Militares espa?oles, ley del silencio
En una conversaci¨®n reciente, el director del semanario The Observer, Bill Hutton, se quejaba de la falta de informaci¨®n precisa y veraz por parte del Gobierno brit¨¢nico sobre la guerra en Yugoslavia. Y dec¨ªa eso a pesar de que el Ministerio de Defensa del Reino Unido celebra cada d¨ªa una conferencia de prensa en la que, adem¨¢s del propio ministro, distintos jefes militares y expertos tratan de responder a las dudas de los periodistas sobre la evoluci¨®n del conflicto. "Muchas denuncias sobre atrocidades cometidas por los serbios pero pocos detalles sobre los efectos del bombardeo. Eso es lo que nos dan", contaba Hutton, sorprendido al conocer que, para los periodistas espa?oles, sometidos a un absoluto bloqueo informativo de parte de nuestras autoridades, lo que para ¨¦l era motivo de queja para nosotros es un ejemplo de transparencia informativa. Los h¨¢bitos informativos de Londres no son excepcionales. En Alemania, cada d¨ªa, a las tres de la tarde, s¨¢bados y domingos incluidos, el ministro de Defensa y los principales responsables militares ponen al corriente a la prensa sobre los ¨²ltimos acontecimientos sobre Yugoslavia y la actividad de las fuerzas alemanas. En Francia es la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores la que cada mediod¨ªa responde a las preguntas de los periodistas que siguen la informaci¨®n sobre la guerra. El ministro de Defensa, acompa?ado del jefe de los mandos militares, da una conferencia de prensa cada tres d¨ªas. Un promedio similar se repite en Italia.
En Estados Unidos, el volumen de informaci¨®n -un asunto distinto es la calidad de esa informaci¨®n- sobre el desarrollo del conflicto es apabullante. Conferencias de prensa diarias del Departamento de Estado y del Pent¨¢gono, con proliferaci¨®n de datos y de fuentes militares, y comparecencias pr¨¢cticamente diarias del presidente.
Los periodistas se quejan en todos esos pa¨ªses por la escasez de una informaci¨®n rigurosa y contrastable sobre qu¨¦ est¨¢ haciendo y qu¨¦ est¨¢ consiguiendo exactamente la OTAN en Yugoslavia. De hecho, los directores de seis de los principales medios de comunicaci¨®n norteamericanos firmaron la pasada semana una declaraci¨®n exigiendo a su Gobierno "informaci¨®n detallada sobre las operaciones aliadas, que resulta vital para un debate p¨²blico consecuente sobre este asunto de inter¨¦s nacional".
El temor a ser instrumento de la propaganda de guerra ha puesto en guardia a la prensa en los principales pa¨ªses occidentales. El problema en Espa?a es otro. Aqu¨ª no hay que ponerse en guardia contra campa?a propagand¨ªstica alguna por parte del Gobierno, porque el Gobierno ha optado por hacer la guerra por su cuenta, silenciando la informaci¨®n.
En contraste con la pol¨ªtica informativa de los otros pa¨ªses involucrados en el ataque, los jefes militares espa?oles tienen prohibido, por orden de Presidencia, seg¨²n admite el propio Ministerio de Defensa, hablar con los periodistas, y el ministro Eduardo Serra ha convocado una sola conferencia de prensa desde el comienzo de la guerra (25 d¨ªas). La informaci¨®n sobre el conflicto est¨¢ centralizada en La Moncloa, dicen en Defensa, pero lo cierto es que, fuera de los comentarios arrancados en los pasillos o en las escasas comparecencias del presidente Aznar o del ministro Matutes, nadie nutre a los periodistas de una versi¨®n espa?ola constante sobre una crisis en la que est¨¢n en juego no s¨®lo intereses que se suponen vitales para Espa?a, sino tambi¨¦n vidas de soldados espa?oles y una porci¨®n considerable del presupuesto espa?ol.
Aparte de que el Gobierno tard¨® d¨ªas en exponer las razones por las que Espa?a estaba en esta guerra, ninguna autoridad espa?ola ha explicado despu¨¦s qu¨¦ hacen los pilotos espa?oles que est¨¢n al cargo de los cuatro aviones puestos a disposici¨®n de la OTAN. No sabemos a qu¨¦ ¨®rdenes responden. Ignoramos si sus jefes participan en la planificaci¨®n de las operaciones en las que intervienen, y, si lo hacen, cu¨¢l es el criterio que nuestras Fuerzas Armadas aportan. Nadie sali¨® a explicar aqu¨ª por qu¨¦ los aviones de la OTAN -?estaban los espa?oles entre ellos?- destruyeron un barrio residencial del centro de Pristina. Nadie sali¨® aqu¨ª a explicar por qu¨¦ los aviones de la OTAN -?estaban los espa?oles entre ellos?- destruyeron un tren de pasajeros civiles. Nadie ha salido aqu¨ª tampoco a explicar la matanza de refugiados kosovares en una carretera pr¨®xima a Albania.
Los medios han llevado al p¨²blico, ciertamente, versiones distintas sobre ¨¦sos y otros sucesos, pero todas suministradas por la propia OTAN o por otros Gobiernos interesados en influir en sus respectivas opiniones p¨²blicas en busca de respaldo a este conflicto. Pero, ?y nuestro Gobierno?, ?no tiene inter¨¦s en influir en su opini¨®n p¨²blica?
?No tiene nada que decir el ministro de Defensa sobre la actividad de nuestros soldados? ?D¨®nde est¨¢n los mandos militares? ?No hay ninguno que conozca y pueda informar a los espa?oles en espa?ol por qu¨¦ se producen errores como el ataque a la caravana de civiles? ?Qu¨¦ opinan los jefes de nuestra Fuerza A¨¦rea, por ejemplo, sobre la necesidad de efectuar vuelos por debajo de los 5.000 metros de altura? ?Pondr¨ªa eso en riesgo a nuestros pilotos? El Gobierno inform¨® el jueves sobre la decisi¨®n de enviar dos aviones m¨¢s a la guerra mediante una nota distribuida por el Ministerio de Defensa. Quiz¨¢s dos aviones no sean muchos en comparaci¨®n con un despliegue que pronto superar¨¢ el millar, pero para Espa?a representa un incremento del 50% en su involucraci¨®n militar en el conflicto, y eso merece explicarle a la opini¨®n p¨²blica por qu¨¦ se toma esa decisi¨®n.
Como consecuencia, nuestra opini¨®n p¨²blica ve la guerra como un conflicto lejano, cuando no lo es tanto. El riesgo de una intervenci¨®n de fuerzas terrestres aumenta cada d¨ªa. Si ¨¦sta se produce finalmente, los soldados espa?oles estar¨¢n junto a sus compa?eros de otros pa¨ªses de la OTAN y es de temer que algunos morir¨¢n junto a ellos. El Gobierno tendr¨ªa que responder entonces ante una poblaci¨®n que siga sin hacer suya esta guerra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Diplomacia
- Yugoslavia
- Ministerio de Defensa
- Opini¨®n
- Gobierno de Espa?a
- VI Legislatura Espa?a
- Guerra Kosovo
- Serbia
- Kosovo
- OTAN
- Fuerzas armadas
- Relaciones internacionales
- Legislaturas pol¨ªticas
- Ministerios
- PP
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica exterior
- Guerra
- Gobierno
- Defensa
- Conflictos
- Medios comunicaci¨®n
- Administraci¨®n Estado
- Organizaciones internacionales
- Administraci¨®n p¨²blica