La UE y los Balcanes
Cuando m¨¢s entretenidos est¨¢bamos viviendo la primera crisis pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea, la tragedia de Kosovo nos ha venido a recordar sus razones de fondo. No se emprendi¨® la aventura comunitaria para hacer la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n ni para alimentar la eurocracia bruselense, sino para enmendar la historia del continente, repleta de guerras por la hegemon¨ªa de un rey, un dictador o un general que, due?o y se?or de un pueblo elegido, deb¨ªa dominar a los dem¨¢s. Esta pretensi¨®n se est¨¢ reproduciendo en pat¨¦tica caricatura con el ag¨®nico proceso de descomposici¨®n de la antigua Yugoslavia. Cuando estamos entrando en el sigloXXI, las im¨¢genes del Kosovo nos retrotraen a lo peor del XX. La visi¨®n de hileras de seres humanos desvalidos, v¨ªctimas de expulsiones, saqueos, violaciones y ejecuciones sumarias -la limpieza ¨¦tnica-, croatas de Eslavonia, bosnios de Sarajevo, serbios de la Krajina y ahora albanokosovares expulsados sistem¨¢ticamente en la Operaci¨®n Herradura nos recuerdan demasiado las tomas dantescas de La vida es bella o La lista de Schindler.Los antih¨¦roes que hicieron posible la Europa Unida se llamaban Hitler y Stalin. Milosevic se ha ganado un tercer puesto con su suicida obstinaci¨®n en seguir una pol¨ªtica de "todonacionalismo" en palabras de Edgar Morin -un pueblo, una lengua, un Estado- que uno de sus mentores de la Academia de Ciencias y ef¨ªmero presidente, Cosic, defin¨ªa en su mediocre trilog¨ªa novelada de la epopeya de su pueblo diciendo que "los serbios ganan las guerras y pierden las paces". El balance de 10 a?os de su r¨¦gimen en Serbia es que la riqueza nacional se ha reducido a la mitad, la industria ha perdido tres cuartos de su capacidad y un pueblo digno y orgulloso se ha visto reducido a la condici¨®n de paria internacional.
Frente a estas tesis de romanticismo suicida que tanto sufrimiento est¨¢n generando en los pueblos de la antigua Yugoslavia y ahora tambi¨¦n a sus vecinos, la cuesti¨®n que se plantea a la Uni¨®n Europea es qu¨¦ hacer y c¨®mo. Ante todo, debe reafirmarse en un momento de indudable crisis de identidad como una comunidad de valores. La sorprendente unanimidad de los l¨ªderes de la generaci¨®n del 68 no tiene otra explicaci¨®n. La afirmaci¨®n de la validez universal de la democracia, el respeto de los derechos humanos y las minor¨ªas como valores universales frente al equilibrio de poderes basado en la fuerza y en la consideraci¨®n de las personas como objetos a disposici¨®n del soberano se convierte cada vez m¨¢s en la norma pol¨ªtica fundamental.
La entrada en vigor el 1 de mayo del Tratado de Amsterdam nos obliga a m¨¢s en varios frentes. El primero es la pol¨ªtica exterior y de seguridad, con la introducci¨®n de la estrategia com¨²n para los Balcanes como instrumento con una visi¨®n global. El primer paso, sin duda, es que la Operaci¨®n Herradura deje de pisar el Kosovo. Para ello basta con proponer la negociaci¨®n como alternativa a los bombardeos. Antes, es preciso que Milosevic suelte su presa. Pero basta con mirar el mapa para comprobar que la ex Yugoslavia es cada vez m¨¢s un absceso sangrante en el seno de la Uni¨®n: tres Estados miembros son vecinos (Austria, Italia y Grecia); Eslovenia y Hungr¨ªa est¨¢n en el primer grupo de pa¨ªses de la adhesi¨®n; Rumania y Bulgaria, en el de la preadhesi¨®n. De las otras rep¨²blicas de la antigua Federaci¨®n, Croacia trata de quemar etapas a pesar de sus dificultades en el campo pol¨ªtico, Macedonia pide un Tratado de Asociaci¨®n y Bosnia es un protectorado de facto. Albania, el pa¨ªs que ha sufrido el mayor impacto, es el m¨¢s pobre de Europa, con un 60% de la poblaci¨®n en paro, pide tambi¨¦n un Tratado de Asociaci¨®n. En su conjunto, los vecinos resisten de momento los intentos de desestabilizaci¨®n, pero a cambio exigen no s¨®lo ayuda humanitaria inmediata, sino igualmente una activa pol¨ªtica de asociaci¨®n con vistas a la integraci¨®n. ?sa es la raz¨®n b¨¢sica que justifica una estrategia com¨²n consistente en una pol¨ªtica a medio y largo plazo para los Balcanes, con la democratizaci¨®n, la reestructuraci¨®n econ¨®mica y la estabilidad multilateral como pilares fundamentales y la ampliaci¨®n a medio plazo como tel¨®n de fondo. La participaci¨®n de polacos, checos, h¨²ngaros, eslovacos y eslovenos es de gran valor, por ser vecinos y afectados, y puede ayudar a dar contenido a la l¨¢nguida Conferencia Europea.
