Emisoras XAVIER BRU DE SALA
Pujol ha tomado, al final de su mandato, una de sus primeras decisiones no obvias, de ejercicio discrecional del poder. En un pa¨ªs animado por un portentoso complejo de Assemblea de Catalunya, la potenciaci¨®n de dos cadenas radiof¨®nicas propias, Ona Catalana y el Grupo God¨®, la marginaci¨®n de la asociaci¨®n entre el Grupo Zeta y Puyal, y el cierre local de la COPE son un claro indicio de una voluntad casi in¨¦dita de ejercicio del mando. Lo primero que hay que constatar, antes de entrar en la valoraci¨®n de los criterios, es que la Generalitat ha evitado esta vez la soluci¨®n m¨¢s f¨¢cil, a saber, la distribuci¨®n de las frecuencias seg¨²n la consabida f¨®rmula de tants caps, tants barrets. El pastel no se ha repartido aplicando una proporcionalidad con matices, buscando la m¨¢xima satisfacci¨®n entre los aspirantes; al contrario, se han efectuado tajadas desiguales, premiando a dos de los buenos y castigando a los malos. Vaya por delante que, tal como est¨¢ montado, el sistema espa?ol de concesiones consagra una flagrante intromisi¨®n del poder pol¨ªtico en los dominios del medi¨¢tico, bastante m¨¢s all¨¢ del ordenamiento de las reglas del juego y la garant¨ªa de la igualdad de oportunidades. En eso deber¨ªa consistir, idealmente, el papel de la Administraci¨®n p¨²blica, pero como todo el mundo sabe, no es as¨ª ni mucho menos. Podr¨ªa, por ejemplo, haberse previsto una comisi¨®n mixta, aunque fuera de car¨¢cter asesor, compuesta por cargos p¨²blicos, representantes de los medios y expertos de cierta imagen imparcial, con capacidad para dictaminar y orientar la decisi¨®n final. Podr¨ªa ser, ser¨ªa bueno que fuera, pero no es. Sirva, pues, la ocasi¨®n para iniciar una reflexi¨®n p¨²blica sobre el actual sistema de concesiones y su peligrosa parcialidad. En toda Espa?a, no s¨®lo en Catalu?a, insistamos. ?Les suena esta frase: "T¨² me tapar¨ªas la boca, pero mi deber democr¨¢tico es hacer todo lo posible para que sigas hablando"? Pues esta vez se ha orillado. Y no s¨®lo, y tal vez no principalmente, por los contenidos de la radio de los obispos, que tambi¨¦n, si no sobre todo por la voluntad de favorecer la constituci¨®n de grupos locales. Se ha buscado a todas luces incrementar el porcentaje aut¨®ctono de las ondas radiof¨®nicas, en perjuicio de las sociedades controladas por capital con sede en Madrid. La radio en Catalu?a, para los catalanes y en catal¨¢n (en la mayor proporci¨®n posible). ?Por qu¨¦ no se hizo antes? Porque no era evidente como ahora que tal cosa, siendo deseable, fuera posible. Pocos pensaban hace unos a?os que la radio en catal¨¢n iba a ser un buen negocio. El ¨¦xito de las emisoras p¨²blicas de la Generalitat fue una grata sorpresa. Luego, gracias a la incipiente pluralidad, al esfuerzo de no pocos particulares, se fue constatando que dicho espacio se ensanchaba. La capacidad de penetraci¨®n de la radio en catal¨¢n llega a tal punto que son cada vez m¨¢s numerosas las familias castellanohablantes que, manteni¨¦ndose reacias a la prensa escrita e incluso a la televisi¨®n en catal¨¢n, aceptan con naturalidad el idioma del lugar en sus domicilios o en sus autom¨®viles. De ah¨ª que haya movimiento. Y que se ayude desde arriba. Sin embargo, una cosa es favorecer la tendencia y otra velar por los intereses de partido, cosa que tambi¨¦n ha hecho, y no de paso, el poder convergente, siguiendo una estrategia paralela, y anterior, de alianza con el Grupo God¨®. Visto desde fuera, parece como si CDC y su entorno vieran en dicho grupo, columna vertebral hist¨®rica de la comunicaci¨®n escrita en Catalu?a, la salvaci¨®n de sus atolladeros period¨ªsticos. Por la otra parte, la entrada en el mercado del catal¨¢n es una novedad que puede acabar siendo de largo y positivo alcance. El Grupo God¨® es celoso de su independencia y es consciente del lugar que ocupa, de la influencia que ejerce. Si para ampliarlos al campo de la radio debe aliarse con Converg¨¨ncia, sea, mientras el capital propio siga siendo ampliamente mayoritario y a la postre quede salvaguarda su independencia. De momento, peix al cove, luego ya veremos. Por su parte, Ona Catalana, el otro gran beneficiario del reparto, es a todas luces el que mejor ha demostrado, desde la m¨¢s estricta privacidad, que sabe gestionar emisoras locales y hacerlas funcionar en cadena. Merec¨ªa pues una buena tajada. El Grupo Zeta, el perjudicado catal¨¢n, empez¨® tarde la carrera, y la alianza de ¨²ltima hora con Puyal no result¨® suficiente para paliar el retraso. De los movimientos posteriores de los dos grandes grupos y del peque?o pero eficiente Ona Catalana depender¨¢ que se constituya o no una cadena potente con s¨®lida presencia en el mercado. Lo dicho, si el total de la audiencia suma siempre 100 y se incrementa el porcentaje de los grupos aut¨®ctonos, el incremento de los locales va a ir en detrimento de los de Madrid, por lo que la cadena COPE puede no ser la ¨²nica perjudicada. Pujol y su Gobierno deber¨¢n afrontar un descontento general de la radio espa?ola, que a su vez tendr¨¢ que espabilar a trav¨¦s de los contenidos para no perder presencia en Catalu?a. Pregunta final sobre el panorama que se avecina, ?hasta cu¨¢ndo ser¨¢ posible, en esa perspectiva y para un grupo de comunicaci¨®n catal¨¢n, tener fuertes intereses en la radio espa?ola y trabajar para incrementar el espacio aut¨®ctono en las ondas? Si 15 o 20 a?os atr¨¢s, los catalanes no se hubieran dejado arrebatar con tanta incompetencia la capitalidad radiof¨®nica espa?ola, no habr¨ªa lugar para esta pregunta.
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