?D¨®nde estamos? ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ hacemos?
Me gustar¨ªa tener la misma seguridad de quienes defienden de buena fe la intervenci¨®n de la OTAN e incluso piden que se intensifique, o la de quienes se oponen a ella y la condenan vehementemente. Pero no puedo. No puedo porque me asalta una duda de principio sobre si cabe poner los principios en duda. Veamos. Supuestamente, la OTAN est¨¢ defendiendo ciertos valores en Yugoslavia. El primero de ellos es el de legalidad, columna b¨¢sica del Estado de derecho. Sin embargo, a la vista de los textos constitutivos de la Organizaci¨®n, la intervenci¨®n es ilegal. El art¨ªculo 5 del Tratado del Atl¨¢ntico Norte, que especifica la finalidad del acuerdo defensivo, habla de un ataque a uno de los miembros, al que responder¨¢n los otros individual o colectivamente. El art¨ªculo 6, que define su ¨¢mbito territorial, lo delimita al de los pa¨ªses miembros. Ni Yugoslavia es miembro de la OTAN ni Kosovo entra en su jurisdicci¨®n de defensa. No estoy diciendo que la intervenci¨®n sea pol¨ªticamente desatinada y/o moralmente inicua, que son, me parece, los argumentos de quienes se oponen. Estoy diciendo que es ilegal y que el valor que decimos defender es el de legalidad, en especial si, como se induce de nuestra actitud, entendemos que tal legalidad, adem¨¢s, es leg¨ªtima.?Qu¨¦ hubi¨¦ramos debido hacer para intervenir legalmente? Amparar nuestra decisi¨®n bajo un paraguas m¨¢s amplio, que en la situaci¨®n actual de la comunidad internacional (la de verdad, no la que esgrimen Solana y los dirigentes europeos, identific¨¢ndola con la OTAN) no es otro que la ONU. Pero a la ONU no se pod¨ªa recurrir porque el veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad impedir¨ªa la intervenci¨®n, que tambi¨¦n hubiera sido ampliamente rechazada, sin duda, en la Asamblea General. No se recurri¨® a la ONU porque se perd¨ªa. Pero la posibilidad de perder es consustancial a la democracia, siendo ¨¦sta, seg¨²n decimos, el otro valor que estamos defendiendo en Kosovo. Menguado dem¨®crata aquel que s¨®lo se somete a las votaciones cuando las gana. No se me alcanza c¨®mo se pueden defender los principios del Estado de derecho y de la democracia quebrant¨¢ndolos.
Ahora bien, si alguna experiencia nos queda del siglo que expira es que el empe?o en el valor absoluto de los principios y su aplicaci¨®n r¨ªgida ha causado tantas v¨ªctimas como la acci¨®n meramente pr¨¢ctica, oportunista, sin principios. Quiz¨¢ m¨¢s. De ah¨ª mana la ense?anza de que de los principios cabe dudar, que han de ser flexibles y que son negociables... hasta cierto punto. Es dif¨ªcil negar esto y afirmar que se tiene voluntad de di¨¢logo y consenso. Sin embargo, a la hora de pedir flexibilidad y negociaci¨®n en alg¨²n principio, parece l¨®gico que lo primero sea mostrar otro mejor. Me gustar¨ªa conocer qu¨¦ principios defienden quienes se oponen a la intervenci¨®n. Porque s¨®lo se les oye decir que se oponen a la intervenci¨®n con la misma intensidad con que se oponen al supuesto genocidio de Milosevic, pero eso no aclara el porqu¨¦, sino el c¨®mo o el cu¨¢nto de esa oposici¨®n. Por qu¨¦ se oponen, en defensa de qu¨¦ valores, es lo que a¨²n no han explicado. Y mucho me temo que, si no lo han hecho, es porque no se atreven a formularlos; mucho me temo que los principios que defienden quienes se oponen a la intervenci¨®n son el de la soberan¨ªa ilimitada de los Estados y el de no injerencia en sus asuntos internos. Unos principios seg¨²n los cuales la intentona de Tejero y sus c¨®mplices era un "asunto interno espa?ol"; la matanza de Tiananmen, interno chino, y el genocidio de Pinochet en Chile, chileno. Un principio seg¨²n el cual cualquier tirano puede hacer lo que se le antoje con su pueblo, desde deportarlo hasta torturarlo y machacarlo.
As¨ª que unos defendemos nuestros principios conjur¨¢ndolos y otros ocult¨¢ndolos. Cuando la perplejidad se hace patente aparece alg¨²n partidario del llamado "realismo pol¨ªtico", quien, tras despreciar las consideraciones anteriores como florituras, afirma que, en realidad, hemos hecho mal en intervenir porque, seg¨²n demuestra la experiencia de Irak, no pod¨ªamos ganar y porque hemos agravado el entuerto que pretend¨ªamos enderezar. Pero esto es m¨¢s de lo mismo, ya que presupone que la intervenci¨®n hubiera sido buena de haber obtenido los resultados previstos, lo cual equivale a decir que un acto de pirater¨ªa no es tal si el bot¨ªn es lucido.
Dejo de lado algunas preguntas sobre materias enjundiosas como qu¨¦ pintan los estadounidenses a saco en Europa nueve a?os despu¨¦s del fin de la guerra fr¨ªa; d¨®nde vamos a instalar los campos de refugiados para que se pudran como se est¨¢n pudriendo los de la guerra anterior o Bosnia; con qu¨¦ derecho (y esperanza) imponemos un embargo que obliga a terceros pa¨ªses productores y vendedores, como Rusia, a no suministrar petr¨®leo a Serbia; por no indagar en las misteriosas razones que impiden al presidente del Gobierno espa?ol, estratega del silencio, dar alguna explicaci¨®n sobre qu¨¦ hacemos en Kosovo, por qu¨¦ y qu¨¦ esperamos. Suponiendo que tenga el menor atisbo. En fin, felicito a quienes est¨¢n convencidos de la necesidad de intervenir o de no intervenir y lamento que resulten tan poco convincentes a pesar de que, a juzgar por ellos mismos, los seres humanos precisemos de bien poca cosa para convencernos de cualquier otra.
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