Angustia
Quiero informarle sobre la angustia sufrida por mi amiga y yo, durante la tarde del s¨¢bado 20 de marzo, en el paso subterr¨¢neo entre la plaza de Cibeles y calle de Alcal¨¢, y m¨¢s tarde, en la comisar¨ªa central de Madrid. Somos dos se?oras (tenemos m¨¢s de sesenta a?os) aficionadas a las bellas artes, y hemos visitado, con frecuencia y alegr¨ªa, muchos museos y exposiciones en Europa del norte. Nuestra visita a Madrid, esperada con ilusi¨®n, empez¨® el 18 de marzo, con medio d¨ªa muy agradable en el Museo Thyssen-Bornemisza, luego d¨ªa y medio en el Prado, desde donde volv¨ªamos hacia nuestro hotel a las cuatro y media de la tarde, cuando nos atacaron y robaron en el paso subterr¨¢neo.Nos parec¨ªa, como no hubo paso para peatones en la calle, que no tuvimos m¨¢s remedio que ir por ese paso, aunque de mala gana. Hab¨ªa unas personas delante de nosotras, llev¨¢bamos bolsos fuertes y cerrados liados a nuestras cinturas y camin¨¢bamos resueltamente. Cre¨ªamos que hab¨ªamos tomado bastantes precauciones.
Tres gamberros j¨®venes nos atacaron desde atr¨¢s. Nadie vino a ayudarnos, aunque grit¨¢bamos, y nadie hizo caso ni de nosotras ni tampoco de los j¨®venes escapando con nuestros bolsos. No se ve¨ªa ning¨²n guardia ni siquiera cuando salimos a la calle en un estado que daba l¨¢stima. Tampoco encontramos ning¨²n taxi, as¨ª que tuvimos que buscar una parada de autob¨²s de alguna manera. Lo ir¨®nico del contraste, entre la asistencia enorme de guardias armadas a las puertas del Prado y la ausencia total en un sitio flamante peligroso para los turistas, nos hizo mala impresi¨®n. Al llegar al hotel, nos dijeron que no servir¨ªa de nada telefonear a la polic¨ªa, que tendr¨ªamos que andar a la comisar¨ªa m¨¢s cercana, el centro. All¨ª nos trataron con indiferencia y sin simpat¨ªa. Volvimos all¨ª otra vez m¨¢s tarde y estuvo peor. Su actitud tan indiferente nos indica que las autoridades espa?olas han aceptado y han estado derrotadas por sus mismos delincuentes, y si tales acontecimientos son tan corrientes, que ha desaparecido su piedad humana.
?Claro que vamos a reclamar recompensa desde nuestra compa?¨ªa de seguros! Pero perder nuestras cosas tiene menos importancia que nuestro estado nervioso, que sigue hasta ahora, y que el perder de confianza sufrido. ?Qu¨¦ barbaridad!- y M. E. Warnock.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.