Eneko Pou
Cuando Juanito Oiarzabal tocaba la cumbre del Annapurna (una forma de tocar la gloria), Eneko Pou, su amigo y alumno, inm¨®vil en una tienda de campa?a, ochocientos metros m¨¢s abajo, pensaba que iba a morir y le daba igual. Entumecido e inmovilizado, no ten¨ªa tiempo ni para repasar su primera experiencia fallida en el Himalaya. El Annapurna le hab¨ªa vencido y, lo que es peor, le hab¨ªa dado de lleno en el costado de la desesperaci¨®n. Luego baj¨® -le bajaron- y resucit¨®; palade¨® la gloria de los dem¨¢s, que tambi¨¦n era la suya, y apunt¨® la incidencia de aquel monte casi fatal en las notas a pie de p¨¢gina de su historia. Eneko Pou (25 a?os) es vitoriano como Oiarzabal o Juan Vallejo o Ion Armentia, sus acompa?antes de expedici¨®n pero seguramente guardar¨¢ en la memoria el nombre de Lakta, el sherpa que se qued¨® con ¨¦l en el Campo 3 (a 7.300 metros de altura) mientras todos los dem¨¢s alcanzaban la cumbre que ¨¦l hab¨ªa previsto como bautismo himalay¨ªstico. Tampoco olvidar¨¢ los nombres de la coreana Gi o del sherpa Kami, que se quedaron para siempre en la monta?a que ¨¦l no pudo alcanzar; forman parte de este viaje inici¨¢tico, en cierto modo, para un hombre que tiene casi todas las monta?as por delante. Eneko Pou tomaba altura por primera vez. Lo suyo es la escalada en roca, la t¨¦cnica que le ha elevado a la categor¨ªa de ¨¦lite en el alpinismo espa?ol. Pou pertenece al selecto grupo de ¨¦lite (siete miembros) de la Federaci¨®n Espa?ola de Alpinismo, donde desempe?a su pasi¨®n y se gana la vida mediante los cursillos de escalada, esqu¨ª de fondo y dem¨¢s caracter¨ªsticas donde prevalece la t¨¦cnica sobre el esfuerzo. Por ello Pou es un desconocido en la alta monta?a y una figura en la escalada. En el Annapurna trazaba un hilo de conexi¨®n entre ambas actividades. All¨ª estaba un joven sincero y comil¨®n que recog¨ªa con estoicismo los efectos del car¨¢cter socarr¨®n de Juan Oiarzabal y cos¨ªa a preguntas al m¨¦dico Ion Armentia. Ansia de saber, se llama la figura. Todo ocurr¨ªa antes y despu¨¦s del ataque a la cima que le ense?¨® la otra cara de la monta?a en su m¨¢xima altura. Se cuenta de Eneko Pou que es el escalador m¨¢s cualificado de Espa?a, experto en las v¨ªas dif¨ªciles, que se embarc¨® en la aventura de Oiarzabal para bautizarse en la alta monta?a. Y lo hizo en plenitud. Primero compartiendo la vida de una expedici¨®n, una convivencia compleja que antecede al momento de la verdad. Cuando lleg¨® ¨¦sta, vivi¨® la otra paradoja del monta?ismo: muchas veces resulta m¨¢s dif¨ªcil bajar que subir. Accedi¨® hasta la ¨²ltima estaci¨®n con las fuerzas acabadas y comprob¨® que hay un momento decisivo, cuando el cuerpo no responde a los instintos de supervivencia. Uno quiere vivir y resulta que su cuerpo no reacciona y parece acomodarse a su suerte hasta doblegar incluso el natural instinto de supervivencia. Entonces, todo se detiene, nada funciona. Eneko Pou sufri¨® su primer descenso inolvidable. Noqueado por el esfuerzo, baj¨® el Annapurna -le bajaron- entre insultos reanimadores para evitar su abatimiento total, esa psicolog¨ªa particular que se practica en los momentos l¨ªmite. Y que suele funcionar. La escalada al rev¨¦s Seguramente Eneko Pou no o¨ªa nada, no escuchaba nada, y si lo hac¨ªa, su cuerpo tampoco estaba en condiciones de responder; s¨®lo de bajar lentamente, de llegar como fuera. Era la escalada al rev¨¦s. Posiblemente, en el Campo 3 interioriz¨® con facilidad la decepci¨®n que supone quedarse al final del camino. Hab¨ªa otras urgencias. De retorno al Campo Base realiment¨® su ¨¢nimo y recuper¨® el aliento de la participaci¨®n, de sentirse parte integrante de un ¨¦xito. Eneko Pou, sobrino de Joseba Azkarraga (ex parlamentario de EA y hoy directivo en la Caja Laboral Popular), regres¨® el jueves a Vitoria con un almac¨¦n de sensaciones humanas y un bagaje incalculable de experiencia en la alta monta?a. El hielo, el fr¨ªo, la ambici¨®n, la decepci¨®n, el fracaso, el ¨¦xito, el miedo... Todo forma parte de un viaje inici¨¢tico que comenz¨® en la exigente trayectoria del Annapurna, donde el ilustre escalador ejerci¨® de aprendiz de altura. Ahora las bromas contin¨²an y habr¨¢ tiempo para m¨¢s. De momento tuvo tiempo de saciar la ausencia de comida en el Himalaya. Aqu¨ª los homenajes son siempre con comida.
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