El poder de pegar, el valor de defender
Beloki y Arretxe viven hoy (17.45, Tele 5) la final del Manomanista de Euskal Herria bajo sospecha. El reglamentarismo del campeonato organizado con Asegarce por la Federaci¨®n Vasca invalida cualquier aplazamiento. Las fechas prevalecen sobre las circunstancias con un resultado incierto en un deporte plagado de incertidumbres. De la laxitud reglamentaria, que permit¨ªa aplazar casi un a?o una final, se ha pasado a las exigencias del calendario. Una actitud pendular que traduce en uno y otro casos los mismos aciertos e id¨¦nticos inconvenientes. La final del Manomanista vasco es una inc¨®gnita. Fernando Arretxe ha perdido la batalla del aplazamiento (una semana), a causa de una lesi¨®n en el dedo me?ique que dificulta sobre todo su juego de aire, una faceta nada despreciable cuando se trata de contrarrestar el juego de un pegador como Beloki. La Federaci¨®n Vasca ha tirado de reglamento y ha denegado la petici¨®n de Arretxe porque no est¨¢ prevista en los estatutos del Campeonato; su empresa -Asegarce- ha asumido la situaci¨®n que firm¨® y la final se juega hoy en el Atano III por exigencias del gui¨®n. Arretxe no ha ocultado sus sensaciones: se siente desprotegido y lamenta que le haya correspondido la dif¨ªcil funci¨®n de inaugurar una nueva situaci¨®n: el fin de los aplazamientos que somet¨ªan muchas finales a la incertidumbre m¨¢s absoluta. La Federaci¨®n Vasca se ampara precisamente en esa postura moral, aunque a nadie se le escapa que la apuesta decidida no admite aplazamientos que compliquen su conclusi¨®n. Asegarce tira de papel firmado porque en el fondo ambos son de su cuadro. Lo ¨²nico cierto es el lastre con el que arranca la primera final de los manomanistas vascos (la segunda, de Aspe, se jugar¨¢ el 6 de junio en Eibar). Beloki, vigente ¨²ltimo campe¨®n unitario del Manomanista vasco (venci¨® a Eugi el pasado a?o), goza de los favores del pron¨®stico e incrementa sus posibilidades, de confirmarse la limitaciones de Arretxe. Al pelotari de Valcarlos le pesa adem¨¢s la pol¨¦mica: si gana, su lesi¨®n habr¨¢ sido una t¨¢ctica psicol¨®gica; si pierde de forma contundente se resentir¨¢ la final. Lo cierto es que ya part¨ªa con un problema fundamental: Beloki, es hoy por hoy, el pelotari m¨¢s completo de ambos cuadros. Combina una pegada descomunal con el atrevimiento necesario para combinarla con acciones m¨¢s intuitivas. Resulta dif¨ªcil superar a Beloki y la ¨²nica v¨ªa de agua se antoja posible mediante el martilleo de su actitud personal en el partido. Beloki necesita mandar. Arretxe es precisamente un pelotari que puede hacer mella en esa circunstancia del campe¨®n. Buen defensor y con pegada saludable, puede trabajar la ¨²nica debilidad de Beloki: condenar el partido al sufrimiento en el que a veces prevalece la respuesta an¨ªmica sobre las condiciones estrictamente deportivas. Sin embargo, ah¨ª es donde a priori descarrila la final y amortigua su incidencia. Entre ambos pelotaris existe una diferencia de 13 a?os y Arretxe, m¨¢s veterano, acude con prevenciones f¨ªsicas. Si se manifiestan en el partido, la final acabar¨¢ pronto. Beloki no se f¨ªa y teme una actitud visceral de su oponente, tanto para ganar como para resolver cualquier asomo de duda sobre su actitud. El que ambos sean zagueros que conf¨ªan, sobre todo, en su fortaleza, conduce la final a un ejercicio bastante previsible. No es una lucha entre el poder del zaguero y la definici¨®n del delantero. Se trata de una lucha de caracter¨ªsticas similares, mediatizada por las circunstancias y con pron¨®stico claro. Si acaso, una discusi¨®n entre la pegada y la defensa, entre el poder y la experiencia.
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