al escepticismo, lo cierto es que el alto el fuego se mantiene, y tan irresponsable ser¨ªa admitir que hay que pagar un precio pol¨ªtico por la tregua como desaprovechar la oportunidad de hacerla definitiva.
El lehendakari, que se dispone a iniciar una segunda ronda de conversaciones, tiene elementos para saber que no es posible ampliar el consenso suscitado por el Estatuto de Gernika si la base del nuevo acuerdo es el llamado "soberanismo vasco". Y tiene legitimidad y autoridad para exigir a todos los partidos las dos condiciones m¨ªnimas para convertirse en interlocutores: la renuncia a toda forma de violencia y el compromiso de respetar las reglas de juego democr¨¢ticas. A Ibarretxe corresponde la iniciativa, aunque para ello tenga que actuar con mayor autonom¨ªa respecto a su partido.
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