"S¨®lo los que no aspiramos a premios tenemos libertad de expresi¨®n"
Juan Goytisolo ha anudado con un divertido retru¨¦cano su ¨²ltima colecci¨®n de ensayos que ha publicado Seix Barral. Cogitus interruptus -la frase es del poeta Ignacio Prat- sugiere que el pensamiento es un coito, nunca del todo formalizado. Ahora bien: todos estos ensayos, como es propio en la escritura de Goytisolo, tienen una seria y apasionada voluntad de fecundaci¨®n. Pregunta. Uno de los discursos transversales del libro es el destino aciago de la cultura espa?ola, ayer sujeta a la Inquisici¨®n y a la censura y hoy sometida, seg¨²n su juicio, a los mandarinatos universitarios y al mercado borreguero.
Respuesta. En Espa?a se ha pasado de lo pol¨ªticamente incorrecto a lo culturalmente incorrecto. Esto ¨²ltimo no se proh¨ªbe, pero no se difunde, y es muy raro escuchar voces propias. Brodski ten¨ªa una frase para estas situaciones: "Cuanto m¨¢s clara es mi voz m¨¢s disonante suena en el grupo de los que cantan a coro". Yo no soy un disidente, sino alguien que habla con voz propia. S¨®lo los que no aspiramos a premios, los que no concebimos la literatura como una carrera tenemos libertad de expresi¨®n.
P. ?Le parece un fen¨®meno espec¨ªficamente espa?ol?
R. No, tambi¨¦n se da en Francia, que es otra sociedad que conozco bien. El panorama de la literatura francesa es muy pobre.
P. Aunque el valor social de la literatura es otro.
R. S¨ª, el nivel cultural nada tiene que ver con el espa?ol. All¨ª los cr¨ªticos martirizaron a Flaubert, pero el p¨²blico sigui¨® ley¨¦ndole. En Espa?a, martirizaron a Clar¨ªn, y eso supuso que durante medio siglo una de las novelas m¨¢s grandes de la literatura espa?ola fuera pr¨¢cticamente desconocida. En este caso nuestro, la censura se apoya en la realidad de un pa¨ªs bastante iletrado. Hace poco estaba en Almer¨ªa, con Jos¨¦ Guirao, el director del Reina Sof¨ªa. De pronto se me planta una se?ora delante, abre los brazos y dice con mucho ¨¦nfasis: "?M¨ªrenlo, aqu¨ª est¨¢, es ¨¦l, el mismo, el gran autor de Bodas de sangre!".
P. ?No le estar¨ªa tomando el pelo?
R. En absoluto, Guirao es testigo. Por supuesto, no comet¨ª la crueldad de desmentirla.
P. ?Est¨¢ satisfecho de la recepci¨®n que ha tenido y tiene su obra?
R. Yo soy un escritor minoritario, y no aspiro a que cambie mi suerte. Siempre digo que una buena editorial es la que publica libros que le dan el dinero suficiente para publicar otros que no le dar¨¢n demasiado. Una vez, en Buenos Aires, alguien me hizo una pregunta malintencionada sobre P¨¦rez-Reverte. Iba completamente equivocado. Nunca har¨¦ cr¨ªticas de P¨¦rez-Reverte ni de nadie similar. Estar¨ªa bueno que el par¨¢sito criticara el cuerpo que parasita.
P. ?Y en cuanto al juicio cr¨ªtico que ha tenido su obra?
R. Un escritor no debe dejarse influir ni por las cr¨ªticas ni por las alabanzas. La valoraci¨®n justa de un escritor comienza cuando ya no puede defenderse. Y el escritor debe escribir pensando en este momento. Yo siempre he procurado hacerme el muerto. He tratado de evitar en la medida de lo posible todos los festivales que acompa?an a la tarea de escribir.
P. Otro de los discursos que atraviesan su Cogitus: la cr¨ªtica de las mitolog¨ªas nacionales.
R. S¨ª, vivimos un momento muy precario. El concepto de ciudadano se est¨¢ poniendo continuamente en tela de juicio con todo tipo de afirmaciones identitarias. El ejemplo yugoslavo: al menos con Tito se hab¨ªa salvado el car¨¢cter multi¨¦tnico de aquel Estado...
P. ?Eran ciudadanos los yugoslavos de Tito?
R. Hummm... Es verdad que Yugoslavia no era una democracia, pero Tito hab¨ªa logrado que se sintieran yugoslavos. Un amigo de Sarajevo me dec¨ªa: "Yo primero era yugoslavo, luego bosnio y ahora soy s¨®lo musulm¨¢n". Bueno, este achicamiento me parece grav¨ªsimo.
P. La pregunta es si el Estado multi¨¦tnico puede ser democr¨¢tico.
R. Lo f¨¢cil, siempre, es caer en la barbarie y lo dif¨ªcil es superarla.
P. Usted estuvo contra la guerra, cuando Sadam Husein. ?Y ahora?
R. No hay que castigar a un pueblo por los cr¨ªmenes de su Gobierno. En el caso yugoslavo hace mucho tiempo que se tendr¨ªa que haber intervenido. Los Estados europeos han cometido muchos errores.
P. ?Pero qu¨¦ se hace ahora?
R. Hay que acabar con Milosevic.
P. En el libro hay grandes elogios de Gimferrer y su poemario Mascarada. ?l siempre dice que entre las influencias necesarias para escribir este libro estuvo usted.
R. Admiro ese libro. Transformar en materia po¨¦tica lo m¨¢s vergonzoso del ser humano, algo considerado como lo m¨¢s innoble, es una haza?a.
P. ?El escritor est¨¢ obligado a la audacia moral?
R. Yo creo en esa obligaci¨®n. A la audacia moral y a la audacia ling¨¹¨ªstica. Pero, claro, hay grandes canallas admirables en la historia de la literatura.
P. ?Los suyos?
R. Quevedo. Era un completo canalla. Escribi¨® poemas innobles contra las mujeres, los negros, los jud¨ªos, los homosexuales. Para colmo, alardeaba de patriota y luego se supo que trabajaba para el rey de Francia. Es uno de los casos en que no hay otro remedio que admirar al escritor y odiar al autor.
P. Tal vez exponerse, mostrarse as¨ª sea una forma de audacia.
R. Lleg¨® muy lejos. De su particular infierno ¨²nicamente excluy¨® a los curas de aldea y a los militares. S¨®lo la cierta reivindicaci¨®n de lo fecal nos lo hace humano.
P. Hace meses muri¨® su hermano Jos¨¦ Agust¨ªn.
R. No quiero hablar de eso.
P. ?Se trataban?
R. No mucho en los ¨²ltimos tiempos. No quiero hablar. Por otra parte, desde la muerte de Monique, yo ya vivo como los m¨ªsticos, sin esperar nada y sin temer nada.
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