Don Ram¨®n de La Carolina
El senador Palacios, del PP, gobierna con aire paternalista y feudal desde 1960 y no esconde sus resabios franquistas.
Su voluntad va a misa (literalmente, casi a diario, en la iglesia de la Inmaculada). Cuando le tuercen el gusto, Ram¨®n Palacios Rubio (PP), alcalde de La Carolina (15.700 habitantes, Ja¨¦n) desde 1960 con dos intervalos, contesta con r¨¢fagas col¨¦ricas que parecen insufladas por una naturaleza divina. Durante una visita del vicepresidente primero, Francisco ?lvarez Cascos, alter¨® el programa para evitar que se cruzase con Bartolom¨¦ Rubia, anta?o concejal del PP y prohijado pol¨ªtico de Palacios condenado al ostracismo tras sufrir un rocambolesco secuestro de s¨ª mismo y acu?ar un nuevo modelo para la galer¨ªa de antih¨¦roes: los bartolines. Aunque para alg¨²n vecino "don Ram¨®n no es Dios, pero casi", no logr¨® impedir el saludo ante las c¨¢maras de ambos. No contuvo un exabrupto.El senador popular Palacios, de 78 a?os, casado, con cuatro hijos y siete nietos, jugador de mus y domin¨®, no es Dios, pero en La Carolina es casi igual de todopoderoso y omnipresente (hay un colegio Palacios Rubio y un campo de f¨²tbol Ram¨®n Palacios). El hombre cuyo activo pasado franquista pone en solfa el marchamo centrista que cultiva el PP manda a la antigua usanza. Y mucho.
La actual gesti¨®n de don Ram¨®n o Rodam¨®n, seg¨²n le traten payos o gitanos de La Carolina, no difiere excesivamente de la desplegada hasta 1976. Con los suyos es magn¨¢nimo. De una generosidad antigua, que destila un aire feudal, paternalista y clientelar: una soluci¨®n, un favor. El mimo es rec¨ªproco. La Carolina ha respondido en las urnas con una querencia indiscutible por el adinerado industrial.
Unos votantes que rompen en las citas locales su natural centroizquierdismo (herencia del pasado minero) de otros comicios. Palacios nunca ha perdido un examen electoral: ni al Ayuntamiento ni al Senado. Sus campa?as son personalistas, hasta llegar a sustituir en ocasiones la sinton¨ªa electoral del PP por la rumba Ay, Carolina m¨ªa.
Un feroz ultralocalismo, que le granje¨® la enemistad de pueblos lim¨ªtrofes cuando simultane¨® la presidencia de la Diputaci¨®n de Ja¨¦n (1967-76) y la alcald¨ªa, caracteriza su gesti¨®n. Para el 13-J, que anuncia como su ¨²ltima batalla, aspira a obtener los 17 concejales de la corporaci¨®n (la actual la forman diez del PP, cinco del PSOE y dos independientes). Le har¨ªa feliz barrer a los socialistas, con quienes intercambia una hostilidad radical, acrecentada desde que una moci¨®n de censura (PSOE-CDS) le expuls¨® de la alcald¨ªa en beneficio del actual consejero auton¨®mico de Obras P¨²blicas, Francisco Vallejo, luego ratificado en las urnas.
Palacios se apoya en la industrializaci¨®n que ha impulsado para aspirar a una corporaci¨®n monocolor, como las de antes, pero con pedigr¨ª democr¨¢tico. Sus relaciones con la c¨²pula del Gobierno han fructificado en una riada de inversiones. El alcalde se vanagloria de haber creado m¨¢s de mil empleos desde 1995. Para ello envi¨® alrededor de 50.000 cartas a empresarios. La invitaci¨®n epistolar, sin embargo, no habr¨ªa prosperado sin las visitas a medio Gabinete, con una misiva de Cascos en una mano y una chuletilla de reivindicaciones en la otra, y 2.000 millones del Plan Miner.
Estrat¨¦gicos contactos
El dirigente popular (preside el comit¨¦ electoral del PP andaluz) culpa al PSOE de haber hundido la econom¨ªa municipal. Impl¨ªcitamente, se presenta como un salvador (en la pasada cabalgata de Reyes se disfraz¨® de Melchor), ahora y antes. Tambi¨¦n entonces, cuando impuls¨® el desarrollo industrial de los 60, gozaba de estrat¨¦gicos contactos, a la vista de recortes de la ¨¦poca, que le retratan junto a Franco y su esposa, Carmen Polo. Ahora mantiene una relaci¨®n cordial con Ana Botella. Y, con frecuencia, acompa?a a Alonso, el benjam¨ªn de los Aznar, al estadio Bernab¨¦u aunque traicione su coraz¨®n colchonero.La clave de sus contactos pertenece al terreno de los misterios, aunque salta a la vista que posee un don para el halago y para hacerse casi imprescindible. El d¨ªa del frustrado atentado de ETA contra Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, a¨²n en la oposici¨®n, corri¨® a ofrecerse a la familia. Su casa de La Carolina siempre est¨¢ a punto para albergar a cuanto dirigente lo necesite, ya sea Javier Arenas o el ministro de turno. De su estrecha relaci¨®n con Cascos da fe su calidad de testigo en su boda con Gema Ruiz.
La generosidad que despliega con unos puede tornarse en ira temible ante un colaborador ineficaz, un adversario pol¨ªtico o un periodista hostil. No oculta su irascibilidad. Pregunta: "La oposici¨®n dice que es usted desp¨®tico, que a veces no les deja hablar en los plenos". Respuesta: "A los se?ores socialistas no les dejar¨ªa ni entrar en ellos si pudiera. Son enemigos de casa que han denunciado la llegada de ayudas del Plan Miner".
Nunca ha camuflado su incontinencia verbal. Y justo es reconocer que tampoco va por ah¨ª impartiendo lecciones de dem¨®crata converso. Sus encontronazos con la justicia, de hecho, obedecen a veleidades nost¨¢lgicas, como la perorata que lanz¨® el 20 de julio de 1984, en el 772? aniversario de la batalla de Las Navas de Tolosa, para clamar por un "renacer" (la sublevaci¨®n contra la Rep¨²blica) como el de "hace 48 a?os". La supuesta compra de votos por correo en 1994 tambi¨¦n le coloc¨® en el punto de mira judicial, pero sali¨® impoluto del Tribunal Supremo, que archiv¨® el caso por falta de pruebas.
En realidad, Palacios no reniega de su trayectoria, a la que alude con naturalidad cuando no se siente atosigado. Durante una entrevista con un diario andaluz y despu¨¦s de numerosas preguntas, acab¨® espetando a los periodistas: "?No van a preguntarme por mi pasado franquista?".
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