Entre Iturrieta y el valle de Arana
A mil metros de altitud, el cultivo de la patata alcanza casi la perfecci¨®n. El tub¨¦rculo imprescindible para la alimentaci¨®n actual recupera esa categor¨ªa no reconocida (su historia reciente lo vincula con lo ordinario) que le hace merecedor no s¨®lo de una granja exclusiva, sino hasta de iglesia, txoko y monumento. As¨ª lo aprecia el visitante que llega hasta Iturrieta, en pleno coraz¨®n de la Monta?a alavesa, en una de esas peque?as mesetas que suelen aparecer en las alturas y que en esta ocasi¨®n ha servido para ubicar en ella una estaci¨®n de investigaci¨®n donde la patata es la reina y hasta donde no hace muchos a?os acud¨ªan sus cultivadores (los patateros, vocablo al que la mala fe ha dado una connotaci¨®n peyorativa) a colaborar en sus estudios. Aunque presenta cierto aspecto de abandono, es una poblaci¨®n nueva, construida en los a?os de esplendor franquista, cuando las iglesias eran inevitables siempre que se llevara a cabo una obra. Sorprende para el desconocedor de la historia oficial de este centro, la presencia preferente de un peque?o templo, construido en mamposter¨ªa y siller¨ªa. Y junto a ¨¦l, el monumento al patatero, form¨¢ndose as¨ª un binomio extravagante que da personalidad propia a esta estaci¨®n investigadora. El monumento es m¨¢s reciente, de 1984, y, tal como se?ala la placa biling¨¹e, se pretende que sea un encendido homenaje a este tub¨¦rculo y a sus productores. Pero en Iturrieta hay algo m¨¢s que esto: all¨ª est¨¢ una de las sedes del instituto AZTI-CIMA, uno de los dos centros que se dedican a investigar sobre la patata en Espa?a. La altitud de Iturrieta (1.000 metros) hace que haya escasas probabilidades de aparici¨®n de virus en los campos donde se trabaja para lograr la patata de siembra en la categor¨ªa de Super¨¦lite. Tradiciones comunales Un poco m¨¢s all¨¢ de Iturrieta, en el valle paralelo, despu¨¦s de pasar por la ermita de Santa Teodosia, se llega a Arana, uno de los espacios que mejor han conservado las tradiciones populares, las costumbres comunales en el cuidado del ganado, los pastos y las celebraciones religiosas y festivas. Compuesto por los pueblos de San Vicente de Arana, Alda, Ullibarri-Arana y Contrasta, este peque?o valle ofrece el atractivo de una monta?a pr¨¢cticamente desconocida fuera del territorio de ?lava. Sobre ¨¦l, en plena frontera con Navarra, la sierra de Entzia supone el comienzo de las estribaciones de la de Urbasa, una de las m¨¢s frecuentadas de Euskal Herria. Una de las tradiciones que se han conservado gracias a este aislamiento entre monta?as es la del rito de mayo, o la alzada de un tronco de haya en los primeros d¨ªas del mes que le da nombre. Hoy d¨ªa s¨®lo se mantiene en San Vicente, ya que en Alda, el otro pueblo en el que se realizaba la alzada, hace 40 a?os se suspendi¨® el festejo sine die despu¨¦s de que al bajar el haya desde la sierra la punta golpeara a un mozo y le rompiera una pierna. Lo mejor para explicar este rito que anualmente convoca a cientos de curiosos e interesados en San Vicente de Arana es acudir a un antrop¨®logo como Josetxu Mart¨ªnez Montoya, que ha estudiado la vida tradicional de este valle. "El d¨ªa en que se realiza el rito coincide con el inicio del tiempo fuerte de la vida campesina, el que va del 3 de mayo hasta el 29 de septiembre. Es el inicio ritual del ciclo de la planta. Es un tiempo acompa?ado por el toque del tentenublo [un ta?ido peculiar que se hace para conjurar las tormentas que da?an la cosecha], en el que rogativas, bendiciones, conjuros y romer¨ªas van a acompa?ar el trabajo de modelar la vida vegetal y animal para que el pueblo recoja las cosechas, venda los novillos y renueve los contratos". Aunque hoy este rito tiene un componente tur¨ªstico indudable, todav¨ªa contin¨²a siendo un referente para una poblaci¨®n, la del valle de Arana, que se dedica fundamentalmente a la ganader¨ªa y la agricultura. Y no falta su vinculaci¨®n religiosa que va m¨¢s all¨¢ de la bendici¨®n del tronco o del repique de campanas a lo largo de ese d¨ªa. Mart¨ªnez Montoya destaca que "no puede menos de establecerse una estrecha relaci¨®n entre el levantamiento del mayo y el rito de adoracion de la cruz en la liturgia cat¨®lica. Lo que cambia es la finalidad: mientras la cruz redime al pueblo y es signo de salvaci¨®n y sacrificio para dar vida en abundancia al ser humano, el mayo es signo de protecci¨®n de los campos". La ceremonia, que se celebrar¨¢ en una semana, comienza de buena ma?ana cuando los mozos suben al monte a por un buen tronco de haya. Luego llega el proceso de pelarlo, la instalaci¨®n de una veleta en la cima que se?alar¨¢ los vientos en el tiempo de cosecha, la adoraci¨®n por parte de todos los vecinos, la bendici¨®n del sacerdote y la alzada, mientras el oficiante del rito saca la plomada y verifica la verticalidad. As¨ª estar¨¢ hasta que el 14 de septiembre los vecinos bajen el mayo y sirva, una vez trabajado, para mayal del carro que transportar¨¢ las mieses, la le?a, las basuras,... Santa Teodosia ?ste y otros ritos se conservan en San Vicente de Arana, cabeza de un valle que se ha mantenido impermeable a los nuevos tiempos. Como la ascensi¨®n a la ermita de Santa Teodosia, una de las que mayor devoci¨®n tiene en el territorio alav¨¦s y en otras localidades del Pa¨ªs Vasco. La cofrad¨ªa cuenta con m¨¢s de 400 miembros que mantienen aquella tradici¨®n de visitar a la santa que mejor reparaba los dolores de re¨²ma, aunque hoy no suban hasta este templo con intenciones sanadoras sino a disfrutar de la sierra deEntzia, uno de los espacios verdes m¨¢s atractivos de ?lava. Y al otro lado de la ermita de Santa Teodosia, en Iturrieta, las instalaciones de la granja de investigaci¨®n de la patata languidecen con el paso del tiempo. Lo que hab¨ªa sido un lugar novedoso en su campo, tiene hoy con aspecto de abandono, carente de vida, que no da ni el monumento al patatero. Con much¨ªsimos menos a?os de existencia que las tradiciones del valle de Arana, esta explotaci¨®n cient¨ªfica mantiene, sin embargo, una vitalidad menor que la alzada del mayo o la procesi¨®n de Santa Teodosia.
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