De momento, el canciller Schr?der, como presidente del Consejo Europeo, ha lanzado la iniciativa de convocar una Conferencia de la Europa del Sureste, y el presidente Prodi ha propuesto un plan global como elemento prioritario de su programa. Desgraciadamente, la actual situaci¨®n pol¨ªtica comunitaria no ayuda mucho; la nueva Comisi¨®n no ser¨¢ operativa antes de septiembre como pronto, y no podr¨¢ jugar un papel motor en ideas y medios. Con las perspectivas financieras acordadas en el Consejo de Berl¨ªn no llega ni para pagar las urgencias del Kosovo; ser¨¢ preciso aflojar los cordones de la bolsa todos juntos para lanzar un ambicioso programa de vertebraci¨®n institucional y social, formaci¨®n, reconstrucci¨®n y adaptaci¨®n a la gesti¨®n multilateral y la buena vecindad.
La segunda tarea es convertir en pol¨ªtica activa lo que se formula como una queja: la ausencia de una pol¨ªtica com¨²n de defensa. Tenemos que superar la paradoja de haber decidido crear una Comunidad irrevocable y solidaria como es la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria con el euro y no haberla acompa?ado con una comunidad de defensa. El constatar una vez m¨¢s la impotencia europea est¨¢ acelerando el proceso, como se comprueba en las reiteradas declaraciones de Tony Blair, primer ministro del Estado m¨¢s reticente a dar ese paso en el pasado. La inclusi¨®n de "la identidad europea de seguridad y defensa" en la Declaraci¨®n del 50? aniversario de la OTAN y la decisi¨®n de la cumbre ministerial UE-UEO permiten actuar en consecuencia, incluyendo la defensa en los objetivos y estructuras de la Uni¨®n, sin necesidad de modificar los tratados. Adem¨¢s, el Tratado de Amsterdam prev¨¦ las misiones llamadas Petersberg en el campo militar, es decir, la posibilidad de realizar misiones de prevenci¨®n, pacificaci¨®n e interposici¨®n, que precisamente son las que requieren el Kosovo y los Balcanes.
Para sacar adelante este plan se necesitan ideas y medios, pero sobre todo responsables pol¨ªticos con voluntad y poderes. La opci¨®n escogida en el tratado es la creaci¨®n del puesto de Se?or/ Se?ora PESC en el seno del Consejo. Su primer emplazamiento ser¨¢ tratar de deshacer este nudo gordiano. Tambi¨¦n habr¨¢ que crear el Consejo de Ministros de Defensa, unido al de Exteriores. En paralelo, la Comisi¨®n debe adaptar su estructura a esta nueva realidad.
?stas son las tareas inaplazables para la Uni¨®n Europea si se quiere de verdad apagar el incendio del Kosovo y evitar que surjan otros muchos Kosovos. Vaclav Havel ha descrito nuestra situaci¨®n con acierto: "Hemos intervenido demasiado tarde; despu¨¦s de la batalla, somos todos estrategas". La cuesti¨®n, ahora, no reside en formular reservas sobre la intervenci¨®n o en criticar la prepotencia americana, al tiempo que lloramos por nuestra incapacidad. El problema de Kosovo lo tenemos ya en casa, y nos exige respuestas que desmientan el choque de civilizaciones, rompiendo el c¨ªrculo maldito de odios, xenofobia y venganzas en los Balcanes con los mismos m¨¦todos con que lo conseguimos entre nosotros.
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