Miles de refugiados duermen a la intemperie
Una nueva avalancha de desplazados desborda los campamentos de acogida en Macedonia
No por anticipado el drama es menos cierto: no caben m¨¢s. Tan s¨®lo en el d¨ªa de ayer fueron m¨¢s de 2.000 los deportados albanokosovares que cruzaron a Macedonia por el puesto fronterizo de Blace. Abarrotaron hasta l¨ªmites insospechables los campos de Stankovic. "Al menos se ha triplicado la capacidad de los campamentos", asegur¨® con visible preocupaci¨®n el portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Ron Redmond. Y sin dramatismos, pero como una realidad que podr¨ªa extenderse si la situaci¨®n contin¨²a agrav¨¢ndose, anunci¨® que ya se hab¨ªan dado los primeros brotes de sarampi¨®n y hepatitis entre los deportados.
ENVIADA ESPECIAL
Nada hac¨ªa pensar ayer que la crisis de los refugiados fuera a decaer. Todo lo contrario. Otras 3.000 personas permanec¨ªan en tierra de nadie en Blace a la espera de poder entrar en Macedonia mientras que 2.000 m¨¢s se agolpaban en el paso norte?o de Lojane. "Muchos de los que lleguen a partir de ahora tendr¨¢n que dormir a la intemperie. S¨®lo podremos darles una bolsa de pl¨¢stico para que se aislen del barro y del fr¨ªo", reconoc¨ªa ayer Redmond. Ante la evidente falta de espacio, el portavoz de ACNUR anunci¨® que se esperaba que para finales de esta semana 10.000 nuevas plazas pudieran paliar la escasez ya existente. Pero mientras que miles de personas durmieron anoche a cielo descubierto, el Gobierno macedonio, a pesar de haber autorizado la construcci¨®n de nuevos campos, segu¨ªa ayer pleiteando con los propietarios por la cesi¨®n de los futuros terrenos.
"Ya no existen ni siquiera unas m¨ªnimas condiciones sanitarias y m¨¦dicas", confirm¨® Redmond. Hasta los propios polic¨ªas macedonios empiezan a darse cuenta. Al mediod¨ªa, pulcro pero como si tratara con ganado, un trabajador local fumigaba constantemente el espacio que minutos antes hab¨ªan ocupado los miles de sucios y desarrapados deportados del r¨¦gimen de Milosevic.
Durante la ma?ana, las fuerzas del orden decidieron franquear el paso a trav¨¦s de la frontera a una mujer enferma. La dejaron tirada, en medio de la carretera, desmayada y paralizada de cintura para abajo. Necesitaba un m¨¦dico con urgencia. Pero nadie acudi¨® en su ayuda. S¨®lo los fot¨®grafos y c¨¢maras de televisi¨®n parec¨ªan interesarse por su presencia mientras filmaban su agon¨ªa. Finalmente, un taxista actu¨® por su cuenta y la traslad¨® al hospital de la ciudad.
Impotencia
Todos se sienten impotentes. Los trabajadores de las organizaciones humanitarias no pueden m¨¢s. Est¨¢n desbordados por una crisis que dura ya m¨¢s de tres semanas. "Entra mucha m¨¢s gente de la que sale. Es una situaci¨®n inabordable", asegur¨® un miembro de Acci¨®n contra el Hambre. "Y lo peor est¨¢ por llegar. Son miles m¨¢s los que vienen de camino", advirti¨®. Y es que en el interior de Kosovo la cifra de desplazados ya alcanza los 820.000, seg¨²n inform¨® ayer el comandante supremo de las fuerzas de la OTAN, Wesley Clark. Los refugiados que ayer consiguieron escapar a la pesadilla que se vive en Kosovo aseguraron que hab¨ªan visto a miles y miles de personas esperando en las estaciones de tren y en las carreteras. "Est¨¢n desesperados. Quieren salir. Y si no consiguen subirse a un tren vendr¨¢n andando, pero vendr¨¢n", relat¨® un hombre que hab¨ªa pasado junto a su mujer y su hijo dos noches en la tierra de nadie de Blace. "En Kosovo s¨®lo hay perros. No queda nadie. Somos todos refugiados", se lament¨® desde la ventana del autob¨²s rojo que le condujo al campamento de deportados.
A pesar de que se consideran prisioneros tras las cada vez m¨¢s largas alambradas del campo, se sienten seguros por haber dejado atr¨¢s el horror instaurado d¨ªa tras d¨ªa por Belgrado: matanzas, torturas y violaciones est¨¢n en boca de todos. Unos las vivieron. Otros las presenciaron.
Cuando Muhamed lleg¨® a su casa en el pueblo de Sloni, los paramilitares disparaban como locos contra todo. Cuando uno de ellos advirti¨® su presencia, se dio la vuelta y le meti¨® el ca?¨®n todav¨ªa caliente del Kalasnikov en la boca. "Tienes cinco minutos para largarte", le espet¨® enloquecido. Todav¨ªa hoy con la marca de la quemadura en la boca se lamenta de que ni siquiera tuvo tiempo de recoger comida para su beb¨¦ de seis meses. Cuando se alejaba a toda prisa pudo contemplar como su casa estaba en llamas. "Quieren hacernos desaparecer. Por eso lo queman todo". Y sentencia: "Conseguir¨¢n acabar con todos nosotros".
Hecho un ovillo bajo una manta mojada y sucia, un anciano cuenta cansinamente a salvo en el campo de refugiados de Stankovic I c¨®mo despu¨¦s de mucho golpearle en la cabeza, los militares serbios le amenazaron con matar a su esposa. "Se la llevaron a la habitaci¨®n de al lado y comenc¨¦ a oir disparos", prosigue. "Entonces no pude m¨¢s y me desmay¨¦", recuerda. "S¨®lo quisieron torturarme porque cuando me despert¨¦ mi mujer me curaba las heridas", asegura mientras suplica que no se le hagan m¨¢s preguntas.
"Son unos asesinos", alcanza a gritar una mujer que dice haber perdido a cinco miembros de su familia en una matanza ocurrida el 15 de abril en Sllovia. "Mataron a sangre fr¨ªa a 40 personas", confiesa asustada y da gracias por haber escapado de la barbarie practicada por los serbios. A su lado, un hombre joven se declara tambi¨¦n afortunado. "En mi pueblo separaron a las mujeres de los hombres y se los llevaron a todos. Luego aparecieron muertos. Antes los hab¨ªan golpeado brutalmente", prosigue. "No me pregunte por qu¨¦ estoy vivo porque ni yo mismo lo se", insiste. "S¨®lo pido a la OTAN que acabe con los serbios. Que bombardee Serbia hasta que no quede ni un solo asesino", finaliza.
Entre los cientos y cientos de refugiados que ayer cruzaron la frontera macedonia algunos aseguraban no venir de la provincia albanesa de Kosovo. Hab¨ªan sido expulsados de Preshevoc, Trnovc o Bujanovc. Todos ellos pueblos serbios en Yugoslavia. No eran demasiados, quiz¨¢ varios cientos de personas. Y advert¨ªan: "Milosevic no parar¨¢ hasta que no acabe con todos los albaneses".
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