"Negra y luminosa"
En una de sus cartas, Octavio hace un comentario de "Mascarada", el ¨²ltimo libro de Gimferrer; la respuesta de ¨¦ste es in¨¦dita
Querido Pere: (...) El poema est¨¢ recorrido por un erotismo fantasmal y que merece el adjetivo tan amado por los surrealistas: escandaloso. ?Reparos? En verdad, s¨®lo uno: me parece que no eres justo con Felipe Gonz¨¢lez. Condenar es f¨¢cil... Hay tambi¨¦n la cuesti¨®n espinosa del "¨¢ngel de la coprofilia". Amo los excesos pero las met¨¢foras audaces que envuelven a esa pr¨¢ctica con una luz sulfurosa y, hay que decirlo, inocente, no me reconcilian. He le¨ªdo cientos de novelas libertinas y te confieso que ciertas p¨¢ginas de esos libros provocan en m¨ª una invencible repulsi¨®n. Pero no condeno esos pasajes por lo dem¨¢s -con aciertos admirables-, sino que los aparto de m¨ª. Mi reacci¨®n es f¨ªsica, no moral ni est¨¦tica. (...) Perdona esta interrupci¨®n y perdona tambi¨¦n mi franqueza. Ten¨ªa el deber de dec¨ªrtelo. Y apenas lo digo, agrego: esto no empa?a tu poema. Si me es dif¨ªcil seguirte en esos atrevimientos, no lo es decirte que mis escr¨²pulos no son morales ni est¨¦ticos: son una sensaci¨®n y nada m¨¢s. En fin, Mascarada es una obra singular, a un tiempo negra y luminosa; una obra ¨²nica en la poes¨ªa moderna de este tercio final del siglo. Un texto como la aparici¨®n en una solitaria calle nocturna de una figura con el rostro absolutamente blanco en un traje flotando y absolutamente negro. En cuanto a mi salud: me recobro pero con demasiada lentitud; los dolores y las molestias todav¨ªa no me dejan. Escrib¨ª esta carta como un recurso en contra de las embestidas de la enfermedad, que se resiste a dejar mi cuerpo.
Querido Octavio:
Recibida tu carta, no quiero dejar de agradec¨¦rtela inmediatamente. Me ha animado y reconfortado much¨ªsimo, aparte de conmoverme por las circunstancias personales tuyas en que ha sido escrita. Yo, la verdad, creo que en ciertos momentos, en ciertos poemas, Aragon es insuperable; no siempre, pero s¨ª en determinados textos concretos. Pero agradezco de todos modos much¨ªsimo esta tan generosa valoraci¨®n. En lo que no pertenece al orden de la valoraci¨®n literaria, lo relativo a Felipe, ser¨ªa en todo caso tema para una conversaci¨®n entre Juan Goytisolo (*), t¨² y yo. Y en los aspectos escatol¨®gicos, no creo haber ido m¨¢s all¨¢ que Apollinaire en los poemas -no recogidos en La Pl¨¦iade- que le public¨® Pascal Pia y particularmente en Le verger des amours. (...) Una cosa llamativa es que la imagen con que describes finalmente mi texto me recuerda poderosamente ciertas visiones fugaces que aparecen en los Taccuini de D'Annunzio: pienso en un paisaje remoto en Egipto, en la brusca aparici¨®n de un infarinato que resulta ser un hombre, creo recordar, con una mancha blanca de lepra en el rostro, o tal vez un albino, no estoy seguro. Pero este oscuro pasaje de D"Annunzio, que es muy improbable que t¨² recuerdes, me dej¨® a m¨ª profunda impresi¨®n, y, en cierto modo, siempre he querido emularlo. Al parecer, lo logr¨¦ esta vez. Y una cosa excelentemente vista, porque era esencial en mi planteo, es el mantenimiento de la inocencia en la perversidad: con una actitud deliberadamente casi infantil (en el fondo, pues, muy freudiana). Y es totalmente cierto lo del poema postsurrealista, ya que, en buena medida, es tributario de algunos poemas tuyos de ambiente parisino recogidos en Salamandra, y muy especialmente de Noche en claro..
Como siempre, todo lo que me dices, aparte de alentarme, me da razones para reflexionar y me alecciona.
* A Juan Goytisolo, muy apreciado por Paz, le hab¨ªan parecido muy bien las referencias cr¨ªticas a Felipe Gonz¨¢lez que hay en Mascarada. Cuando Gimferrer se lo explic¨®, Paz le dijo: "Pero es que a Goytisolo le parece bien meterse con cualquier presidente de Gobierno".
Babelia
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