El Rayo se despierta para machacar
El equipo de Vallecas golea al Lleida despu¨¦s de remontar un tanto adverso
Los dos equipos se tantearon somnolientos. Ni el Rayo ni el Lleida parec¨ªan rivales en una liga profesional. Los jugadores se saludaban cari?osamente, sonre¨ªan en cada interrupci¨®n del juego. Acaso por el viento racheado, que distra¨ªa la atenci¨®n. Quiz¨¢ por el p¨²blico, muy escaso y distante, que pronto, al igual que los futbolistas, comenz¨® a dar se?ales de aburrimiento. El despertar fue brusco. Transcurridos veinte minutos de sopor, Navarro se descolg¨® de la defensa, combin¨® r¨¢pido con Maqueda y apareci¨® sin marca en el ¨¢rea de penalti del Rayo para rematar a gol. Aumentaron los decibelios de pitidos en Vallecas. Por primera vez en lo que va de temporada, el p¨²blico se volvi¨® contra los suyos. Hab¨ªa consenso para la indignaci¨®n. De pronto los presentes comprendieron que el Lleida estaba haciendo un partido prolijo, serio, perfectamente canalizado a su favor con un dibujo enrevesado de 3-4-3 muy dif¨ªcil de traspasar.
RAYO VALLECANO 4
LLEIDA 1Rayo Vallecano: Lopetegui; Cota, Pablo Sanz (Tiago, m.74), Hern¨¢ndez, Alc¨¢zar; Est¨ªbariz, Pineda, Luis Cembranos, Van den Bergh (Mu?iz, m. 53); Bolo, Iv¨¢n Rosado (M¨ªchel II, m. 46). Lleida: Mora; Navarro, Stanic, Quique ?lvarez; Maqueda, Roa, Torrecilla, Moreno; Escoda, Josemi (Stolica, m.61), ilie. Goles: 1-0. M. 22. Moreno entra por la izquierda del ¨¢rea, recibe un pase de Maqueda y marca de disparo cruzado. 1-1. M. 23. Bolo, tras un error defensivo, bate a Mora. 2-1. M. 30. Mora en propia meta en un saque de esquina de Pineda. 3-1. M. 34. Luis Cembranos remata tras gran jugada por la izquierda. 4-1. M.81. M¨ªchel II, de cabeza. ?rbitro: Ram¨ªrez. Amonesto a V¨ªctor Mu?oz, Escoda, Moreno, Pablo Sanz, S. Ilie, Roa y, dos veces, a Stanic (min. 66 y 70) . Unos 4.000 espectadores en el estadio de Vallecas.
El Rayo vivi¨® un minuto de angustia pero tuvo suerte: el Lleida tambi¨¦n discurr¨ªa por la dispersi¨®n. Un error de bulto de la defensa del Lleida propici¨® el empate. Maqueda perdi¨® el bal¨®n ante Bolo, y sus compa?eros, los marcadores centrales, no aparecieron para cerrar la carrera corta del delantero vallecano. El l¨ªbero Stanic tampoco dio se?ales de vida. Y Bolo, solo en el ¨¢rea, empat¨® el partido tras rematar en semifallo.
El segundo gol del Rayo vino de manera insospechada. Los contrincantes insistieron en intercambiar saludos haciendo gala no s¨®lo de camarader¨ªa, sino de un vocabulario gestual de relieve. Andaban con paso cansino como dejando pasar la ma?ana, y en esas, en un saque de esquina, Pineda mand¨® el bal¨®n al ¨¢rea chica. No lo espera ninguno de sus compa?eros para cabecear. Pero estaba Mora, el portero del Lleida. Solo, elev¨® sus guantes hacia el bal¨®n, lo recibi¨® como baj¨¢ndolo a la hierba y lo poryect¨® hacia su red.
Mora fue un colaborador indispensable en la ejecuci¨®n segundo gol del Rayo. Y con ello, su equipo se qued¨® perdido, desmoralizado, y para ¨¦l se desat¨® un infierno en forma de sadismo colectivo. El p¨²blico del Rayo comenz¨® a corear su nombre, aplaudi¨® sus acciones, llam¨® cabr¨®n al seleccionador nacional Jos¨¦ Antonio Camacho y reclam¨® a Mora para la selecci¨®n. En el segundo tiempo, transcurrido con la porter¨ªa de Mora contra el fondo norte -c¨®nclave de los Bucaneros, fan¨¢ticos del Rayo- dio lugar a un espect¨¢culo penoso. Y el portero fue la v¨ªctima.
Con el partido a su favor, el Rayo encontr¨® espacios para hilvanar jugadas, abrir el campo, rasear el bal¨®n y meter dos goles m¨¢s. El dibujo del Lleida se convirti¨® en garabato tras la expulsi¨®n de Stanic, al comenzar la segunda mitad, por doble amonestaci¨®n. Muy atr¨¢s, sin nadie que adelantara las l¨ªneas y en inferioridad, los catalanes fueron superados en el medio campo. Retirado Josemi del campo, al Lleida se le agotaron las escasas ideas que mostraba en ataque y el Rayo se creci¨®.
Por fin, Sanz distribuy¨® el juego con autoridad, Pineda penetr¨® por la izquierda, Cembranos se movi¨® con astucia por el frente de ataque, y los puntas se vigorizaron. El Rayo se fue desperezando al comp¨¢s de sus propios goles y, gracias a la ca¨ªda de sus perseguidores, ya est¨¢ bien firme en el segundo puesto de la clasificaci¨®n.
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