El incidente y los actores
El incidente de Roberto Carlos e Iv¨¢n Campo en Bala¨ªdos es sintom¨¢tico del estado de alienaci¨®n de muchos futbolistas, incapaces de entender la naturaleza de su trabajo. Todav¨ªa ayer, los dos jugadores se extend¨ªan en prolijas explicaciones sobre los motivos de su actitud en la grada. Que si las hijas, que si la mujer, que si la familia, que si la amistad, que si eran cuestiones personales, que si estaban en el medio tiempo. Cu¨¢nto m¨¢s lo explicaban, peor; m¨¢s alejados parec¨ªan de la realidad.Cada vez es m¨¢s com¨²n la especie del f¨²tbolista que vive en una campana de cristal, protegido por una guardia pretoriana de agentes, pendiente exclusivamente de los grandes titulares, altivo y desde?oso de la gente. Por desgracia, esta raza prolifera. Los jugadores han olvidado el alt¨ªsimo contenido simb¨®lico del f¨²tbol, tan sensible a los comportamientos de sus protagonistas. Precisamente por eso, la patochada de Iv¨¢n Campo y Roberto Carlos no tiene defensa posible. Con los sentimientos de la gente no se juega. Y el madridismo vivi¨® como una verg¨¹enza la derrota en Bala¨ªdos, con el desgarro que siempre provoca en cada afici¨®n el rid¨ªculo de su equipo. La hinchada no admite exclusiones en el dolor. Lo contrario lo interpreta como una traici¨®n o un desafecto intolerable a los colores, con raz¨®n o sin raz¨®n, pero siempre con la vieja l¨®gica del f¨²tbol, hecho de s¨ªmbolos de naturaleza muy simple. En el caso de Iv¨¢n Campo y Roberto Carlos, ambos actuaron de forma irrespetuosa en un momento dram¨¢tico para el Madrid. Si no entienden su error, se debe a la dificultad que tienen los jugadores de hoy para asumir su papel. Viven el f¨²tbol de forma espumosa, preocupados fundamentalmente por la parte m¨¢s superficial de su profesi¨®n, sin apenas convicciones, desligados de la realidad.
Roberto Carlos, un jugador apreciable en muchos sentidos, representa el modelo perfecto del futbolista epid¨¦rmico, tan proclive a la demagogia que termina por estragar. Su incontinencia no tiene l¨ªmites, casi siempre de manera inoportuna. Lo mismo comenta los problemas de salud de Ronaldo que desentra?a alg¨²n misterio del vestuario, o que celebra de manera fervorosa la llegada de un nuevo entrenador, sustituto de otro que tambi¨¦n recibi¨® elogios encendidos del defensa brasile?o, y as¨ª sucesivamente. Porque la capacidad de Roberto Carlos para hacerse el simp¨¢tico no tiene l¨ªmites, aunque eso le suponga pisar todos los charcos. Pero el hombre muere por salir en un titular.
En su necesidad de hacerse el simp¨¢tico imparable, Roberto Carlos comienza a resultar cargante. Est¨¢ bien que funcione con naturalidad, pero el jugador brasile?o ha convertido la virtud en vicio. Parece tan preocupado por cultivar su imagen que no encuentra l¨ªmites entre lo razonable y lo insensato. Y lo de Bala¨ªdos fue una insensatez. El problema es que no lo sabe.
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