TVV, un campo de disputa J. J. P?REZ BENLLOCH
No es veros¨ªmil que los partidos pol¨ªticos valencianos y sus candidatos estrella est¨¦n dosificando la artiller¨ªa ret¨®rica hasta el comienzo oficial de las elecciones, el pr¨®ximo d¨ªa 28. No es cre¨ªble que administren con calculada cadencia el cu¨¦vano de sus argumentos, como si de una masclet¨¤ se tratase. En realidad, ha tiempo que todos se aplican a la campa?a y todos los gestos y gestiones de los candidatos hay que interpretarlos desde esta expectativa. As¨ª pues, lo que hemos o¨ªdo hasta ahora constituir¨¢ presuntamente el tu¨¦tano de los respectivos discursos hasta el d¨ªa de los comicios. Si algo cambia, ser¨¢ el tono e ingenio de las malicias, en cuyo cap¨ªtulo es recomendable no perder de vista al diputado popular de cultura, el viperino Antonio Lis. As¨ª pues, no esperemos novedosas propuestas program¨¢ticas, ni alguna otra dimisi¨®n sonada, aunque de esto ya vamos bien servidos e incluso no falta quien conf¨ªa en verle crecer los enanos al PSPV. Nos avecinamos a una confrontaci¨®n pac¨ªfica y roma de ideas que, por lo visto, no nos deparar¨¢ siquiera un cara a cara dial¨¦ctico y televisado entre los primeros espadas que concurren, digo de Eduardo Zaplana y Antoni Asunci¨®n. El actual presidente no parece proclive a otorgarle unos minutos de plat¨® y gloria al aspirante, lo que legitima a ¨¦ste para desafiarle a cada instante en una actitud m¨¢s mendicante que belicosa. Dada esta calma chicha ideol¨®gica y no habiendo grandes asuntos -y menos a¨²n alternativas- a debatir, apostar¨ªamos a que RTVV va a convertirse en el campo de batalla donde m¨¢s claramente se definan las respectivas posiciones y, fundamentalmente, las relativas a su funcionamiento, reforma o privatizaci¨®n. Al final de la corrida no ha de sorprendernos que todo se quede m¨¢s o menos como est¨¢, pues se necesita mucho coraje y lucidez para meterle mano a ese tinglado que cada partido en el poder ha gobernado a su antojo. Pero mientras discuten y nos venden la bondad de sus remedios no frivolizan en torno a cuestiones de mayor enjundia. De momento han sido los socialistas -con UV y el Bloc-Els Verds- los que optan por una TVV de titularidad p¨²blica, aunque con una serie de modificaciones en su marco legal, pues no en balde la ley que la pari¨® es de 1984 y la experiencia ha puesto de relieve sus lagunas. A la par con la potenciaci¨®n del ente, el PSPV aboga por su despolitizaci¨®n o lo m¨¢s parecido a una f¨®rmula que la ponga a resguardo de las tentaciones manipuladoras. Plausible objetivo que, m¨¢s all¨¢ de las reformas org¨¢nicas y legales, ¨²nicamente ha de alcanzarse en la medida que se condense el talante democr¨¢tico de nuestros hombres p¨²blicos y abdiquen de una vez por todas de abrevar sus compromisos clientelares con la n¨®mina de esa f¨¢brica que emite desde Burjassot. Pero la madre del cordero, digamos la gran cuesti¨®n, es qu¨¦ demonios postula el PP. Este es el momento en que nadie sabe a ciencia cierta si en la pr¨®xima legislatura se consumar¨¢ la privatizaci¨®n total o parcial de Canal 9. De creer a ciertos prohombres populares deber¨ªamos dar por hecho que la Generalitat se desprender¨¢ de su primer canal a poco que obtenga la mayor¨ªa parlamentaria absoluta o suficiente para cumplir con su querencia. Otra cosa es que, a¨²n pudiendo, se atreva a dar el paso, ya que tampoco son muy claras sus ideas al respecto y le consta la responsabilidad -con el consiguiente coste pol¨ªtico- que asume si se inviste del papel liquidador de un instrumento que, con todos sus defectos, es absolutamente imprescindible para la recuperaci¨®n ling¨¹¨ªstica de los valencianos. En unos d¨ªas apenas sabremos qu¨¦ f¨®rmula concreta ampara el molt honorable. Por m¨¢s circunstancial que nos resulte, esta pirotecnia electoral sobre RTVV tiene una ventaja: que nos obliga a pensar -incluso a los pol¨ªticos- en la necesidad de acordarle un estatuto a ese ente a fin de aliviarle de tanta sospecha o desd¨¦n. Aseguran que en otros pa¨ªses se ha conseguido la receta magistral y tal precedente, junto con la necesidad, nos conmina a buscarla. Podr¨ªa ser que de la palabrer¨ªa electoral se desprendiese alguna pista y compromiso.
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