Primarias o ci¨¦naga XAVIER BRU DE SALA
Convocar primarias fue un ardid de Almunia para afianzarse en el poder. Olvidarse ahora de ellas es el mejor modo de convertir al secretario general en un funcionario y al PSOE en un aglomerado de barones. No un aglomerado ingobernable, porque todos tienen experiencia y conocen los l¨ªmites de su forcejeo. S¨ª un aglomerado inamovible. Sin que las bases legitimen a alguien para abrir otra etapa, los socialistas quedar¨¢n empantanados, lejos de la renovaci¨®n. Tendr¨¢n votos igualmente, qu¨¦ remedio, pero seguir¨¢n sin estar en condiciones de convencer a nadie o de hacer oposici¨®n. Hay cosas que s¨®lo borra el cambio de personas. Confiar en que el paso del tiempo, que s¨®lo las difumina poco a poco, ejerza de sustituto tiene sentido para quienes pretenden conservar su puesto, pero es incompatible con el ejercicio de la pol¨ªtica como servicio. Uno de los argumentos que mejor les sal¨ªan har¨¢ poco m¨¢s de un a?o era m¨¢s o menos como sigue: "Las primarias son un mecanismo regenerador y legitimizador de los partidos que no tardar¨¢ en imponerse en nuestras democracias". Vaya, vaya. ?Tanto miedo les da ahora a esos campeones de la truculencia que tal cosa pudiera ser cierta? Claro que las razones exhibidas por la preclara ejecutiva socialista son de un calado impresionante. "Los estatutos no lo permiten, no hay tiempo, m¨¢s vale dedicarse a las elecciones de junio; las primarias quedan, pues, descartadas". La l¨®gica es apabullante. Si la Constituci¨®n se retoc¨® en pocos minutos para mejor entrar en Europa, una l¨ªnea de los estatutos se cambia en una tarde, aunque tenga que ser mediante un minicongreso de un solo punto en el orden del d¨ªa. En julio o en septiembre, hay tiempo de sobras. Una semana para presentar candidaturas y tres de campa?a. A la vista del efecto euforizante que tienen sobre el entorno socialista, la poca distancia de las generales ser¨ªa lo contrario de un inconveniente. Rebobinemos. En su a?o de estrellato, Borrell no ha dicho una sola frase que le confirmara como l¨ªder ante la opini¨®n p¨²blica. Incluso los que le votaron estaban desenga?ados a las pocas semanas. A todas luces sali¨® rana, y a la primera salpicadura de lodo ha dado el salto hacia atr¨¢s, de vuelta a su lago de agua destilada. El muchacho no se soporta si el espejo no le contesta que es el m¨¢s guapo y el que mejor aseado va. Con menos vanidad y m¨¢s coraje, un adolescente se suicidar¨ªa por una espinilla. Almunia est¨¢ en posesi¨®n de menos defectos. Es bicho grandote, gru?¨®n, poco dado a las maldades y menos a los errores si no son de c¨¢lculo. Las de cal y las de arena le afectan por un igual. Sobrevive en aguas turbias como un hipop¨®tamo, pero pocos le ven capaz de subirse al Kilimanjaro. Ni sabe d¨®nde cae. Su instinto no da ni para eso ni para propiciar el tremendo aguacero que necesitan. Felipe le encarg¨® que pusiera orden en el barrizal, no que se convirtiera en l¨ªder, y cumplir¨¢. Seguir¨¢ faltando alguien que saque a la grey socialista de la ci¨¦naga. Sin primarias de por medio, tardar¨¢ mucho m¨¢s en aparecer. O en cobrar fuerza. Los barones socialistas lo saben, pero les trae sin cuidado. Mejor ser diputado de la ejecutiva o del comit¨¦ federal que arriesgarse a perder ese poco para que otros obtengan ministerios o altos cargos. Har¨¢ unos 300.000 a?os, el hombre de Atapuerca, alto fuerte y con escaso esp¨ªritu social, tuvo que ceder el terreno al peque?o pero listo Homo erectus, que se apoyaba en la colaboraci¨®n cl¨¢nica. Esos descendientes del tentetieso llamados socialistas con mando han aprendido a sobrevivir a base de colaborar entre ellos contra todos los dem¨¢s. Las experiencias de Numancia, Sagunto y el Alc¨¢zar de Toledo y la lectura obsesiva de Fuenteovejuna les fortifican. M¨¢xime cuando el potencial enemigo aznarista les prefiere encerrados en su fortaleza de lodo. Les da tanto pavor salir que incluso ha dejado de acosarles. H¨¦roes de la resistencia sin enemigo, har¨¢n cualquier cosa menos quitarse. Para eso Guerra, el mism¨ªsimo fantasma de Alfonso Guerra en persona, ha salido a ocupar la plaza de hermano lobo, en un simulacro de tensi¨®n interna que no pasa de pantomima grotesca. Si han aguantado hasta ahora... Lo peor parece haber pasado ya. Es probable que en las citas electorales de junio los socialistas se recuperen. No mucho, s¨®lo lo suficiente para inyectarse una dosis de seguridad y cortar el paso a cualquier iniciativa renovadora, venga de donde venga. Cuentan con que ahora la ley del p¨¦ndulo les favorece. Saben que la inercia por s¨ª misma no basta, que para alcanzar la meta de la alternancia es imprescindible un empuje a?adido, alguna energ¨ªa, cierto proyecto. Pero como ellos agotan su fuerza en sostener el peso de sus errores, vender¨¢n el probable cambio de signo como un buen augurio, cuando ser¨¢ la confirmaci¨®n del desastre. Los socialistas catalanes est¨¢n inc¨®modos. A Maragall no le van bien ni el inmovilismo de Almunia ni un revuelo congresual que coincida con las auton¨®micas. Escindido entre la conveniencia catalana y el deber de amistad con los compa?eros de la ci¨¦naga, Serra tiene ante s¨ª una dif¨ªcil papeleta. ?Se atrever¨¢ a traicionarles exigiendo primarias?
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