Siete meses para evocar la sequ¨ªa
El r¨¦gimen de precipitaciones registrado este a?o hidrol¨®gico en Andaluc¨ªa recuerda los m¨¢s secos de la d¨¦cada, que se anuncian por la falta de lluvias en noviembre, diciembre y enero
Las primeras evaluaciones de da?os econ¨®micos por las cosechas que no se recoger¨¢n, el adelantamiento del plan auton¨®mico para limitar los incendios que vendr¨¢n, campa?as para insistir en la reducci¨®n del consumo, regantes anunciando movilizaciones... No llueve y los mismos actores socio-econ¨®micos que escenificaron la ¨²ltima sequ¨ªa (1991-95) se aprestan a retomar sus papeles. "Es el peor a?o clim¨¢tico de los ¨²ltimos 50 a?os". Apenas tres a?os despu¨¦s, la afirmaci¨®n del consejero de Medio Ambiente, Jos¨¦ Luis Blanco, evoca campos muertos de sed, pueblos pendientes de los camiones-cisterna y tuber¨ªas secas. El agua almacenada en los embalses andaluces en los a?os h¨²medos (1996-98) garantiza el abastecimiento a la poblaci¨®n durante un a?o y medio o dos (depende de la provincia), si las borrascas siguen ignorando la regi¨®n. Pero, en todo caso, los pluvi¨®metros del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa muestran que este a?o hidrol¨®gico (de septiembre a septiembre) est¨¢ emulando fielmente el exiguo r¨¦gimen de lluvias del periodo 1991-95. Los datos medios de precipitaciones en las ocho capitales de provincia (ver gr¨¢fico) indican que, al menos en la ¨²ltima d¨¦cada, la diferencia entre a?os h¨²medos y secos se juega en el invierno y los n¨²meros aclaran que, en este aspecto, este a?o hidrol¨®gico se emparenta directamente con los de la ¨²ltima sequ¨ªa. Las precipitaciones registradas en noviembre, diciembre y enero marcan el camino. En la capital cordobesa cay¨® una media de 285 litros por metro cuadrado en diciembre en el periodo 1995-98, frente a los 19,8 recogidos en los a?os de la sequ¨ªa; el pasado mes de diciembre la lluvia se qued¨® en 18,6 litros por metro cuadrado. En Sevilla (la otra provincia en la que los contrastes son m¨¢s extremos), la media en diciembre de los a?os h¨²medos fue de 249,5 litros por metro cuadrado, entre 1992 y 1995 fue de 18,3 y en este a?o hidrol¨®gico ha sido de 29,6. La misma cadencia se observa en los meses de noviembre y enero y en las ocho capitales andaluzas. Si en C¨®rdoba y Sevilla la disparidad entre los inviernos secos y h¨²medos es evidente, los datos de Almer¨ªa reflejan por qu¨¦ esta provincia est¨¢ entre las m¨¢s ¨¢ridas de Europa. Noviembre, diciembre y enero, seg¨²n los pluvi¨®metros del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa, fueron tambi¨¦n m¨¢s lluviosos entre 1995 y 1997 que entre 1991 y 1994, pero las diferencias son mucho m¨¢s suaves. En enero, por ejemplo, la precipitaci¨®n media en la capital almeriense durante los a?os de sequ¨ªa (21,8 litros por metro cuadrado) es muy similar a la de los de grandes lluvias (32,2) y a la registrada este enero (27,2). A pesar de la similitud estad¨ªstica, los meteor¨®logos se resisten a bautizar un nuevo periodo de sequ¨ªa. A lo sumo, admiten que este a?o hidrol¨®gico (que concluye en septiembre), va a ser extremadamente seco, pero no se aventuran a indicar si estamos en el arranque de una sucesi¨®n de a?os sin lluvias o si, por el contrario, el pr¨®ximo invierno inaugurar¨¢ un nuevo periodo h¨²medo. Menos agua en los pantanos El d¨¦ficit de precipitaciones en los ¨²ltimos siete meses ha rebajado considerablemente el agua almacenada en los 130 (70 de gran entidad) embalses andaluces. Los de la cuenca del Guadalquivir (la m¨¢s amplia con 35 grandes pantanos), almacenan ahora 4.389 hect¨®metros c¨²bicos (64% de su capacidad), frente a los 4.730,8 (69%) que registraban en septiembre. En otras cuencas el descenso ha sido m¨¢s acusado: en la del Guadiana, sus pantanos guardan ahora s¨®lo un 61,3% de su capacidad, mientras que en septiembre ten¨ªan un 78,8%. En la cuenca del Sur el baj¨®n ha sido de 100 hect¨®metros c¨²bicos (611 en abril, 718 en septiembre). El descenso del nivel del agua en los pantanos es a¨²n mayor si se compara con abril de 1998, pero, en todo caso, lo acumulado (6.343 hect¨®metros c¨²bicos) est¨¢ a¨²n por encima de la media hist¨®rica de los embalses andaluces y, por tanto, a¨²n muy lejos de los registros de la sequ¨ªa: en julio