Creadores e int¨¦rpretes

El Auditorio Nacional acogi¨® el mi¨¦rcoles dos acontecimientos: la presentaci¨®n de la Sinfon¨ªa n¨²mero 4 de Roberto Gerhard en el concierto de la Comunidad de Madrid a cargo de la Sinf¨®nica bajo la direcci¨®n de Josep Pons y la actuaci¨®n excepcional de uno de los m¨¢s consumados virtuosos del viol¨ªn, Zakhar Bron. La que vino a ser su ¨²ltima sinfon¨ªa, pues ya preparaba la quinta cuando muri¨® en Inglaterra, nos retrata al plural creador Roberto Gerhard de cuerpo y esp¨ªritu enteros. Desde su permanente inquietud, el m¨²sico de Valls, incapaz de acomodarse a los usos est¨¦ticos habituales, cuaja en esta partitura en una forma flexible en su continuidad a la vez firme y epis¨®dica, l¨ªrica, dram¨¢tica, ensimismada o comunicativa, seg¨²n los casos. La obra constituye un verdadero alarde de imaginaci¨®n en su sustancia y en su t¨¦cnica, y Josep Pons, con los profesores madrile?os, la explic¨® con toda claridad y brillantez, en algunos momentos excesiva por falta de control en los fort¨ªsimos. Sirvi¨® con mucha belleza los ¨²ltimos lieder de Strauss, excelent¨ªsimamente cantados por la soprano alemana Melanie Diener (1967), de materia, expresividad y t¨¦cnica de primera categor¨ªa. Termin¨® con una intensa versi¨®n del Preludio y muerte de Isolda, de Wagner.

Por la noche, el profesor de las Escuelas Superior Reina Sof¨ªa de Madrid y de la de Colonia, el simpar Zakhar Bron, en colaboraci¨®n con la pianista Irina Vinogradova, dict¨® lecciones inolvidables de dominio virtuosista y hondura de pensamiento. Las Sonatas en La Mayor, de Beethoven, y en Fa Mayor, de Mendelssohn, sentaron las bases para un conocimiento y un sentimiento art¨ªstico de gran vuelo y de perfecci¨®n asombrosa; fluyente y preciosa de sonido, en la que el concertista vocacional pedagogo de Uralsk se benefici¨® del pianismo de Irina Vinogradova, capaz de establecer un di¨¢logo equilibrado con Bron. Y es mucho decir, dada la exigencia, la t¨¦cnica y el calor humano de este violinista fuera de serie. Una Suite en estilo antiguo, de Schnittke; dos piezas de Paganini, la Habanera, de Saint-S?ens, y el Vals-Scherzo, de Chaikovski, completaron el recital.