Reivindicaciones de los proyectos. Jos¨¦ Miguel Iribas.
El protagonismo creciente de las ciudades en los procesos de articulaci¨®n regional, en detrimento del poder estatal, es un asunto que ya no est¨¢ a debate. Ese es el contexto en el cual se va a materializar una gran parte de la acci¨®n administrativa en los pr¨®ximos decenios en todo el mundo y as¨ª lo han entendido las ciudades m¨¢s din¨¢micas, que se aprestan a dise?ar su futuro poniendo en juego todos sus activos, dentro de un proceso de aguda competitividad de la que saldr¨¢n beneficiadas quienes mejor hayan trabajado. Ocioso es decir que uno de los m¨¢s importantes activos a desarrollar es el turismo, uno de los reductos econ¨®micos donde las competencias y responsabilidades p¨²blicas son todav¨ªa muy importantes. Llegan noticias sobre el inter¨¦s extraordinario y creciente que despierta en Estados Unidos el turismo urbano y de c¨®mo las mejores ciudades de aquel pa¨ªs se proponen avanzar en el dise?o de programas. Y no extra?a, teniendo en cuenta que en una ciudad como Nueva York, que alberga la mayor bolsa del mundo, es un poderoso centro de negocios, tiene un puerto repleto de actividad y es uno de los centros aeroportuarios de m¨¢s tr¨¢nsito en el planeta, el turismo contribuye al PIB en magnitudes superiores al 15%. Otras ciudades europeas (Par¨ªs, Londres, Roma, Viena, Amsterdam o Praga), avanzan tambi¨¦n en esa direcci¨®n. Sorprende todav¨ªa que en un pa¨ªs, como Espa?a, puntero en la materia, esta l¨ªnea de actuaci¨®n despierte, m¨¢s que desconfianza, un supino desinter¨¦s. Excepciones hay, desde luego. Barcelona es un ejemplo: sus mejoras de dise?o program¨¢tico y de gesti¨®n y promoci¨®n han aumentado ostensiblemente sus rendimientos desde los Juegos Ol¨ªmpicos. Tambi¨¦n Granada ha registrado crecimientos y, m¨¢s recientemente, Bilbao ha sacado excelente partido del Guggenheim y se ha transformado en objeto de inter¨¦s para m¨¢s de un mill¨®n y medio de visitantes s¨®lo en el primer a?o. ?Y Valencia? Cuando de turismo se trata viene siempre a mi memoria el viejo texto entusi¨¢stico de Kenneth Tynan. Tan amorosa como cr¨ªtica disecci¨®n de las virtudes y defectos de esta impagable ciudad se resum¨ªa en una lapidaria definici¨®n que, lamentablemente, sigue plena de actualidad: "Valencia, capital mundial del antiturismo", dec¨ªa el recalcitrante brit¨¢nico, lleno de ardorosa pasi¨®n por esta ciudad desconcertante. Dec¨ªa m¨¢s cosas que no quiero repetir aqu¨ª, para no herir m¨¢s susceptibilidades, pero me quedo con esa frase que, treinta a?os despu¨¦s de ser formulada, sigue de plena actualidad. Nunca he podido comprender c¨®mo Valencia sigue ajena a algunas de las corrientes m¨¢s intensas de la modernidad econ¨®mica y, entre ellas, al turismo. Porque argumentos no le faltan: disfruta de un parque metropolitano, el del Saler, sin parang¨®n en el Mediterr¨¢neo, compuesto por un extraordinario bosque paralelo a una magn¨ªfica playa: un p¨®rtico deslumbrante para uno de los espacios h¨²medos m¨¢s bellos y singulares de Europa: la excepcional Albufera. Y, siendo la tercera ciudad espa?ola, tiene importantes activos en todos los terrenos: un clima benigno a lo largo de todo el a?o; una oferta cultural muy mejorable, pero sin duda interesante; un patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico cuyo valor merecer¨ªa mejor suerte (o mejor se?or); una atractiva oferta de espect¨¢culos, incluidos los deportivos; una excelente disposici¨®n hacia la fiesta, que no termina, pero s¨ª empieza, en las archifamosas Fallas. Y, para colof¨®n, un talante abierto y acogedor, testimonio y fruto de su pasado y presente hortelano. Con esta poderosa palanca, cualquier Arqu¨ªmedes tur¨ªstico hubiera movido el planeta. Pero lo cierto es que el turismo no termina de funcionar. Siendo una ciudad de negocios, exportadora y comercialmente vital, con m¨¢s de un mill¨®n y medio de habitantes en su ¨¢rea metropolitana y ampliamente dotada para el turismo veraniego y de fines de semana, Valencia ofrece un pobre balance en infraestructuras de soporte. El alojamiento hotelero es insuficiente: siendo, como se ha dicho, la tercera ciudad de Espa?a, no es sino la trigesimoprimera en cuanto a plazas ofertadas, a mucha distancia de Madrid, Barcelona y Sevilla y claramente por detr¨¢s tambi¨¦n de Palma de Mallorca, Las Palmas y Granada. Y lo peor es que tiene una ocupaci¨®n bastante inferior a la de estas capitales: su desatenci¨®n hacia la clientela tur¨ªstica es obvia, pues el uso desciende precisamente los fines de semana y los meses de julio y agosto. Y de las urbanizaciones tur¨ªsticas de su inmediata periferia mejor no hablar. Tampoco su oferta gastron¨®mica parece muy relevante. El examen de las gu¨ªas m¨¢s conocidas no deja a la ciudad en muy buen lugar y la propia Michelin, la m¨¢s prestigiosa y valorada de todas ellas, reconoce un solo restaurante de una estrella en toda la provincia, lo cual le situar¨ªa como la duod¨¦cima espa?ola (igualada con otras cinco m¨¢s). Las dem¨¢s gu¨ªas tampoco mejoran este pobre balance. No se aprovechan apenas las playas como recurso tur¨ªstico ni se protege la fachada litoral, a lo cual no es ajeno el car¨¢cter predominantemente fluvial de esta ciudad, que ignora cuanto puede su condici¨®n mar¨ªtima, como evidencia el timorato proyecto del Balc¨®n al Mar, limitado a actuaciones sobre suelos portuarios, o la estent¨®rea renuncia a que la ciudad llegue (?por fin!) al mar por v¨ªas m¨¢s atractivas que la avenida del Puerto. Se construye el Palacio de Congresos en un lugar inadecuado, alejado del centro, contra la tendencia actual, y se desaprovecha la oportunidad que le brinda una inversi¨®n tan cuantiosa como la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, cuyo multimillonario coste (entre cuatro y seis veces superior al del Guggenheim), no ha permitido extraer por el momento beneficios tangibles en ning¨²n orden, ni siquiera en el de la imagen exterior. Y hay m¨¢s, pero no es el caso insistir sobre lo ya conocido. Todo eso ocurre porque, entre otras cosas, falta un proyecto urbano, y dentro del mismo, un proyecto tur¨ªstico, que oriente y dinamice la acci¨®n p¨²blica y privada en funci¨®n de objetivos que, aunque ambiciosos, sean posibles. Llegan ahora las elecciones y habr¨¢ que estar atento a ver si alg¨²n programa pol¨ªtico se toma en serio esto de la ciudad y esto del turismo, que es una forma cabal de tomarse en serio al electorado. Mantengamos la esperanza, aunque sea por pasar el rato..
Jos¨¦ Miguel Iribas es soci¨®logo
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