de 1995, el agua almacenada apenas alcanzaba un 9,7% de los 9.350 hect¨®metros c¨²bicos de capacidad total de los pantanos. El sistema de pantanos andaluces es la principal fuente para el abastecimiento humano de agua. Y el contraste entre los datos del periodo de sequ¨ªa y los n¨²meros actuales evidencia que apenas se ha ampliado en los ¨²ltimos a?os. La entrada en funcionamiento de dos nuevos embalses en la cuenca del Guadalquivir ha aumentado la capacidad total en apenas 650 hect¨®metros c¨²bicos. La ampliaci¨®n de la red de pantanos es una reivindicaci¨®n hist¨®rica de las asociaciones agrarias y las federaciones de regantes que se lamentan ahora de los m¨¢s 20.000 hect¨®metros c¨²bicos que las confederaciones hidrogr¨¢ficas dejaron salir al mar en los inviernos de 1996, 1997 y 1998 cuando los embalses rebosaban. En el ¨²ltimo a?o se ultima la construcci¨®n de siete nuevos embalses (la presa de Rules, en Granada, ser¨¢ la m¨¢s grande) que elevar¨¢n la capacidad del sistema andaluz a los 11.092 hect¨®metros c¨²bicos, un 9%. Unos pantanos que ser¨ªan in¨²tiles si se confirmara la sequ¨ªa en los pr¨®ximos a?os: los nuevos embalses necesitan de otro periodo h¨²medo para llenarse. La federaci¨®n de regantes de la cuenca del Guadalquivir ha anunciado ya las primeras movilizaciones para protestar por "la falta de embalses en la regi¨®n" que achacan a la dejadez del Ministerio de Medio Ambiente, del que dependen las confederaciones hidrogr¨¢ficas que gestionan los pantanos andaluces (la Junta ha pedido la transferencia de las cuencas del Sur, del r¨ªo Piedras y la Tinto-Odiel). Los regantes han mostrado su preocupaci¨®n por el retraso en la construcci¨®n de los principales proyectos de la cuenca del Guadalquivir: Melonares (Sevilla) est¨¢ a la espera de la decisi¨®n de la UE sobre su impacto ambiental, mientras que El Arenoso y Bre?a II (C¨®rdoba) s¨®lo aguarda para su licitaci¨®n a que el Ministerio se decida a constituir una sociedad de gesti¨®n. Las estad¨ªsticas son claras: las lluvias de mayo y junio pueden salvar algunos cultivos (girasol, olivar), pero no ser¨¢n suficientes para equilibrar la ausencia de lluvias en el invierno. Este a?o hidrol¨®gico ser¨¢ seco y los perjuicios econ¨®micos al campo (75.000 millones hasta ahora), irrecuperables.
La alternativa est¨¢ bajo tierra
La exigencia de nuevos embalses que palien los rigores de la sequ¨ªa que, por otro lado, se repite c¨ªclicamente en la historia clim¨¢tica andaluza choca con varios impedimentos, no s¨®lo pol¨ªticos: son obras que necesitan muchos recursos econ¨®micos (el presupuesto de La Bre?a II es de 26.000 millones de pesetas), suelen tener un fuerte impacto ambiental y cada vez es m¨¢s dif¨ªcil encontrar nuevos emplazamientos. La mayor restricci¨®n, sin embargo, viene dictada por la naturaleza. La precipitaci¨®n anual sobre la regi¨®n es de unos 54.000 hect¨®metros c¨²bicos al a?o, pero de toda esa lluvia la capacidad de regulaci¨®n de los 130 embalses andaluces es de 2.950 hect¨®metros c¨²bicos, apenas un 5%. Y la tasa de evaporaci¨®n en julio y agosto (meses en los que apena cae una gota), es muy superior a la del resto del pa¨ªs. Las lluvias no s¨®lo llenan embalses, tambi¨¦n recargan los acu¨ªferos. Y la capacidad aprovechable de agua almacenada bajo tierra es brutalmente superior: unos 100 millones de hect¨®metros c¨²bicos, seg¨²n los c¨¢lculos del Atlas Hidrogeol¨®gico de Andaluc¨ªa. Los t¨¦cnicos que elaboraron esta obra sobre los acu¨ªferos (editada este a?o) reclaman "pozos, sondeos y sistemas de recarga" para aprovechar "los abundantes dep¨®sitos subterr¨¢neos". En Andaluc¨ªa, de los 5.000 hect¨®metros c¨²bicos de agua utilizada cada a?o, un 28% corresponde a las aguas subterr¨¢neas, la mayor parte (1.100 hect¨®metros c¨²bicos) destinada a los regad¨ªos, que absorben el 80% del consumo total. Hasta ahora, los acu¨ªferos se usan como fuente de suministro industrial o de consumo humano en poblaciones peque?as o medias, pero los especialistas creen que hay mucho trecho por recorrer si se limitan los casos de sobreexplotaci¨®n y contaminaci¨®n por nitratos (abono agr¨ªcola). En Alemania o Dinamarca, recuerdan, el 90% del abastecimiento depende ya de las aguas subterr¨¢neas.
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