Jalabert le coge gusto al Giro
Jim¨¦nez pinch¨® en la subida final y lleg¨® a 17 segundos del ganador, el colombiano Chepe Gonz¨¢lez
Malas caras en la cima baja (1.525 metros) del Monte Sirino, en los Apeninos calabro-lucanos, en la Basilicata, huertas de albahaca en las laderas y bosques impenetrables. Malas caras espa?olas en la meta de la primera llegada en alto del Giro de las ¨¢guilas. El Chava -perdi¨® 17 segundos- maldec¨ªa un pinchazo a dos kil¨®metros de la meta. A Heras no le hac¨ªa falta hablar; su expresi¨®n ya dec¨ªa suficiente de su tristeza y desencanto. Los dos, las grandes esperanzas espa?olas, los grandes escaladores ib¨¦ricos, hab¨ªan perdido tiempo ante Pantani y otro de los escaladores peligrosos de la rep¨²blica italiana, Ivan Gotti. Por razones t¨¦cnicas, o por razones puramente f¨ªsicas, ninguno, tampoco Santi Blanco, ni ?scar Sevilla, ning¨²n espa?ol pudo entrar en el mismo grupo que el Pirata, el grupo que se form¨® cuando Laurent Jalabert lanz¨® desde 700 metros un "sprint" largo, largu¨ªsimo, a la caza de la "maglia" rosa. Jim¨¦nez, Blanco y Clavero perdieron 11 segundos; Sevilla y Heras, 22.La cacareada llegada al Monte Sirino sorprendi¨® a todos por su blandura (la vertiente que se escal¨® este a?o no era la misma en la que gan¨® Cubino en 1995, ni la de Rebellin de 1996), una falta de dureza que le fue, sin embargo, de perlas, al colombiano Chepe Gonz¨¢lez (Kelme) para ganar la etapa. Es el segundo triunfo en el Giro (antes hab¨ªa ganado una etapa en el Tonale, en 1997, a?o en que tambi¨¦n se coron¨® rey de la monta?a) de un corredor que tambi¨¦n ha sido capaz de adjudicarse una etapa en el Tour, famoso por la facilidad y falta de escr¨²pulos con que se aprovecha del trabajo ajeno. Ayer fue para ¨¦l cosa de ni?os enga?ar a Danilo di Luca, una de las grandes promesas del ciclismo italiano (gan¨® el Giro baby de 1998 y el bronce en el Mundial del mismo a?o), un chaval de clase que no pod¨ªa dejar de tirar aunque la cabeza le dijera que estaba haciendo el tonto.
Sorprendi¨® tanto la blandura del Sirino que los planes de los equipos se quedaron en agua de borrajas. La escapada de mitad de etapa (ocho corredores, con predominio de equipos espa?oles: dos onces, un banesto, un kelme y un vitalicio), el t¨ªpico corte que permite que las cosas se calmen por detr¨¢s, no fue finalmente un intento condenado. All¨ª ya estaba el Chepe, el hombre que m¨¢s fe, y habilidad, tuvo. All¨ª no hab¨ªa m¨¢s tipos capaces de aguantar escalando. El trabajo de equipo posterior (el ritmo en la subida marcado por el Banesto, con Z¨¹lle y Pe?a, tan seguro como estaba de que Jim¨¦nez andaba perfecto) tambi¨¦n se qued¨® sin sentido. No sirvi¨® para dar caza a los fugados (Di Luca, Chepe y Peron) ni para ir eliminando favoritos con mal d¨ªa. Fue, como la subida, ni chicha ni limon¨¢. Un pelot¨®n de 50 se present¨® unido en el ¨²ltimo kil¨®metro. Jim¨¦nez, arrastrando un pinchazo, con la bicicleta bambole¨¢ndose en zigzag; Heras, sent¨¢ndose desfallecido; Santi Blanco, ¨¢gil y alegre, intentando la sorpresa. Pero tambi¨¦n iban Jalabert con la mirada negra y fr¨ªa, un reflejo rosa en la pupila, un repecho a su gusto bajo sus ruedas; Pantani, f¨¢cil y fuerte, all¨ª, controlando, transportado en carroza por su banda; Gotti, que no pierde ni un segundo... La primera cosecha del Giro 99. Ning¨²n espa?ol entre las primicias. "No era terreno de escaladores puros", disculpan los suyos. Un franc¨¦s, Jalabert, que ya ha hecho pleno (una victoria de etapa y ahora la maglia rosa). Y unas cuantas preguntas en el aire.
La teor¨ªa dice que el liderato de Jalabert es lo mejor que pod¨ªa esperar Pantani. Un l¨ªder que ni es de paja ni un serio rival para el final; un equipo, el ONCE, lo suficientemente fuerte y ambicioso como para cogerle gusto al trabajo de controlar la carrera. Los c¨¢lculos dicen que pasar¨¢ sin problemas el s¨¢bado la subida al Gran Sasso, segunda llegada en alto del Giro, que aumentar¨¢ su ventaja el domingo en la contrarreloj, pero que rendir¨¢ sus armas el s¨¢bado 29 en las rampas de la Fauniera, el primer puerto verdadero. Entonces, dice la tabla de marcha, comenzar¨¢ el Giro de verdad, el Pantani show. Jalabert, dicen, proclamar¨¢ "misi¨®n cumplida" y se retirar¨¢ a meditar sobre las contingencias de la vida. ?De verdad?
"Me encanta que el ONCE coja el control del Giro", dice Beppe Martinelli, el director de Pantani. "Pero me preocupa enormemente que el l¨ªder sea Jalabert. Cuente con que el domingo nos sacar¨¢ por lo menos dos minutos en la contrarreloj. Y no me creo que no pueda ganar el Giro". La tangente, ser¨¢, pues, la delicada l¨ªnea por la que pasen los c¨¢lculos y acciones de Pantani. Una nueva inc¨®gnita, Jalabert, le ha complicado la ecuaci¨®n.
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