Mira los arlequines
JAVIER UGARTE ?Estamos ante el final del terrorismo de ETA? Pudiera ser. En cualquier caso, ¨¦sa y no otra es la cuesti¨®n que antes y ahora nos preocupa. La pugna entre identidades nacionales ocupa un lugar muy secundario entre las preocupaciones de la gente. De modo que ni Quebec (nacionalismo) ni Irlanda (violencia m¨¢s nacionalismo), nuestro problema perentorio era la terror. Pero las cosas en pol¨ªtica nunca son tan claras. El fin de la violencia tira hoy ya de la cuesti¨®n nacionalista. Tal vez era inevitable y hubiera tirado igual de haber sido otra la v¨ªa. El hecho cierto es que desde Lizarra viene escenific¨¢ndose ese confuso final como una gran crisis (m¨¢s teatral que real) con la que alumbrar un nuevo escenario pol¨ªtico. Es, desde luego, un tr¨¢nsito posible, aunque peligroso. El simple hecho de ponerse a caminar ya juega a favor y atrae a quienes hasta hoy se sent¨ªan ajenos al sistema. Pero tiene tambi¨¦n serios inconvenientes: su origen sectario, su vocaci¨®n de dirigirse s¨®lo a una parte de la sociedad, la fuerte inestabilidad institucional que genera, o el haber dado paso a un sainete pol¨ªtico en el que predominan el gesto, el secreto (la "discreci¨®n") o la emoci¨®n. A¨²n admitiendo que la realidad se va tejiendo en ocasiones como una suma de errores y que la pasi¨®n forma parte de ella, encuentro que, tal como se vienen produciendo los hechos, habr¨ªa que sosegarlos y reflexionar. La jornada del 12 de abril marca un punto de inflexi¨®n, y juega a favor de un proceso m¨¢s reflexivo y claro. Habr¨ªa as¨ª varios puntos que considerar de forma sencilla pero seria si se quiere llegar a buen puerto. En primer lugar, nadie debiera olvidar que el motor que mueve este tiempo es el del rechazo de la violencia. Todo lo que se haga para superarla ser¨¢ poco y cualquier mesa de consenso deber¨¢ tener ese objetivo central (yo dir¨ªa que ¨²nico). Pero debe saberse tambi¨¦n que su amenaza pasada y latente condiciona y pervierte a¨²n nuestro sistema pol¨ªtico (?por qu¨¦ se pacta con EH?, chi lo sa). Disipar esa desaf¨ªo totalitario resulta prioritario. Se habla de un "¨¢mbito vasco de decisi¨®n", eufemismo para referirse al territorio y a la cuesti¨®n de la soberan¨ªa. Se abre as¨ª el debate constituyente (cuya oportunidad no discutir¨¦ aqu¨ª). Si nos atenemos a realidades ciertas, es indudable que se ha consolidado un espacio pol¨ªtico vasco. De ello debieran tomar buena nota el PSE o el PP haciendo, como sus hom¨®logos catalanes, una pol¨ªtica con destino claro en ese territorio. Tambi¨¦n se le debiera reconocer un lugar en Europa con todo lo que ello implica (distrito electoral, representaci¨®n institucional, etc.). Pero, del mismo modo, el nacionalismo vasco debiera aceptar que ese territorio abarca hoy la CAV. Pretender forzar las cosas m¨¢s all¨¢ de ese ¨¢mbito es darse de bruces con la realidad y generar tensi¨®n. Entre sistemas representativos s¨®lo cabe el entendimiento institucional (iniciado por Ardanza y hoy abandonado). El tema de la soberan¨ªa es arduo y requiere otro espacio. Hablando de constituirse -y a¨²n de hacer pol¨ªtica-, siempre deber¨¢ tenerse en cuenta que, m¨¢s all¨¢ del pluralismo propio de la sociedad actual, aqu¨ª se han consolidado dos culturas distintivas (como en B¨¦lgica, Holanda o Quebec), que es impensable un proceso de asimilaci¨®n (Catalu?a o EE.UU.), y que, por lo tanto, siempre deber¨¢n buscarse arreglos basados en el consenso. Espa?a asumi¨® su multiculturalidad y propuso la v¨ªa del Estado auton¨®mico (proceso inconcluso). Ahora es el Pa¨ªs Vasco el que debe asumir la suya y actuar en consecuencia. Finalmente, ?se ha parado alguien de un tiempo aqu¨ª a pensar la cantidad de problemas de este orden que est¨¢n ya resueltos en el Estatuto de Gernika? Aparte de su capital institucional -y que a nadie, y menos al PNV, debiera ocult¨¢rsele-, resulta una herramienta verdaderamente flexible y eficaz cara al futuro. Ah¨ª cabe desde EH a UA. Sobre ello debieran meditar tanto los partidos vascos como el gobierno de Madrid. Uno quisiera un d¨ªa poder decir: mira los arlequines que resultaban c¨®micos; tambi¨¦n saben ser pr¨¢cticos y astutos, tienen el genio oportunista de un ni?o.
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