Espeluznante y c¨®mico
Si no fuese espeluznante resultar¨ªa c¨®mico: ante el aumento de v¨ªctimas mortales que la circulaci¨®n por carretera durante la Semana Santa ha tra¨ªdo consigo este a?o, cifrado en un sesenta por ciento m¨¢s que el a?o anterior y arrojando un total de ciento sesenta y nueve muertos y ciento catorce heridos graves, la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico pretende encontrar las causas de semejante espanto en la negligencia de los conductores, el buen tiempo y el aumento del parque automovil¨ªstico espa?ol, mientras la oposici¨®n parlamentaria se escandaliza porque considera fr¨ªvola tal explicaci¨®n y prefiere referirse al descuido con que las autoridades competentes han desempe?ado su funci¨®n o al estado de las autov¨ªas y carreteras regionales. Lo espeluznante, aparte la magnitud del dolor y el sufrimiento, es la indiferencia con que aceptamos este sacrificio cotidiano como un mal necesario, una suerte de insoslayable tributo al progreso. Lo c¨®mico es que, bien por ceguera, bien por interesada malicia, la circularidad argumentativa se repite una vez m¨¢s, se marea la perdiz y nadie apunta a la causa de la causa: la indiscutida permanencia y aun expansi¨®n del autom¨®vil como medio generalizado de transporte, siendo como es peligroso, torpe, ineficaz y medioambientalmente nocivo. Lo ¨²nico que se nos ocurre es defendernos de nuestros propios monstruos. La reacci¨®n oficial y la de la clase pol¨ªtica no hace sino recordarme el lema que el Ministerio de Transporte brit¨¢nico acu?¨® en los ochenta para provocar una disminuci¨®n del n¨²mero de transe¨²ntes atropellados: "Un paso en falso y est¨¢s muerto". La ¨²ltima campa?a de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico abunda en ese esp¨ªritu: respetado el tab¨² del autom¨®vil necesario, s¨®lo quedan el miedo y la herrumbre en las cunetas.-
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