El Estado Mayor de la guerra
EEUU, los cuatro grandes europeos y la c¨²pula de la OTAN pactan las iniciativas pol¨ªticas y militares.
?Qui¨¦n dirige esta guerra? ?Los militares? ?Estados Unidos? ?Los 19 Gobiernos de la Alianza Atl¨¢ntica? ?Su secretario general, Javier Solana? Un poco, todos. En las operaciones diarias, la responsabilidad es de los mandos militares aliados. En la orientaci¨®n pol¨ªtica, la pr¨¢ctica ha generado una suerte de Estado Mayor pol¨ªtico de la intervenci¨®n, compuesto por la c¨²pula de la OTAN y los cinco pa¨ªses occidentales del Grupo de Contacto (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania). Opera virtualmente -por v¨ªa telef¨®nica y otros medios de telecomunicaci¨®n- o f¨ªsicamente, mediante reuniones irregulares confidenciales, preparando el consenso de las grandes decisiones.A diferencia de la guerra del Golfo, emprendida por una coalici¨®n internacional en que Washington llevaba la voz cantante, pr¨¢cticamente en solitario, y pactaba bilateralmente ritmos y detalles, ¨¦sta es una campa?a dirigida por una Alianza de 19 pa¨ªses, 17 de ellos europeos. El hermano mayor de los aliados -en peso pol¨ªtico, contribuci¨®n econ¨®mica y potencia tecnol¨®gico/militar- sigue siendo EE UU. Pero ahora los pactos son m¨¢s necesarios. Y m¨¢s sutiles.
Te¨®ricamente, la direcci¨®n pol¨ªtica recae en el Consejo Atl¨¢ntico, que preside Solana en su sesi¨®n permanente de los 19 embajadores, o en el rango de ministros. Pero en la pr¨¢ctica, el consenso se cocina previamente. Las grandes iniciativas proceden sobre todo de Washington, pero tambi¨¦n de Londres, Par¨ªs y de la c¨²pula de la OTAN, que act¨²a como catalizador del consenso en una suerte de Estado Mayor pol¨ªtico o gabinete de crisis virtual.
Cinco opciones
As¨ª ha sucedido con cinco opciones adoptadas por los aliados: el rechazo a la oferta de alto el fuego ofrecido por Milosevic, que ignoraba las otras cuatro condiciones internacionales; la reactivaci¨®n de la iniciativa diplom¨¢tica para reincorporar a Mosc¨² al frente anti Milosevic; el embargo petrolero encomendado a la Uni¨®n Europea, y la reciente resurrecci¨®n de la hip¨®tesis de una operaci¨®n terrestre.En otros casos, la iniciativa es pr¨¢cticamente exclusiva -aunque siempre con intercambio de informaci¨®n- del secretario general, como ocurri¨® con la preparaci¨®n del discurso del secretario general de la ONU, Kofi Annan, en Ginebra, el 9 de abril; o la coordinaci¨®n de la Alianza con ACNUR y las otras agencias y organizaciones humanitarias que trabajan en los Balcanes.
En ocasiones, el gabinete de crisis se re¨²ne confidencialmente, casi al completo. Lo hicieron los ministros de Exteriores europeos del Grupo de Contacto (el alem¨¢n Joschka Fischer, el brit¨¢nico Robin Cook, el franc¨¦s Hubert V¨¦drine y el italiano Lamberto Dini) hace unos d¨ªas en Par¨ªs. All¨ª acabaron con la disidencia italiana respecto al embargo petrol¨ªfero de la Uni¨®n Europea (UE).
Estos cuatro pa¨ªses han constituido as¨ª el "directorio" en la sombra de la componente europea de la OTAN y la f¨¢brica incipiente de la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n (PESC) europea: lo que no ha sido necesario para la uni¨®n monetaria -un esquema de "n¨²cleo duro" que se expande en "c¨ªrculos conc¨¦ntricos"- se ha revelado indispensable para la pol¨ªtica exterior. Y para la de Defensa, que por vez primera el Tratado de Amsterdam atribuye fundamentalmente a la Alianza Atl¨¢ntica. Los cuatro operan tambi¨¦n como vaso comunicante entre la OTAN y la UE. Su pr¨¢ctica diaria contribuir¨¢ a prefigurar los avances de Europa hacia una verdadera pol¨ªtica exterior, superadas ya las fracturas que la atenazaron cuando la guerra de Bosnia.
En otras ocasiones, los cuatro, Estados Unidos y la c¨²pula de la Alianza Atl¨¢ntica sustituyen la reuni¨®n colectiva por el contacto bilateral -Solana ha prodigado los viajes, sobre todo antes de la intervenci¨®n- o por la conferencia telef¨®nica bilateral o m¨²ltiple, que se celebra a diario entre altos funcionarios. As¨ª ha ocurrido con la resurrecci¨®n de la opci¨®n terrestre como alternativa, que exigi¨® un intenso debate entre bambalinas.
Cuando el consenso est¨¢ trabado y s¨®lo quedan pendientes matices o acentos, la decisi¨®n, la orientaci¨®n o el plan de actuaci¨®n aterriza en el Consejo Atl¨¢ntico. Cuenta ya con la garant¨ªa previa de que se abrir¨¢ camino, porque las posiciones de los componentes del gabinete de crisis resumen las de los otros socios. O, excepcionalmente, porque los Gobiernos renuentes aplican el principio de solidaridad, por el que, salvo en caso de fuerza mayor o de especial¨ªsimo inter¨¦s nacional, se apuntan a la mayor¨ªa. Especialmente en una coyuntura b¨¦lica.
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