Vasconia vegetariana
XABIER ZABALTZA Seg¨²n el paleoantrop¨®logo surafricano Glynn Isaac, la divisi¨®n del trabajo entre los sexos apareci¨® cuando nuestros antepasados se convirtieron en cazadores. Los grandes simios no humanos son todav¨ªa predominantemente vegetarianos y s¨®lo comen carne de modo excepcional. Una alimentaci¨®n vegetariana favorec¨ªa la falta de diferenciaci¨®n social entre los sexos, ya que las hembras pod¨ªan ir a buscar comida incluso cargadas con cr¨ªas. La caza implica un mayor alejamiento del refugio que el que exige la recolecci¨®n de fruta, adem¨¢s de un serio peligro, por lo que fue atribu¨ªda a los machos. Haciendo algo de historia-ficci¨®n, igual resulta que el germen que termin¨® destruyendo la igualitaria comunidad primitiva imaginada por Marx y Engels no fue la propiedad privada, sino el carnivorismo. El hombre primero domin¨® a la mujer y s¨®lo despu¨¦s domin¨® a otros hombres. Esa es precisamente la tesis de la historiadora feminista Gerda Lerner. Subraya Lerner que los primeros esclavos de los que hay noticia son todos mujeres y que s¨®lo tard¨ªamente se documenta la existencia de esclavos masculinos. El uso del cuerpo de la mujer como mercanc¨ªa est¨¢ en la base misma de la propiedad privada. No existe la esclavitud en las sociedades recolectoras. Tambi¨¦n la Biblia parece identificar la id¨ªlica Edad de Oro con el vegetarianismo. Dice el mismo Dios a nuestros primeros padres en el G¨¦nesis (1:29): "He aqu¨ª que os doy toda planta semin¨ªfera que existe sobre la haz de la tierra entera, y todo ¨¢rbol que contenga en s¨ª fruto de ¨¢rbol semin¨ªfero: os servir¨¢ de alimento". El ser humano se convierte en carn¨ªvoro s¨®lo despu¨¦s de la Ca¨ªda. Richard Wagner, m¨²sico y m¨ªstico, interpret¨® este vers¨ªculo al pie de la letra y crey¨® que el pecado original hab¨ªa consistido precisamente en comer carne, violando el mandato divino de alimentarse exclusivamente de vegetales. Es absurdo contraponer la lucha por los derechos de los animales a la lucha por los derechos humanos. El vegetarianismo ha estado siempre vinculado al pacifismo, a la ecolog¨ªa y a la no violencia. Grandes fil¨¢ntropos han sido vegetarianos: Buda, Mahavira, Pit¨¢goras, Leonardo da Vinci, Tagore, Tolstoi, Gandhi, Thoreau y Edison, por ejemplo (los rumores de que tambi¨¦n Hitler era vegetariano son infundados; el error procede sin duda de la admiraci¨®n que sent¨ªa por Wagner, que s¨ª lo era). El costo energ¨¦tico de un plato de arroz es mucho menor que el de un pedazo de carne. Frances Moore Lapp¨¦, conocida experta en nutrici¨®n, nos invita a imaginar lo siguiente mientras contemplamos un filete de 150 gramos: "Ahora sup¨®n que en el comedor hay cincuenta personas, cada una de ellas con una taza vac¨ªa. El coste alimenticio de tu filete hubiera podido llenar las cincuenta tazas con cereales". Seg¨²n el profesor estadounidense Vic Sussman, la alimentaci¨®n vegetariana permite subsistir como m¨ªnimo a diez veces m¨¢s personas con la misma cantidad de tierra. Es imposible que los cinco mil millones de habitantes de este planeta comamos carne o pescado todos los d¨ªas. Pero s¨®lo tendremos autoridad moral para exigir a los pa¨ªses del llamado Tercer Mundo que utilicen sus recursos para producir vegetales y no para alimentar a sus vacas (o peor a¨²n: a las nuestras) cuando nosotros mismos prediquemos con el ejemplo. Pero volvamos a nuestro peque?o pa¨ªs. El culto a la carne (me refiero a la de comer, no a la otra), se ha convertido en un s¨ªmbolo m¨¢s de nuestra maltrecha identidad. En Vasconia se identifica comer bien con la ley del pobre ("reventar antes que sobre") y el vegetarianismo con los Hare Krishna. Sobre todo en las zonas rurales, el aprecio que se siente por el comensal est¨¢ en relaci¨®n directa al tama?o de la raci¨®n que se le ofrece. Aqu¨ª es de lo m¨¢s normal que hasta una manifestaci¨®n ecologista termine con una txistorrada. No estar¨ªa de m¨¢s que tambi¨¦n en esta cuesti¨®n nos fu¨¦ramos equiparando con el resto de Europa y que el vegetarianismo fuera paulatinamente asumido por las fuerzas progresistas de nuestra sociedad.
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