Aznar visit¨® en secreto la sede del Cesid el pasado 8 de marzo
Acudi¨® la v¨ªspera del juicio sobre las presuntas escuchas ilegales
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar visit¨® el pasado 8 de marzo el Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa acompa?ado por el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos. La visita, de la que no se ha informado, es la primera de un jefe del Gobierno a la sede del Cesid. El ¨²nico antecedente data de octubre de 1978, cuando Adolfo Su¨¢rez se reuni¨®, en un chal¨¦ del centro de espionaje, con sus mandos. La visita de Aznar se produjo la v¨ªspera de que comenzara en la Audiencia de Madrid el juicio sobre las escuchas del Cesid.
En la nota de prensa con las previsiones de la semana que hoy termina, el Grupo Popular del Congreso incluy¨® una conferencia pronunciada el pasado mi¨¦rcoles por el diputado Gabriel Cisneros, bajo el t¨ªtulo Autodeterminaci¨®n y Constituci¨®n. La convocatoria detallaba hora y lugar: "A las 12.30, en el Centro de Formaci¨®n y Doctrina del Ministerio de Defensa, carretera de La Coru?a, km 8,500, Madrid". No tendr¨ªa nada de particular si no fuera porque el Centro de Formaci¨®n y Doctrina no existe, y lo que hay en dicha direcci¨®n es el Cesid, el servicio secreto espa?ol. Tan curiosa manera de informar no resulta sorprendente a la vista del mutismo absoluto que rode¨® la visita efectuada dos meses antes por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. A pesar de la discreci¨®n, su presencia no pas¨® inadvertida al personal que all¨ª trabaja. Tampoco la fecha: una d¨ªa antes de que se abriera en la Audiencia Provincial de Madrid el juicio por las presuntas escuchas ilegales del Cesid, que ha sentado en el banquillo a su ex director general Emilio Alonso Manglano, al ex jefe de su Agrupaci¨®n Operativa Juan Alberto Perote y a otros cinco agentes.
El precedente de Su¨¢rez
Durante la vista oral, que concluy¨® el pasado mi¨¦rcoles, se habl¨® del ¨²nico precedente que ha tenido la visita de Aznar: la reuni¨®n que el 9 de octubre de 1978 mantuvo el presidente Adolfo Su¨¢rez con los mandos del centro en aquella ¨¦poca.Aquel encuentro fue grabado, y 12 a?os despu¨¦s, en febrero de 1995, Perote y el director de El Mundo, Pedro J. Ram¨ªrez, le llevaron la cinta a Su¨¢rez asegur¨¢ndole que el Gobierno socialista pretend¨ªa utilizarla para atribuir a UCD el origen de la guerra sucia contra ETA.
Su¨¢rez no estuvo en la sede central del Cesid, ya que ¨¦sta se inaugur¨® una d¨¦cada despu¨¦s. La reuni¨®n fue en el chal¨¦ de la Agrupaci¨®n Operativa, en la calle del cardenal Herrera Oria de Madrid. Tampoco Felipe Gonz¨¢lez la visit¨® nunca, a pesar de que se construy¨® bajo su mandato.
No obstante, la visita de Aznar no supone un hecho aislado. Si la periodista Pilar Urbano volviese a escribir el libro que public¨® en noviembre de 1997, no podr¨ªa titularlo Yo entr¨¦ en el Cesid, pues semejante experiencia ha perdido cualquier signo de exclusividad. Aunque una cosa es entrar y otra enterarse de lo que sucede dentro. La mayor¨ªa de las visitas no pasa del despacho del director, Javier Calder¨®n, la cafeter¨ªa, el comedor de invitados y el sal¨®n de actos, con capacidad para 300 personas.
Fue en dicho sal¨®n donde Gabriel Cisneros pronunci¨® el mi¨¦rcoles su charla, ante un auditorio poco proclive a discrepar de la idea de que la autodeterminaci¨®n no cabe en el marco constitucional. Hace unas semanas le precedi¨® en el mismo marco el ex diputado de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) Miquel Roca, dentro de un ciclo que ha llevado al servicio secreto a varios padres de la Constituci¨®n.
La lista de hu¨¦spedes ilustres no se agota con los conferenciantes. Sin ¨¢nimo de ser exhaustivos, han acudido en los ¨²ltimos a?os el presidente del Congreso, Federico Trillo; el del Tribunal Supremo, Javier Delgado; el gobernador del Banco de Espa?a, Luis ?ngel Rojo, y el Defensor del Pueblo, Fernando ?lvarez de Miranda.
En su af¨¢n por abrir unas puertas cerradas hasta ahora a cal y canto, Calder¨®n recibi¨® incluso a dos docenas de periodistas el 15 de diciembre de 1997. Naturalmente, los informadores se quedaron con las ganas de conocer el archivo donde se guardan millones de microfichas similares a las 1.200 que se llev¨® Perote, o el centro de comunicaciones desde el que se enlaza con las antenas desplegadas en m¨¢s de cincuenta pa¨ªses.
Tampoco pudieron verificar si existe a¨²n un gabinete de escuchas como el que en los a?os ochenta interceptaba tel¨¦fonos m¨®viles. S¨ª comprobaron, en cambio, la capacidad del Cesid para neutralizarlos electr¨®nicamente: ninguna llamada inoportuna interrumpi¨® la charla de Calder¨®n con los periodistas, aunque nadie les pidi¨® que desconectaran sus m¨®viles. Una capacidad que ya quisieran para s¨ª los due?os de los teatros.
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