Vida en Marte
JUSTO NAVARRO Parece que el mundo es siempre peor: se duplicaron en 1998 las denuncias, 543, por malos tratos a mujeres en M¨¢laga y su provincia. Todo empeora, dice nuestro gusto por el desastre y la novedad tremebunda. Dios m¨ªo, que pase algo que rompa el aburrimiento, aunque sea una paliza o un nuevo triunfo de la delincuencia. Pero yo veo una buena se?al este aumento de denuncias. Ha acabado una ¨¦poca. Pegar se considera por fin un delito, y la v¨ªctima y los testigos van a la comisar¨ªa o al juzgado y denuncian al delincuente. En otro tiempo, malos tiempos, pegar un pu?etazo y amoratar un ojo o romper una nariz era un asunto familiar, si el agresor y la v¨ªctima estaban registrados legalmente como marido y mujer. La bestialidad era un signo de pasi¨®n. Un tortazo era un gesto de cari?o: como grabar un coraz¨®n en un ¨¢rbol. El para¨ªso del amor conyugal ten¨ªa estos lances de ¨®pera: amor es violencia. O ni siquiera se hablaba de amor, sino de sagrada rutina familiar, deberes y sacrificios conyugales, matrimonio sacramentado, reglamentario e indisoluble, algo tan inevitable como los fastidios del servicio militar o de los viajes muy largos en un tren atestado, asfixiante. No te metas en cosas de casados, que lo arreglen ellos, pues ellos al final se arreglar¨¢n y te despreciar¨¢n a ti. No se te ha perdido nada en la casa del vecino. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Hasta las v¨ªctimas defend¨ªan a los pegones: -Duele, s¨ª, ?pero qu¨¦ har¨ªa yo sin este dolor? Recuerdo un espl¨¦ndido mediod¨ªa de domingo en el Pasaje Esperanto de M¨¢laga, hace diez a?os ya, o m¨¢s. Un se?or empujaba a una se?ora, le lanzaba un tortazo, un pu?etazo, dos. Me acerqu¨¦ pidiendo paz. La golpeada me dijo: -T¨² no tienes por qu¨¦ meterte, cabr¨®n. No hace mucho sol¨ªan arropar al agresor sus familiares, es decir, sus v¨ªctimas, y sus vecinos y, si excepcionalmente llegaban a intervenir, la polic¨ªa y el juez. Es celoso, dec¨ªan, tiene mal genio o mal beber, hombre-bomba a punto de estallar, pero buen hombre, tan cari?oso a veces, cuando no est¨¢ peg¨¢ndote un pu?etazo, tan bueno cuando no es malo. ?Vas a denunciar al padre, al rey de la casa? Lo primero es la familia, los hijos, aunque tengas que convivir con un malhechor espor¨¢dico, entre el paso lento del miedo y el pu?etazo fulminante. Piensa que se trata de un malhechor amoroso y fiel que s¨®lo le pega a la madre de sus hijos. El fiscal-jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa ha dicho en Granada que la nueva ley contra los malos tratos en la familia permite aislar y arrancar al agresor del hogar. Mientras lo le¨ªa en estas p¨¢ginas, en una nota de Francisco J. Titos, pensaba en c¨®mo, ayer mismo, el juez proced¨ªa a consolar a la torturada y reprender al torturador, o a la inversa, antes de volver a encerrarlos juntos para siempre en la gloria familiar. Ha mejorado nuestro mundo, y ahora un torturador es un delincuente, aunque sea tu marido. Y lo raro es esto: ver as¨ª las cosas resultaba, ayer mismo, tan exc¨¦ntrico como creer en la existencia de vida en Marte.
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