El Barcelona es un finalista intratable
El equipo estudiantil cae con dignidad, pero no pudo con el demoledor juego azulgrana
El Barcelona ha alcanzado un punto de excelencia en el momento adecuado. Aito estar¨¢ doblemente satisfecho: le gustan este tipo de situaciones. Le gusta que sus equipos no se, discutan y a este Bar?a, en este momento, no hay quien le pueda. Es un finalista intratable y ser¨¢ campe¨®n por superioridad manifiesta.
Sea por tradici¨®n, sea por fen¨®meno a¨²n no catalogado, al Estudiantes le incomoda sobremanera el Barcelona. Se le atraganta con facilidad, a?o tras a?o, no acaba de tomarle la medida de manera alguna. Suele ser costumbre que el Estudiantes ad mita sin ¨¢nimo de rebeld¨ªa su inferioridad ante el gigante azulgrana. Adem¨¢s, sociol¨®gicamente, no le odia, como le sucede con su vecino madridista.
Si luego el Barcelona tiene el aspecto que tiene estas semanas, ese porte autoritario el incontestable, el duelo parece resuelto casi de antemano. Salvando las distancias que existen, el Estudiantes no se hab¨ªa conocido a s¨ª mismo durante sus dos partidos en Barcelona. Llegados al tercer duelo, quedaba la duda de si el equipo madrile?o estaba por la labor de montar alg¨²n n¨²mero o si firmar¨ªa la rendici¨®n incondicionalmente. Dado el nivel que observa el Barcelona ahora mismo, tampoco se trataba de una deshonra.
Puestos a verse las caras por tercera vez, puestos a tratar de meterle mano al portaaviones azulgrana, al Estudiantes no le quedaba otro remedio que llevar el partido a la confusi¨®n. Despu¨¦s de unos minutos de ali?o, donde ambos equipos se limita ron a un confortable intercambio de canastas, el Estudiantes pareci¨® lograr parte de su objetivo. Para ello hubo de utilizar a uno de sus nuevos actores de reparto, ll¨¢mese en este caso Robles, que acert¨® con una racha de tres lanzamientos consecutivos de media distancia (el mal end¨¦mico del equipo estudiantil), para llevar al Estudiantes a una m¨ªnima ventaja en el descanso (36-33).
Sin embargo, el Barcelona est¨¢ intratable. Se aprecia a simple vista, se adivina el momento en el que este equipo se convierte en un animal fr¨ªo e inmisericorde. Hay un determinado momento (a este grado de excelencia ha llegado este equipo en el momento justo) en el que el Barcelona, sin mediar ruido ni artificio alguno, Comienza a comportarse con una eficacia letal. Se observan algunas rotaciones, las habituales en los equipos de Alto, basta mirarles a la cara a los jugadores, es entonces cuando se transforman en una m¨¢quina demoledora que act¨²a sin piedad en todos los rincones de la cancha. Esos minutos extra acostumbran a ser decisivos: el Barcelona se dispara impunemente. Ayer volvi¨® a suceder de alguna manera, cuando el Estudiantes segu¨ªa empe?ado en canastas imposibles, en meterlo todo debajo del aro, en defender con la fiereza que acostumbra. Hiciera lo que hiciera, el Barcelona iba anotando de tres en tres, milim¨¦tricamente, a un ritmo sostenido. Cuando subes la mirada al marcador es cuando tienes plena conciencia de lo que ha sucedido: se han marchado (53-67, a falta de ocho minutos).
El partido parec¨ªa resuelto sino fuera porque el Estudiantes siempre se rige bajo el principio de lo imprevisible. No tir¨® la toalla, consigui¨® que Vandiver se convirtiera en un triplista moment¨¢neo, y atisb¨® el milagro (76-79 a falta de dos minutos). Fue, sin embargo, una reacci¨®n efectista, que tuvo el calado deseado en su p¨²blico: los chicos merec¨ªan terminar como h¨¦roes. Un minuto despu¨¦s, el partido estaba en su sitio... y el Barcelona donde le corresponde, en la final.
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