Izquierda perdida
Fue al comienzo de la d¨¦cada y la ocasi¨®n vino dada por el proceso de homogeneizaci¨®n ideol¨®gica que caracteriz¨® al PCE despu¨¦s de la subida al poder de Anguita. El responsable de la limpieza en la instituci¨®n cultural ligada al partido situ¨® las cosas en su contexto: por fin hab¨ªa quedado claro con el cambio de piel de Occhetto el contenido socialdem¨®crata de la pol¨ªtica que viniera defendiendo el PC italiano; menos mal que el socialismo marxista renac¨ªa en otros lugares, y puso el ejemplo de Yugoslavia (Milosevic acababa de hacerse con el poder en Serbia). La an¨¦cdota adquiere su significaci¨®n si queremos entender el extra?o fen¨®meno de la orientaci¨®n proserbia de IU, arrastrada por el PCE, en la crisis. Nada tendr¨ªa de extra?o que se mostrase opuesta a la intervenci¨®n armada de la OTAN, tanto por tradici¨®n como porque existen s¨®lidas razones para ponerla en tela de juicio. En primer lugar, porque el fin no justifica todos los medios, y el hecho de que una alianza regional lance sus bombarderos y misiles contra un pa¨ªs soberano, por responsable que sea el Gobierno serbio (que lo es) de actos grav¨ªsimos, prescindiendo de la ONU, constituye un claro retroceso para el objetivo de construir un orden jur¨ªdico internacional, mundialmente respetado. Hoy es la OTAN contra Serbia; ma?ana puede ser China contra Taiwan... Y a continuaci¨®n, porque tenemos que echarnos a temblar si el futuro de Kosovo depende de mentes tan l¨²cidas como las de Clinton y Solana, que no previeron o no quisieron prever la posibilidad de una aceleraci¨®n por Milosevic de la limpieza ¨¦tnica sirvi¨¦ndose como coartada de los bombardeos.
Ahora bien, criticar la intervenci¨®n es una cosa y optar por Milosevic otra. El secretario general del PCF, Hue, ha sabido verlo; Anguita y los suyos, no. Ni siquiera un intelectual vinculado a IU tan l¨²cido como Fern¨¢ndez Buey escapa a los estrangulamientos mentales propios de su medio, incluida una estremecedora referencia peyorativa a los "valores pseudodemocr¨¢ticos" que al parecer reinan en "esta parte del mundo". Si leemos a Dostoyevski, nos daremos cuenta de que sus reproches a la incomprensi¨®n europea sobre Rusia responden a una actitud eslavista xen¨®foba, y belicista por m¨¢s se?as, conquista de Estambul incluida, poco estimulante. Pero, sobre todo, para Fern¨¢ndez Buey, como para Anguita, cuanto sucede en Kosovo no merece atenci¨®n. En su art¨ªculo hay reflexiones sobre lo eslavo y lo occidental, referencias a novelistas y cineastas, reproches a la imagen que del otro se hace nuestro mundo, pero nada acerca de lo que hizo y hace Milosevic, ni sobre lo que ocurri¨® y ocurre en Kosovo. Por su parte, en una de sus actitudes sugeridas por lecturas a ras de suelo de Biblia, Anguita se declara ¨¦mulo de santo Tom¨¢s: tendr¨¢ que verlo para creerlo.
Claro que, si all¨ª no sucede nada y si no sucedi¨® nada antes ni en Kosovo ni Bosnia (remember Srebrenicsa), lo que hace la OTAN es monstruoso y Milosevic y los nacionalistas serbios que le apoyan son unos m¨¢rtires. Pero no es el caso. El doble antecedente de la limpieza ¨¦tnica y los actos de genocidio en Bosnia, y de la destrucci¨®n masiva de casas y los asesinatos y fosas comunes en Kosovo convierten la duda y el silencio en complicidad (como la que muestra quien con vileza designa al pueblo kosovar como "los terroristas de Kosovo"). El encuentro de Anguita con el embajador yugoslavo, las posteriores declaraciones de ambos, la manifestaci¨®n "mixta" de IU en Madrid nos sit¨²an inequ¨ªvocamente en ese ingrato terreno.
No es casual que tales actitudes, igual que el seguidismo borreguil de la IU vasca respecto del t¨¢ndem Otegi-Arzalluz, supongan la negaci¨®n de la trayectoria de afirmaci¨®n democr¨¢tica del comunismo espa?ol a partir de 1956, culminada en su rechazo de la invasi¨®n de Praga en 1968. Desde que Anguita escal¨® la cima en 1988, todo ha sido desandar ese camino. Bajo la forma de un "comunismo nacional", solidario con las tropel¨ªas de los dem¨¢s comunismos nacionales (China, Cuba) o de sus residuos (Rusia, Serbia) volvemos al dualismo primario de la confrontaci¨®n, donde cada factor de desgaste del orden establecido -ejemplo, el tema nacional- resulta apoyado a ciegas. En suma, hoy por hoy, la izquierda que necesita la derecha.
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