Sus amigos los vascos

"Con los vascos comparti¨® Hemingway los grandes momentos de su vida en Cuba pero tambi¨¦n en Navarra y el Pa¨ªs Vasco", comenta Jeanette. Algunas de las obras de Hemingway est¨¢n relacionadas directamente con Navarra, con sus gentes, sus lugares geogr¨¢ficos o de residencia, sus fiestas (principalmente los Sanfermines, durante nueve a?os), sus costumbres, su gastronom¨ªa y hasta sus ferias taurinas. Y siendo Cuba "su segunda patria", no se pueden entender sus muchos a?os en el Caribe sin su relaci¨®n con numerosos vascos oriundos de Markina, de Durango, de Motriku, de Ond¨¢rroa, de Vitoria, de Bilbao, de Bergara... que all¨ª resid¨ªan. Jeanette cuenta como admiraba al padre Andr¨¦s (Unzai Madariaga), cura de Markina y p¨¢rroco en Cuba, que cada mi¨¦rcoles confesaba al escritor. "Mi vida espiritual, dec¨ªa Ernest Hemingway, est¨¢ en muy buenas manos; espero que no me falten en momentos dif¨ªciles". Son muchas las referencias y los recuerdos hacia estos vascos en aquellos tiempos cubanos. "Hemingway fue, adem¨¢s, admirador de Baroja, para el que pidi¨® el Nobel y al que visit¨® en 1956, en su lecho de muerte; y lector apasionado de Unamuno, al que sigui¨® coincidiendo en "el sentimiento tr¨¢gico de la vida". "El trato con los vascos resultaba sencillo y fluido, sobre todo con los pelotaris y sus amigos navarros. Tanto quer¨ªa a los vascos que algunos de ellos viv¨ªan en su casa, y vascos eran tambi¨¦n sus compa?eros de pesca, con los que naveg¨® en su yate Pilar. Y no s¨®lo para pescar, sino tambi¨¦n, en la II Guerra Mundial, para buscar submarinos alemanes, que sol¨ªan navegar en aquellas aguas; o con sus amigos los pelotaris del front¨®n de La Habana, el mejor del mundo, conocido como el palacio de los gritos por la pasi¨®n que despertaba la cesta punta", cuenta Jeanette.