El juego de llorar y re¨ªr hasta las l¨¢grimas
El escritor y pintor Gin¨¦s Li¨¦bana relata en un libro las andanzas de Casanova en Priego de C¨®rdoba
Giacomo Casanova, uno de los personajes m¨¢s inolvidables del siglo XVIII, estuvo en Priego de C¨®rdoba. ?sta es, al menos, la propuesta del pintor y escritor Gin¨¦s Li¨¦bana, que acaba de publicar La Industria del deseo en Ediciones Edisur, en C¨®rdoba. A aquel seductor, que dej¨® unas memorias llenas de fuerza y que pas¨® del esplendor a la miseria, le viene como anillo al dedo una ciudad que fue pujante durante siglos para decaer m¨¢s tarde. "Lo que hago yo es reciclar. Es una labor muy necesaria en este momento. Hoy en d¨ªa tenemos a nuestro alcance toda la cultura y esto no se aprovecha. Se ha abandonado la tradici¨®n, a los cl¨¢sicos... Yo recojo y recopilo esa tradici¨®n y esos cl¨¢sicos, queriendo sorprender y haci¨¦ndolo con humor", explica Li¨¦bana. "Mi libro es una miscel¨¢nea en la que intervienen el humor y el sentimiento", agrega el pintor y escritor. Li¨¦bana perteneci¨® al grupo C¨¢ntico, una de las iniciativas m¨¢s originales y rompedoras en el enfangado ambiente art¨ªstico y literario de la posguerra. "Un grupo como C¨¢ntico s¨®lo se puede dar en C¨®rdoba. Es una ciudad que siempre ha permanecido como empolvada, indiferente... C¨®rdoba es una ciudad de herejes. Casanova es un personaje que le va a C¨®rdoba. Ese Casanova de la pel¨ªcula de Fellini, desvalido, desnudo... Se olvida de que es un gal¨¢n y se entrega. Casanova se queda tan desvalido que surge el amor. Porque el amor es cosa de pobres. El amor nace de la congoja, de la melancol¨ªa", explica Li¨¦bana. La Industria del deseo es un libro de teatro que rompe las costuras de las convenciones dram¨¢ticas hasta convertir en harapos la casaca m¨¢s elegante. El escritor Francisco Nieva deja claro este hecho en el pr¨®logo del libro. "Uno se interna, asombrado, por esos di¨¢logos, y se pregunta ?qu¨¦ quieren decir? Pues es muy sencillo. Lo que est¨¢n diciendo", afirma Nieva. "?Teatro surrealista, teatro del absurdo, teatro disecado, teatro vivo y muerto, dada¨ªsmo barroco? Imposible ser¨ªa definirlo con otras leyes que no sean las de su proveedor y que no nos lleguen de su desv¨¢n secreto, henchido de subjetividad, una subjetividad de ni?o zalamero y, a la vez, enemigo, que juega s¨®lo a llorar y re¨ªr hasta las l¨¢grimas. Pero, -?esto va en serio?- nos preguntamos. Ni en serio ni en broma, sino todo lo contrario. Su cuota de ambig¨¹edad es la m¨¢xima que se puede dar", escribe Nieva. "Casanova estuvo en la provincia de C¨®rdoba durante el reinado de Carlos III. A trav¨¦s de esa historia real me invent¨¦ un posible encuentro de Casanova con el Conde de Superunda. Porque Priego de C¨®rdoba es una ciudad del tardobarroco, con edificios empapados de arte... Hay una cierta riqueza que viene del Gran Capit¨¢n. Un barroquismo fabuloso", explica Li¨¦bana. De ese barroquismo, entreverado, de humor puede dar fe el delirante di¨¢logo que mantienen en una fiesta de m¨¢scaras una maja verde de Chipre y un camarlengo. La riqueza de insultos s¨®lo puede ser emulada por los del Capit¨¢n Haddock: "Piripollo de la orden capitolina", "fil¨®sofo guillotina", "malvachinas", "terminal sarraceno", "motil¨®n", "Agamen¨®n", "poeta-pavo", "florestal-feudal"... Y as¨ª. A la hora de leer La Industria del deseo hay que abandonar cualquier l¨®gica racional. Aqu¨ª no vale la ley de la causa y el efecto. Es mejor entrar en la obra como en un jard¨ªn donde s¨®lo caben los prodigios. Cuando se le inquiere por su identidad, un "disfrazado de Antifantas¨ªa" responde as¨ª: "[soy] asistidor de llantos, arropador de los faltos de calor. Lo que yo sufro, lo practico con otros. Lo que ha sucedido aqu¨ª es de mi incumbencia. Yo envenen¨¦ a este hombre con una taza de caldo de ave de rapi?a".
Un vanguardista enigm¨¢tico
Giacomo Casanova pasea por ese mundo estrafalario y misterioso, lleno de espejos y sombras, que dibuja Gin¨¦s Li¨¦bana en La Industria del deseo. El caballero veneciano muri¨® en 1798, a los 73 a?os. Casanova gastaba los ¨²ltimos d¨ªas de su vida como bibliotecario al servicio de un noble de Bohemia. Federico Fellini dibuj¨® en su famosa pel¨ªcula un pat¨¦tico y grotesco Casanova que se tambaleaba por un mundo de brutalidad y melancol¨ªa. El escritor Arthur Schnitzler se fij¨® en la decadencia de Casanova. Ayudado por una estratagema que encubre los estragos del tiempo, el Casanova de Schnitzler conquista a una mujer. Al ser descubierta su vejez, la mujer siente repulsi¨®n. Con la amargura del rechazo, Casanova se siente lo suficientemente desasido de todo para consumar una traici¨®n que le permita regresar a su amada Venecia. El Casanova de Li¨¦bana tambi¨¦n recurre al disfraz y al simulacro y se mueve entre otros enmascarados a los acordes de una danza que s¨®lo lleva a la muerte. Nada tiene sentido. El absurdo es la palabra que designa lo innombrable de ese mundo como un remedo fallido. El escritor Francisco Nieva resume muy bien la sensaci¨®n que deja la obra de Li¨¦bana. "Este misterioso objeto teatral se hace digno de conocer para demostrar, cuanto menos, que aquel grupo, ya hist¨®rico, de C¨¢ntico albergaba, tambi¨¦n en su seno, a un vanguardista tan osado, radical y enigm¨¢tico como Gin¨¦s Li¨¦bana", afirma Nieva.
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