Zacharias hace m¨¢gica la l¨®gica

Christian Zacharias goza entre nosotros -como entre otros p¨²blicos musicales- de un aprecio singular. Cuando aparece en escena con su aire entre sabio ausente de su entorno y colegial de Oxford, se tiene ganada la afecci¨®n de todos. Luego, sus versiones, perfeccionistas, limpias de estilo y, en el caso de los autores rom¨¢nticos, de leve intensidad, nos admiran hasta el extremo. Y como transmisor de Scarlatti y Ravel, se alza hasta niveles m¨¢ximos de belleza. Su espect¨¢culo -si se permite el t¨¦rmino- es el de una inteligencia luminosa puesta en funcionamiento para hacer m¨¢gica la l¨®gica y, al rev¨¦s, racionalizar el misterio.La revista Scherzo ha presentado a Zacharias en un programa rom¨¢ntico, pues las Sonatas de la op. 31, de Beethoven, lo son, esencialmente en el caso de la primera, en sol mayor, y evidentemente, en el de la segunda, en re menor, denominada La Tempestad por cierta relaci¨®n con el drama de Shakespeare sugerida por el compositor a Ferdinand R¨ªes.

El pianista hizo fuerte contraste entre una y otra, aunque en el fondo no haya tanta, y al enaltecer el dramatismo de la segunda lim¨® las sugerencias expresivas de la primera. En todo caso, Christian Zacharias interesa siempre. Incluso, a modo de separaci¨®n estil¨ªstica y conceptual, interpret¨® entre ambas un fragmento de Carlos Felipe Manuel Bach, de manera prodigiosa, por cierto.

En la segunda parte, intercal¨® entre tres piezas grandes, poem¨¢tico/ narrativas, dos de los m¨¢s bellos Nocturnos, los de la opus 55, de los que logr¨® un tono po¨¦tico de incisiva serenidad. Dentro de formas m¨¢s amplias y estructuras poem¨¢ticas e incluso literarias, Zacharias atac¨® la Balada n? 4, el ¨²ltimo Scherzo y la Polonesa en la bemol, motejada con raz¨®n de heroica. Con una brillantez apabullante, pero al margen de lo espectacular, Zacharias dio en estas p¨¢ginas, de sincera y encendida elocuencia, verdaderas lecciones. "La m¨²sica no es para ser explicada, sino sentida", dec¨ªa Debussy y repet¨ªa Falla, mas para bien sentirla es necesario derramar mucha claridad sobre pentagramas sin nota que perder. Como colof¨®n, un magistral Scarlatti.