Ch¨¢vez avanza
EL CAUDILLISMO est¨¢, afortunadamente, de retirada en Latinoam¨¦rica, pero, como muestra el caso venezolano, sus tentaciones distan de haber muerto. Hugo Ch¨¢vez prometi¨® en diciembre una revoluci¨®n a sus conciudadanos si ganaba las elecciones, y el presidente de Venezuela no ha cedido terreno desde entonces. Aunque con una elevada abstenci¨®n, el antiguo jefe de paracaidistas ha ganado el refer¨¦ndum celebrado el domingo para convocar una Asamblea Constituyente. Ch¨¢vez, que se alz¨® holgadamente con el poder con la promesa de destruir un bipartidismo desacreditado, pretende que la nueva Asamblea redacte una Constituci¨®n de nuevo cu?o que, entre otras cosas, permita la reelecci¨®n presidencial en dos mandatos consecutivos, algo que est¨¢ vetado por la Carta Magna de 1961. El principio de no reelecci¨®n est¨¢ enraizado en la doctrina constitucional de Am¨¦rica Latina como barrera frente al caudillismo, pero a Ch¨¢vez ya se le han adelantado en la reforma Argentina y Per¨². Aun siendo muy alta, la abstenci¨®n de casi un 60% en una consulta planteada como un plebiscito no parece tanto una muestra de rechazo a Ch¨¢vez, como quiere presentar la desorientada oposici¨®n, cuanto el resultado de una convocatoria sin contrincantes, celebrada cuatro meses despu¨¦s de unos comicios que el ex teniente coronel golpista gan¨® con el 57% de los sufragios. Ni los desprestigiados partidos tradicionales se han opuesto al refer¨¦ndum del domingo (no ha habido campa?a a favor del no), ni el presidente ha perdido apoyo popular en los tres meses de gesti¨®n, seg¨²n todas las encuestas. De hecho, los democristianos de Copei pidieron el s¨ª y el socialdem¨®crata Acci¨®n Democr¨¢tica dej¨® libertad a sus militantes.
La prueba de fuego de las intenciones reales de Ch¨¢vez - si mantenerse en los cauces democr¨¢ticos o aprovechar su tir¨®n cesarista en un pa¨ªs harto de pol¨ªticos venales- la constituir¨¢n los poderes que le reserve la Constituyente, una asamblea unicameral que ser¨¢ elegida a finales de junio pr¨®ximo y tendr¨¢ seis meses de vida. No es ning¨²n secreto que el presidente, anticipando la victoria de los suyos unidos en torno al paraguas denominado Polo Patri¨®tico, quiere tener capacidad para disolver el Congreso, todav¨ªa en manos de sus enemigos pol¨ªticos, e incluso el poco d¨®cil Tribunal Supremo. Instituciones ambas a las que muchos venezolanos dicen considerar vestigios de un sistema de cuarenta a?os de reparto del poder que ha mantenido en la pobreza a la mayor¨ªa de los 23 millones de habitantes del pa¨ªs caribe?o. El mandatario venezolano quiere tambi¨¦n que la futura Constituyente permita a los militares participar en los procesos electorales, algo que ahora les est¨¢ prohibido.
Ch¨¢vez ha obtenido finalmente del debilitado Congreso, la semana pasada, poderes excepcionales durante seis meses para reducir el galopante d¨¦ficit fiscal venezolano, del orden del 8% del PIB, y revivir una econom¨ªa que sigue moribunda pese a la subida de los precios del crudo tras el acuerdo de la OPEP de reducir su producci¨®n. Hugo Ch¨¢vez, heredero de un desierto econ¨®mico, se ha mostrado hasta ahora singularmente cauto y conservador en el tratamiento de los graves problemas de su pa¨ªs en este terreno.
El auge de los sistemas democr¨¢ticos en Latinoam¨¦rica en los ¨²ltimos a?os y su creciente interdependencia hacen poco probable un retorno con ¨¦xito al caudillismo duro. En el caso venezolano, por reciente, subsiste la inc¨®gnita de si el presidente Ch¨¢vez habr¨¢ aprendido la lecci¨®n. Y si el empuje populista y demag¨®gico de que hace gala es s¨®lo una treta de quien se sabe favorito de las masas o esconde, por el contrario, las conocidas ambiciones de quienes se consideran predestinados salvadores de la patria. Las pr¨®ximas medidas econ¨®micas y la campa?a electoral en marcha para la Constituyente servir¨¢n para despejar algunas dudas.
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