Cipollini restablece el orden
El Kelme pierde su segundo corredor al abandonar Rubiera con gastroenteritis
Quiz¨¢s inspirado por el rectil¨ªneo trazado a escuadra de las calles de Catania, el Giro recuper¨® el orden. Los asuntos feos se quedaron escondidos en los armarios de cada equipo, en la ley del silencio que es la ley general, la ley del miedo, o en la secci¨®n de breves de los peri¨®dicos italianos, que no quieren manchar su Giro. Los corredores sorpresa, tal el Ivan Quaranta de la v¨ªspera, tambi¨¦n se retiraron del escenario principal, que tambi¨¦n luci¨® limpio y ordenadito. Es decir, el sprinter m¨¢s deseado, es decir Mario Cipollini, recuper¨® sus derechos. Fue a la sombra del Etna. Etapa (la 26? del rey le¨®n en sus 10 Giros) y maglia rosa. Eddy Merckx, que andaba por las 25 etapas, un paso atr¨¢s. Lejos a¨²n las 41 de Alfredo Binda. Ciclismo sin sobresaltos. Lo que se esperaba desde hace un a?o.El volc¨¢n, siempre humeante, no fue, sin embargo, tan compasivo con el devenir del Kelme, el equipo m¨¢s potente de entre los espa?oles. Jos¨¦ Luis Rubiera, uno de sus mejores corredores, para muchos su l¨ªder, se baj¨® de la bicicleta a 30 kil¨®metros de la meta, cuando ya hab¨ªa perdido cinco minutos con respecto al pelot¨®n ya lanzado. Una gastroenteritis incubada la v¨ªspera -tanto calor, tanta agua- le tuvo toda la noche en un correquetepillo permanente. Tom¨® la salida pesimista, aunque con una m¨ªnima esperanza, dada la escasa longitud de la segunda etapa (133 kil¨®metros llanos, el d¨ªa m¨¢s f¨¢cil de la carrera) y dada la tranquilidad con que se corri¨® el d¨ªa anterior. "Tengo un miedo terrible a lo que no puedo controlar", reflexionaba Roberto Heras, ahora l¨ªder ¨²nico del Kelme, en la salida. "Tengo miedo a las ca¨ªdas. Quiero llegar entero a la monta?a. Si luego all¨ª no puedo, es otra cosa". Lo incontrolable, aunque esperado, cay¨® ayer sobre Rubiera, cuya baja, sumada a la de Otxoa antes de la salida, deja al equipo de ?lvaro Pino con s¨®lo siete corredores. Y esto no ha hecho m¨¢s que empezar. Quiz¨¢s eso evite finalmente la dispersi¨®n de objetivos del equipo alicantino.
1?
Mario Cipollini (Ita, Saeco), 3h 18m 12s. 2?. Jeroen Blijlevens (PBS), mt. 3?. Dario Pieri (Ita), mt. 4?. Gabriele Missaglia (Ita), mt. 5?. Ivan Quaranta (Ita), m.t. 6?. Massimiliano Gentili (Ita), mt. 7?. Fabrizio Guidi (Ita), mt. 8?. Gianmatteo Fagnini (Ita), mt. 9?. Gabriele Balducci (Ita), mt. 10?. Andrea No¨¨ (Ita), mt. 11?. Nicola Minali (Ita), mt. 12?. Andrej Hauptman (Eslovenia), mt. 13?. Luca Cei (Ita), mt. 14?. Giuliano Figueras (Ita), mt. 15?. Angel Edo (Espa?a), mt. 16?. Alain Turicchia (Ita), mt. 17?. Miguel Mart¨ªn Perdiguero (Espa?a), mt. 18?. Serguei Ivanov (Rusia), mt. 19?. Paolo Savoldelli (Ita), mt. 20?. Oscar Mason (Ita), mt.
El corte bueno
Fue tan ordenada la etapa, tan de cat¨®n la actuaci¨®n del Saeco que aquello, m¨¢s que una carrera ciclista parec¨ªa la representaci¨®n de una ¨®pera grandeur nature entre buganvillas y chumberas. Un decorado californiano para una actuaci¨®n de pel¨ªcula. Espectacular en los ¨²ltimos 10 kil¨®metros; inteligente antes. Fagnini, su segundo hombre r¨¢pido, anduvo listo y se meti¨® en el corte bueno del d¨ªa, a mitad de etapa. Forz¨® a desgastarse a los otros equipos con tipos r¨¢pidos, permiti¨® descansar a sus colegas, conservar sus fuerzas para el final, para la exhibici¨®n de su tren, tan lubricado y veloz. Capturados los del corte (ning¨²n espa?ol en la cuesti¨®n), al mismo Fagnini (de todas formas, hab¨ªa ahorrado relevos como un perro) le toc¨® el honor de ser el ¨²ltimo piloto de su jefe. Le dej¨® la faena hecha, el toro humillado. Cipollini s¨®lo tuvo que dar la estocada.
Buen trabajo de equipo. Tan bueno, por lo menos, como el de la banda del Pirata. El Mercatone Uno, la cuadrilla de viejos (Podenzana, 37 a?os y 10 meses; s¨®lo Ugrumov, de 38 a?os y cinco meses, es mayor), j¨®venes (Garzelli, el heredero del Pirata) y fieles (Fontanelli, Forconi...), s¨®lo tiene un motivo para existir: que a Pantani, el ¨²nico ¨ªdolo de masas en estos tiempos ateos, no le pase nada. Que los sobresaltos se los lleven otros. Y esto si que es orden.
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