Fronteras sociales
El expedicionario e investigador Thor Heyerdahl, famoso por las expediciones Ra y Kon-Tiki, contest¨® tajantemente cuando se le pregunt¨® por los posibles problemas transnacionales que hubiera podido encontrar en el transcurso de sus viajes, rememorando las haza?as de los antiguos navegantes precolombinos: "No he visto fronteras, he o¨ªdo hablar de ellas. Siempre est¨¢n en la mente de algunos hombres". En estas expediciones mar¨ªtimas, los estudios llevados a cabo, acreditaron suficientemente la complementariedad entre los componentes de las tripulaciones compuestas a prop¨®sito por etnias y religiones de diferentes nacionalidades. Sin duda pretend¨ªan poner de manifiesto que toda exacerbaci¨®n nacionalista, religiosa o ¨¦tnica, encuentra su justificaci¨®n en otra an¨¢loga, y actualmente la situaci¨®n en los Balcanes es paradigm¨¢tica en este sentido. Susan Sontag que permaneci¨® buena parte de tres a?os, entre 1993 y 1996, en Sarajevo, durante la guerra de Bosnia, afirma que las naciones est¨¢n siendo permanentemente imaginadas, reconcebidas y reafirmadas frente a la presi¨®n de un otro definitorio. En el mismo sentido es aleccionadora, tambi¨¦n, la pregunta lanzada en carta abierta, dirigida desde Boston, donde vive, por Indro Montanelli, al premio Nobel de Econom¨ªa Franco Modigliani: "?Qu¨¦ se puede hacer en un pa¨ªs que, para curar a los locos, en lugar de mejorar los manicomios, se decide suprimirlos?". Se refiere a la pol¨ªtica llevada a cabo en su pa¨ªs de origen, Italia, que posibilita, seg¨²n ¨¦l, que si te pones del lado de la raz¨®n, siempre exista el riesgo de que la regla administrativa ofrezca los mejores argumentos a los que est¨¢n en el lado del absurdo. En nuestro caso valenciano, podr¨ªamos decir igualmente, que son demasiados los esfuerzos por salvaguardar lo obvio o demostrar lo evidente, al advertir de la identidad del pa¨ªs, aun a costa de los inconvenientes que ello comporte. La carta abierta acaba diciendo que quiz¨¢s tuviera que agradecer el favor a aquellos que le hicieron emigrar y buscar otras patrias. Afortunadamente el coraz¨®n tiene razones que la raz¨®n no alcanza, y gracias a ellas y a quienes las anteponen a sus intereses personales son muchos quienes atienden a la propia realidad social, mediante una labor intelectual que nos reconcilia con nuestra realidad hist¨®rica y nos aporta la credibilidad necesaria de cara a un pr¨®ximo futuro, dif¨ªcil y globalizador. Actualmente, las iniciativas llevadas a cabo para la renovaci¨®n de determinadas estructuras de participaci¨®n social, se hacen de todo punto necesarias, por cuanto suponen dar un paso decidido para franquear otras fronteras sociales existentes entre los pol¨ªticos y el resto de los ciudadanos, quienes no basta que se conviertan en electores cada cuatro a?os, como objeto de la acci¨®n de gobierno, sino que el ejercicio de la ciudadan¨ªa, presupone su participaci¨®n activa permanente. Habida cuenta que la revoluci¨®n de la informaci¨®n ha abierto nuevas v¨ªas, hasta hace poco insospechadas, para su acceso al ciudadano, qu¨¦ duda cabe que hay que utilizarlas para propiciar su participaci¨®n, como sin¨®nimo de progreso. De este modo la renovaci¨®n pol¨ªtica que hoy tanto se postula, y que a algunos parece excesiva, se corresponder¨¢ por el propio peso democr¨¢tico de la participaci¨®n, con la que demanda el ciudadano, que a buen seguro a¨²n la considera, en muchos aspectos, escasa. Puestas as¨ª las cosas, la consideraci¨®n social que merece la labor p¨²blica, que a todas luces requiere una revisi¨®n urgente, deber¨¢ pasar por la mejora de la calidad del servicio y con ello de su valoraci¨®n, lo que permitir¨¢ abordar un nuevo reconocimiento social, de quienes se dedican al sector p¨²blico y el resto de los ciudanos.
Alejandro Ma?es es gerente de la Fundaci¨® General de la Universidad de Valencia.
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