Leos Carax, 'ni?o terrible' del cine franc¨¦s, hace tragar otro c¨®lico de megaloman¨ªa
ENVIADO ESPECIALLeos Carax, enfant terrible del cine franc¨¦s, considerado el cineasta maldito por excelencia de este pa¨ªs, llevaba casi una d¨¦cada desaparecido. Vuelve ahora ya adulto, con 38 a?os, con la pel¨ªcula Pola X, nueva paliza de im¨¢genes singulares expulsada en forma de c¨®lico con hedor a megaloman¨ªa, a perfume de genio incomprendido. Pero el israel¨ª Amos Gitai le dio ayer con humildad una lecci¨®n de precisi¨®n en Kadosh, un terrible relato sobre la situaci¨®n de la mujer en el mundo del integrismo jud¨ªo.
Despu¨¦s de realizar Chico busca chica en 1983 y Mala sangre en 1986, Leos Carax comenz¨® en 1988, con 27 a?os, el rodaje de Los amantes del Pont-Neuf, que ¨¦l mismo tild¨® de "cat¨¢strofe natural". La filmaci¨®n de esta singular y a ratos muy notable pel¨ªcula le cost¨® a Carax tres a?os y la multiplicaci¨®n por 10 del presupuesto inicial, pero a su protagonista, Juliette Binoche, casi le cost¨® vacaciones a perpetuidad en un manicomio. A Carax no se le puede ne-gar -pese a su inclinaci¨®n al manierismo y el jugueteo audiovisual- talento, pero tampoco hay que escatimarle la petulancia, con frecuencia algo idiota, de los que se sienten genios incomprendidos, con el a?adido de que en el arte la verdadera genialidad tiende casi siempre a la humildad como sombra inseparable y perturbadora. Tras terminar la cat¨¢strofe natural de Los amantes del Pont-Neuf, a Carax se lo trag¨® la tierra y cuando ahora le preguntan ad¨®nde se fue durante estos 10 a?os ¨¦l contesta que "al diablo", lo que explica ir¨®nicamente la cantidad de ¨¢cido sulf¨²rico que ha metido en Pola X, aunque, a decir verdad, el pesimismo con que ha querido endurecer el enigm¨¢tico relato de Herman Melville, Pierre o las ambig¨¹edades, en que se basa la pel¨ªcula, tiene m¨¢s bien poco de diab¨®lico y mucho de infantilismo embarullado, poco de susurro mal¨¦fico y mucho de estruendo de discoteca heavy, ensordecedora pero blanda, amorfa, inofensiva.
Malditismo juguet¨®n
Hay una frase en Pola X que radiograf¨ªa a su director: "Sue?as con hacer una obra de madurez, pero tu encanto es estar en plena inmadurez". Carax ya no tiene 23 a?os, edad en que aqu¨ª fijaron su imagen de enfant terrible. Se acerca a los 40 y pretende nada menos que conservar la bula del malditismo juguet¨®n con el rigor y la severidad del artista adulto. De otra manera, ha querido evolucionar pero se ha quedado quietecito sobre la taza del retrete de la precocidad, trono confortable donde los haya para los ni?os incorregibles. Y el muchacho ind¨®mito, sentado sobre los restos del c¨®lico de una prematura indigesti¨®n de s¨ª mismo, vuelve ahora inexorablemente la mirada hacia el redil de los viejos domesticados.La pel¨ªcula tiene obviamente escenas muy brillantes y realizadas con originalidad, casi fuera de norma. Leos Carax ha dado a lo largo de su peque?a filmograf¨ªa muestras de af¨¢n excesivo de originalidad, de tendencia a la autocontemplaci¨®n y de engreimiento m¨¢s o menos disfrazado, pero nadie en justicia puede negarle virtudes como las que demostr¨® con el tes¨®n creativo desplegado para poder concluir Los amantes del Pont-Neuf, ni ahora en algunos momentos de Pola X, que alcanzan una poderosa visualidad y, a veces, rozan el misterio.
Por ejemplo, la escena de cama incestuosa entre el chico protagonista, interpretado por Guillaume Depardieu, y su hermana errante, que se sit¨²a en el borde de la explicitud y, sin embargo, derrocha sentido de la mesura y buen gusto, apoyados en un uso ins¨®lito y a veces aventurero, temerario, de la c¨¢mara. Carax lleva el cine en la sangre, pero su instinto merecer¨ªa mejores, m¨¢s generosos y m¨¢s maduros veh¨ªculos de ficci¨®n que el que aqu¨ª despliega, que es, a todas luces artificioso e hinchado. No es Pola X una buena adaptaci¨®n del complejo y oscuro libro del Melville, escrito inmediatamente despu¨¦s de Moby Dick, en una situaci¨®n de ¨¢nimo completamente extenuado y situado por ello en las ant¨ªpodas de la gran novela que acababa de finalizar. Algo falla en la pluma de Carax, que vierte un borr¨®n de tinta sobre la lente de la c¨¢mara de C¨¢rax.
Pola X, como la pionera en este tinglado Los amantes del Pont-Neuf, es una consecuencia casi mod¨¦lica de ese marginalismo de lujo ante el que nos alert¨¢bamos ayer, ya que Cannes se propone bendecirlo como f¨®rmula de cine futuro.
Hay ya, y aumentar¨¢, presi¨®n ambiental para que esta megal¨®mana, pretenciosa y fallida pel¨ªcula ocupe un lugar entre las elegidas y parece m¨¢s que probable que el presidente del jurado, David Cronenberg, est¨¢ por la labor, ya que es la suya y ¨¦se es su barco: basta ver Crash para deducirlo.
Poderoso observador
Y de ah¨ª proviene igualmente, adem¨¢s de por no ser francesa, que la magn¨ªfica Kadosh fuera relegada a pel¨ªcula telonera en la jornada de ayer. El israel¨ª Amos Gitai es un veterano gran documentalista, un poderoso observador, que de vez en cuando hace incursiones, sin abandonar la captura de la realidad, en la ficci¨®n. Kadosh es la tercera de ellas, y, ciertamente, excelente.Es una indagaci¨®n de alcoba en un grupo de jud¨ªos integristas de Jerusal¨¦n. La dureza del retrato de la vida conyugal, y sobre todo sexual, de dos de estos matrimonios, es literalmente aterradora, por su veracidad y por la inteligencia y la precisi¨®n con que Gitai usa su c¨¢mara como si fuera un bistur¨ª. Ning¨²n localismo, a fuerza de ser todo estrictamente, cerradamente local.
Estamos ante un implacable y sever¨ªsimo ahondamiento en la l¨®gica de la represi¨®n, sobre todo de la mujer, en lo que tiene de abismal y de universal. Los ropajes del ceremonial de esta sorda tortura son jud¨ªos, pero la carne ahogada que hay bajo ellos es carne de animales humanos. Cine grande, exacto, grave e inc¨®modo.
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