Del "ochomil" a la colina
Everest, K-2. Cho Oyu, Annapurna... y Olarizu. Despu¨¦s de catorce ochomiles, un escaso ochocientos medido a nivel del mar. La impecable trayectoria monta?era del alpinista vasco m¨¢s popular del momento no pod¨ªa dejar a un lado uno de los hitos orogr¨¢ficos de su ciudad y ayer, arropado por cientos de vitorianos que se sumaron a una fiesta con aires de romer¨ªa, el mito Oiarzabal protagoniz¨® un paseo-excusri¨®n desde el centro de la capital alavesa hasta el peque?o monte situado en las afueras. El acto culminaba la cadena de homenajes y celebraciones que se han sucedido tras el regreso del deportista. Como si de una carrera ciclista se tratara, un enorme arco de pl¨¢stico hinchable que simbolizaba la meta recibi¨® en lo alto de la colina a la comitiva que hab¨ªa salido de la calle Dato y consigui¨® alcanzar la cumbre, situada a menos de 200 metros de altura, en poco m¨¢s de media hora. Un Juanito Oiarzabal relajado y dicharachero, ataviado con su sempiterna gorra, recib¨ªa las felicitaciones y parabienes de los numerosos excursionistas que quer¨ªan ver de cerca a la leyenda. Acompa?ado por el alpinista Eneko Pou, su inseparable Mart¨ªn Fiz y el diputado de Cultura, Mikel Mintegi, pronto se aprovision¨® de un bocadillo y una botella de vino, como marcan los c¨¢nones del monta?ero dominical. El fuerte ritmo que Oiarzabal marc¨® en la subida hizo mella entre algunos de los asistentes, cuyo af¨¢n por seguir los pasos del alpinista oblig¨® a que intervinieran los servicios m¨¦dicos, aunque sin mayores problemas. Entre bromas sobre el estado de Pou -"ayer se acost¨® a las cinco de la ma?ana y creo que los gin tonic dar¨ªan ahora positivo si hubiera un control"- se dispuso a cumplir con el protocolo de la firma de carteles y camisetas que las entidades organizadoras regalaban a los participantes. Con una paciencia poco habitual en un hombre de car¨¢cter nervioso y poco acostumbrado a¨²n a los ba?os de multitudes, permaneci¨® durante m¨¢s de una hora sentado en una mesa atendiendo a las peticiones autogr¨¢ficas de los numerosos seguidores. Padres y ni?os ataviados con el ch¨¢ndal de los domingos, gentes de todas las edades y despistados que se encontraron con la romer¨ªa por sorpresa, se aproximaron a un Oiarzabal que no neg¨® ninguna dedicatoria ni un saludo personalizado. "No estoy cansado y, adem¨¢s, esto hay que hacerlo, porque la gente de Vitoria ha estado conmigo en todo momento y me debo a ellos", indicaba mientras recib¨ªa el en¨¦simo p¨®ster para firmar. Sus allegados y amigos observaban con cierto desasosiego el aluvi¨®n de admiradores que rodeaban la ya de por s¨ª menuda figura del monta?ero. Finalizada la maratoniana sesi¨®n de aut¨®grafos, la organizaci¨®n empez¨® a desmantelar vallas y mesas, cuando el tiempo empez¨® a amenazar lluvia. "A¨²n me quedan unas cuantas cenas y la pr¨®xima semana estar¨¦ en la celebraci¨®n del 75 aniversario de la Federaci¨®n vasca de Monta?a, que es muy importante", conclu¨ªa Oiarzabal.
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