La otra guerra de estos d¨ªas
Toda gran potencia tiende a generar violencia en sus acciones exteriores, larvada o abiertamente b¨¦licas. No deseo entrar ahora en las causas. Impertinentes comparaciones aparte, URSS y EEUU lo han hecho. Viv¨ª como joven estudiante en Nueva York parte de la prolongada intervenci¨®n norteamericana en Vietnam, una guerra horrible para el pueblo americano, pero, claro, sobre todo para el vietnamita, que era el masivamente agredido. Por su duraci¨®n y por su car¨¢cter especialmente odioso, valientemente denunciada por miles de j¨®venes yanquis, fue la de Vietnam la peor guerra de mi generaci¨®n, vivida, s¨®lo, a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n y de las manifestaciones de rigor. La del Golfo se la busc¨® Sadam por invadir Kuwait, echando a perder interesantes logros iniciales y sobre la de Yugoslavia nos estamos manifestando de diversa manera a lo largo de estas semanas.Confieso que -sin poder dejar de preocuparme de Kosovo- estos d¨ªas me produce a¨²n mayores escalofr¨ªos la guerra interna en Estados Unidos, es decir, las matanzas peri¨®dicas, cada vez m¨¢s frecuentes y sangrientas, en los centros escolares. Pareciera que algunos j¨®venes americanos (?cu¨¢ntos?), no teniendo por ahora violencia que exportar (la de Yugoslavia en realidad acaba de empezar) hubieran decidido ejercer en casa.
Violencia siempre ha habido en Estados Unidos. Cuando yo estudiaba en Columbia hace veintitantos a?os, la primera lecci¨®n que recib¨ª de mi profesor de derecho internacional es que siempre deb¨ªa llevar en el bolsillo 20 o 30 d¨®lares que poder ofrecer al drogadicto de turno que te asaltara, dado que podr¨ªa enfurecerse si no llevabas nada encima y emprenderla a navajazos. A?os despu¨¦s, Felipe Gonz¨¢lez dir¨ªa que prefer¨ªa el riesgo de un navajazo en el metro neoyorquino a la sui g¨¦neris seguridad moscovita. En realidad, el ¨²nico asalto que sufr¨ª en dos a?os fue el de la nostalgia de abandonar un ambiente insustituible cuando decid¨ª volver a Espa?a el mes que muri¨® Francisco Franco.
Un cuarto de siglo despu¨¦s las cosas han cambiado de tal manera como para poder definir a la sociedad norteamericana de preocupantemente violenta. Ya s¨¦ que la paz reina en lugares como Vermont, Oreg¨®n o Maine y muchos m¨¢s, si ustedes quieren, escapan a esa definici¨®n. Por ahora. ?Acaso no pod¨ªa Littleton, Colorado, ser calificado de apacible hasta el otro d¨ªa? Con la ¨®smosis comunicativa que posibilita a todo americano desayunarse con las consabidas im¨¢genes, ?qui¨¦n garantiza que no ocurrir¨¢ algo semejante en aquellos lugares la pr¨®xima semana? Cuando para tantos millones de adolescentes el asesinato es un deporte vivido en su ordenador personal, cuando a tantos la correspondiente industria les suministra pel¨ªculas, juegos, m¨²sica y ambiente cuyo principal aliciente es descuartizar a otros adolescentes, ni?os o adultos, no es de extra?ar que algunos decidan saber c¨®mo se hace de verdad.
Los escalofr¨ªos me los causan datos como estos: seg¨²n el FBI, 36.000 personas mueren anualmente por violencia armada, incluidos, diariamente, 13 adolescentes menores de 19 a?os. En 1998, 2.000 alumnos fueron expulsados de los colegios por ir armados. En todo el pa¨ªs hay m¨¢s armer¨ªas que gasolineras y en la mayor¨ªa de los Estados del sur un rifle o una pistola se compran simplemente ense?ando el permiso de conducir. De las once pel¨ªculas m¨¢s difundidas en v¨ªdeo desde el 1 de abril de 1999, siete eran de violencia extrema.
?Sociedad enferma? ?Problema cultural? Desde luego una sociedad que tolera que su juventud se arme con tal facilidad no est¨¢ sana. ?Se movilizar¨¢n a tiempo? Estamos en el l¨ªmite desde el momento en que -en lugar de actuar a priori sobre las armas- la sociedad considera normal que los colegios instalen sistemas de detecci¨®n y se lleva las manos a la cabeza cuando se produce una carnicer¨ªa en la escuela de turno porque no ten¨ªa detector de metales. La famosa Asociaci¨®n del Rifle propone "armar a los profesores porque ello limitar¨ªa el n¨²mero de v¨ªctimas", mientras que una de las medidas (hay otras m¨¢s sensatas) sugeridad por Clinton consiste en que s¨®lo sea posible comprar un arma al mes. Desde luego, deben movilizarse con urgencia.
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