Biagini y sus amuletos
Un collar mete al argentino en racha de goles, cinco en ocho d¨ªas
Detr¨¢s de los goles de Leonardo Biagini hay un collar. Tambi¨¦n la madurez del argentino como futbolista, un f¨ªsico m¨¢s completo y el olfato innato de delantero; pero, sobre todo, hay un collar. Se lo prest¨® hace una semana su compa?ero Paunovic y corre el rumor por el vestuario del Mallorca de que el objeto esconde un encantamiento. A Paunovic se lo hab¨ªa regalado a su vez Lauren, y el obsequio tambi¨¦n lleg¨® acompa?ado de goles. El caso es que desde que se lo colg¨® del cuello, pocos d¨ªas despu¨¦s de cumplir los 22 a?os, hace una semana, Biagini ha visto puerta en cinco ocasiones: un tanto ante el Bar?a, otro frente al Chelsea en la semifinal de la Recopa y tres m¨¢s contra el Athletic. De los cinco goles, tres llegaron de cabeza, una suerte tan poco frecuentada por el delantero que invita a dar por bueno el factor m¨¢gico. Que Biagini cree en los sortilegios y las supersticiones no es algo nuevo. Se sabe desde que lleg¨® a Espa?a hace cuatro temporadas, tan s¨®lo unos meses despu¨¦s de que ganara con Argentina el Mundial juvenil de Qatar 95. Biaggini -entonces su apellido aparec¨ªa escrito en su camiseta con dos ges- fich¨® por el Atl¨¦tico, y su contribuci¨®n al doblete no se limit¨® a 28 partidos y cuatro goles. Tambi¨¦n arrim¨® el hombro desde lo esot¨¦rico: pegaba una cruz de esparadrapo a la camiseta si sal¨ªa de titular, o tres en la pared del banquillo y otra en la media si era suplente; y la f¨®rmula, seg¨²n sostiene, dio suerte.
M¨¢s all¨¢ de los amuletos, apenas queda rastro en el Biagini actual del cr¨ªo aparentemente desnutrido que cruz¨® el charco con 18 a?os y un f¨ªsico repleto de sorpresas: un sistema muscular extremadamente fibroso, demasiado expuesto a las lesiones, y un crecimiento repentino -18 cent¨ªmetros de golpe en nueve meses; de 164 a 182- que deriv¨® en problemas de columna y de cadera. Corr¨ªa que parec¨ªa que se iba a romper en dos, descoordinado, pero a una velocidad fuera de lo com¨²n, supers¨®nica.
El Biagini actual, el que se busca la vida cedido en el Mallorca, como el a?o pasado en el M¨¦rida, a la espera de que el Atl¨¦tico le haga un hueco definitivo en su plantilla, sigue tan r¨¢pido como antes y su cuerpo ya no le hace jugarretas inesperadas: es m¨¢s fuerte, m¨¢s robusto, se mueve con mayor coordinaci¨®n. Su juego conserva un punto irritante de precip¨¬taci¨®n y descontrol, pero sus movimientos son cada vez m¨¢s da?inos. Y adem¨¢s ahora, mientras nadie le reclame el collar, tiene gol.
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