LA CR?NICA El humo de Les Planes XAVIER MORET
El t¨²nel de Vallvidrera ha situado la comarca del Vall¨¨s a tiro de piedra de Barcelona. Se pasa, en contados minutos, de la ciudad al bosque, de un entorno cien por cien urbano a los pinos y encinas de la sierra de Collserola. Los conductores que circulan por esta autopista suelen hacerlo muy de prisa, sin apenas fijarse en el paisaje, con la mirada fija en el asfalto y maldiciendo la pausa obligatoria del elevado peaje, pero los domingos al mediod¨ªa se produce un fen¨®meno especial que amenaza con distraerles: el humo de Les Planes. El extra?o fen¨®meno nace justo debajo de la autopista, que en este tramo discurre sobre altos pilones de hormig¨®n. Se huele -un intenso olor a carne a la brasa-, pero no se ve y el conductor que lo detecta tiene por un momento la sensaci¨®n de que el mundo est¨¢ dividido en pisos, como en los grandes almacenes. Primera planta: autopista, velocidad, prisas; planta baja, merenderos, humo, comida popular, jolgorio. Cuando se construy¨® la autopista, en los primeros noventa, fueron muchos los que profetizaron que aquello ser¨ªa el fin de Les Planes. La profec¨ªa ten¨ªa una buena base, ya que el primer proyecto preve¨ªa que el ¨¢rea de peaje ocupara el espacio de los merenderos. Al final, sin embargo, el peaje se adelant¨® hasta La Floresta y la autopista sobrevol¨® los merenderos de tal modo que uno de ellos, el de Les Fonts de Les Planes, queda justo debajo del asfalto. El resultado no es muy est¨¦tico, la verdad, pero hay quien ha sabido encontrarle el aspecto positivo: la autopista ejerce de techo, con lo que Les Planes ha pasado a ser uno de los primeros merenderos cubiertos. O sea, un adelantado a su tiempo, m¨¢s o menos como el estadio del Ajax, donde la lluvia y la nieve no son ya motivo para el des¨¢nimo. Si el atribulado conductor de autopista consigue burlar las prisas y bajar al nivel inferior de realidad, comprobar¨¢ dos cosas: que el humo es all¨ª mucho m¨¢s denso y que en los merenderos la vida sigue igual que antes. Hay muchos m¨¢s coches aparcados, eso s¨ª, lo que se traduce en una reducci¨®n de espacio para el tradicional partidillo de f¨²tbol, pero las parrillas siguen rindiendo a tope. El ambiente es muy propio del fin de siglo, multi¨¦tnico, y aunque la mayor¨ªa opta por la carne a la brasa -el resultado es r¨¢pido y el humo espeso y de excelente calidad-, todav¨ªa hay alg¨²n valiente que se atreve con la paella. El alquiler de mesa se sit¨²a en las 600 pesetas y el de parrilla en 400. Si a?adimos un fajo de le?a (400 pesetas) y un par de pastillas para encender el fuego (50 pesetas), tenemos que por 1.450 pesetas el dominguero de vocaci¨®n dispone de un buen punto de partida para pasar un d¨ªa inolvidable en Les Planes. El ambiente es bueno: no faltan, adem¨¢s del humo caracter¨ªstico, los cl¨¢sicos transistores a todo volumen, el ni?o que llora, las canciones a coro y un par de futbolines. Hay incluso ni?os que se atreven a darle al bal¨®n en vivo y en directo, aunque se debe admitir que la generaci¨®n Gameboy va ganando terreno. Es cierto que una de las atracciones del periodo preautopista -el jabal¨ª enjaulado, capturado cerca de los merenderos- ya no est¨¢, pero se supone que es una concesi¨®n al siglo XXI. Otra concesi¨®n es la del comedor cubierto -doblemente cubierto, por el tejado y por la autopista-, aislado por los cristales del humo y de los gritos. La especialidad sigue siendo la paella y la carne a la brasa, con dosis generosas de all i oli, aunque aqu¨ª te sirven en la mesa y no hay que practicar la autococina ni pelearse con el humo. Los precios est¨¢n en pesetas y en euros, lo que indica que estamos a un nivel intermedio entre la autopista y el sector humo. Cuando se inaugur¨® la estaci¨®n de Les Planes, el 28 de noviembre de 1916, los barceloneses descubrieron que el tren de Sarri¨¤ pon¨ªa a su alcance los bosques de Vallvidrera, un lugar ideal para pasar un domingo de pic-nic. Entonces se llevaban la calma y los manteles de hilo sobre la hierba; ahora vivimos tiempo de prisas, y de sillas y mesas plegables. El prestigio de Les Planes lleg¨® a ser tal que se conservan fotos de una visita del rey Alfonso XIII all¨¢ por los a?os veinte. Los tiempos han cambiado, sin duda, ya que pocas probabilidades hay ahora de encontrar sangre real en los merenderos de Les Planes. La velocidad y las prisas han contribuido a la evoluci¨®n de los merenderos. Si en 1916 el tren descubri¨® la cercan¨ªa y el encanto de los bosques de Vallvidrera, 80 a?os despu¨¦s la autopista ha aprendido a ignorar los merenderos, a sobrevolarlos. El objetivo est¨¢ siempre m¨¢s lejos: el Vall¨¨s, la Cerdanya, los Pirineos, Francia..., aunque el humo sigue delatando los merenderos de siempre. Aqu¨ª mismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.