Calatrava
MIGUEL ?NGEL VILLENA Suele recordar sus or¨ªgenes familiares en aquella Valencia de los a?os cincuenta cuando todav¨ªa circulaban los tranv¨ªas y donde se respiraba un aire m¨¢s rural que urbano. A pesar de sus ya largos a?os de residencia en Z¨²rich, ha mantenido un estudio abierto en la capital valenciana y ha adornado su ciudad natal con dos puentes, una estaci¨®n de metro y un hemisf¨¦rico. A mitad de camino entre el t¨¦cnico y el artista, Santiago Calatrava (Benim¨¢met, 1951) encarna, a finales del siglo XX, ese ideal renacentista de una visi¨®n de las urbes a escala humana. Con un alma mediterr¨¢nea y una cabeza germ¨¢nica, el reciente Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes ha sabido y ha querido ser profeta en su tierra. Aunque cabr¨ªa recordar que algunos pol¨ªticos, de los que ahora se apuntan a las alabanzas y a los parabienes, le negaron el pan y la sal cuando Calatrava comenz¨® a recibir encargos de las instituciones valencianas durante los a?os ochenta. No resulta extra?o pues que el ingeniero y arquitecto recordara ayer a los poderes f¨¢cticos que la ciudad de Valencia ha estado "en los ¨²ltimos 20 a?os enajenada en manos de los promotores". Esta andanada, que s¨®lo puede permitirse un consagrado, honra a un Calatrava que pide que no se detenga su tarea en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Sociedad cainita como pocas, la Comunidad Valenciana se ha revelado en tantas ocasiones incapaz de retener a sus artistas e intelectuales m¨¢s brillantes que nadie est¨¢ legitimado ahora para impedir a Calatrava dejar m¨¢s huellas de su obra en una ciudad donde contados t¨¦cnicos se han arriesgado a la innovaci¨®n. Porque ya que Calatrava no se sacudi¨® el polvo de sus zapatillas al abandonar Valencia para estudiar en la Escuela Polit¨¦cnica de Z¨²rich, habr¨ªa que darle la oportunidad de embellecer una capital destrozada por la especulaci¨®n, la avaricia, el mal gusto y las horteradas barrocas. En cualquier caso, los ¨¦xitos de Santiago Calatrava siempres ser¨¢n una magn¨ªfica noticia para todos aquellos que aspiramos a una ciudad llena de humanistas y libre de buitres.
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