Barenboim con acento espa?ol
Tras la reciente apoteosis berlinesa del director Barenboim, se ha producido la aparici¨®n del pianista Barenboim en Sevilla, a las mismas puertas de la Feria de Abril. En realidad se trataba de un recital anunciado por el teatro de la Maestranza el a?o pasado, aunque el programa no haya sido exactamente el mismo. El viernes a sala rebosante, Barenboim entusiasm¨® con dos sonatas de Beethoven, seis preludios de Debussy, el primer cuaderno de Iberia, de Alb¨¦niz, y siete u ocho propinas. El Beethoven de Barenboim es, m¨¢s que imprescindible referencia, una lecci¨®n cl¨¢sica y largamente v¨¢lida para entender y desentra?ar mensajes tan distintos, aunque no antag¨®nicos, como la sonata Pat¨¦tica, de 1779, y la n¨²mero 30, opus 109, de 1822. Desde una a otra, el compositor de Bonn instal¨® en los gustos y las conciencias el sentimiento rom¨¢ntico a trav¨¦s de un pianismo fuertemente original en su ampliaci¨®n y hasta ruptura de las formas y en su contenido problem¨¢tico y misterioso, a veces sereno y en ocasiones convulsivo. Barenboim clarifica y transmite esta m¨²sica superadora del tiempo y sus mudanzas en todas sus bellezas y significaciones.
Seis preludios del primer cuaderno de Debussy bastan para decirnos c¨®mo fue ¨¦l, antes que ning¨²n otro, el gran revolucionario musical del siglo que agoniza. Todo ha cambiado en esta m¨²sica m¨¢gica, desde los procedimientos hasta el concepto temporal, pasando por un aliento po¨¦tico sorprendente que nos lleg¨® en toda su integridad expresiva y culta. En Velos, Danzarinas de Delfos o Lo que vieron los vientos del Oeste, Barenboim hizo prodigios de elevaci¨®n e inmaterialidad sonora. M¨²sica fugitiva e irreal, contrast¨® con las tres primeras Iberias de Alb¨¦niz. Cuando el gran imaginador espa?ol subtitul¨® su colecci¨®n como "Nuevas impresiones" dio pie a cierta confusi¨®n, pues no era impresionismo lo que persegu¨ªa, sino evocaci¨®n, tal y como explic¨® repetidas veces. Y no hay lugar geogr¨¢fico evocado y poetizado por Alb¨¦niz que antes no hubiera conocido, vivido y sentido.
La inmensa y genial Suite, uno de los m¨¢s hermosos legados art¨ªstico-culturales de Espa?a a la Europa del siglo XX, ha de entenderse como el autor la concibi¨® y como la interpreta Barenboim: desde una serena nobleza y al margen de la t¨®pica "furia espa?ola". Todo lo contrario, infinitamente po¨¦tica, con mil matizaciones de intensidad que son, m¨¢s bien, juego de distancias. En alguna ocasi¨®n hab¨ªamos escuchado a Barenboim evocaci¨®n, pero ahora nos propuso sus hermosas visiones de El Puerto, con su teor¨ªa de acentos y su preg¨®n final, y del Corpus Christi en Sevilla, quiz¨¢ la p¨¢gina m¨¢s realista de la colecci¨®n, tan maravillosa de perspectivas sonoras como inusitada riqueza de color, que es no a?adidura, sino elemento sustancial.
El p¨²blico que llen¨® el Maestranza aclam¨® a Barenboim sin cesar y obtuvo el premio de una serie de propinas espa?olas e iberoamericanas: Zambra y farruca, de Turina; Torre bermeja, de Alb¨¦niz; Polichinela, de Villalobos, y varios aires populares argentinos, y en cada pieza, peque?a o grande, recib¨ªamos una versi¨®n singular y creativa de un m¨²sico aut¨¦ntico y trascendente como es Daniel Barenboim.
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