Busca y captura
SLOBODAN MILOSEVIC goza desde ayer de un ominoso r¨¦cord: es el primer jefe de Estado procesado por un tribunal penal internacional en ejercicio de su cargo. La corte especial creada en La Haya por Naciones Unidas para juzgar cr¨ªmenes de guerra en la antigua Yugoslavia le acusa, junto con cuatro de sus lugartenientes, de la deportaci¨®n de 740.000 albanokosovares y el asesinato verificado de 340 hombres en edad militar. El pliego de cargos de la fiscal se refiere exclusivamente a hechos ocurridos este a?o. El tribunal ha dictado orden internacional de busca y captura, que formalmente obliga a todos los pa¨ªses integrados en Naciones Unidas. Desde ayer, la libertad de movimientos de Milosevic queda limitada en la pr¨¢ctica al territorio de su propio pa¨ªs.Es posible que la decisi¨®n judicial dificulte a¨²n m¨¢s la b¨²squeda de un compromiso diplom¨¢tico que ponga fin al actual conflicto. Pero aun as¨ª, parece dif¨ªcil de objetar a la luz de los indicios aportados a la causa. El auto acusatorio es un ejercicio de independencia judicial que ha merecido reacciones encontradas: a la ira previsible de Belgrado se ha sumado la de Mosc¨², mientras Clinton y la mayor¨ªa de los aliados de la OTAN respaldaban el auto acusatorio. Al firmar la orden de busca y captura, la fiscal jefe, Louise Arbour, se?ala inequ¨ªvocamente a las personas de buena fe que no se puede construir una paz duradera al margen de la justicia.
La lista de cargos considera a Milosevic y a cuatro de sus secuaces -el presidente serbio, Milutinovic; el jefe del ej¨¦rcito, Ojdanic; el viceprimer ministro Sainovic, y el titular de Interior, Stojiljkovic- responsables de planear, instigar, ordenar o favorecer una campa?a vasta y sistem¨¢tica de terror y violencia contra la poblaci¨®n civil albanesa de Kosovo. Como herramientas, las deportaciones, persecuciones y asesinatos masivos.
Milosevic ha negado durante a?os la jurisdicci¨®n del tribunal de la ONU, al que no ha entregado a los sospechosos de cr¨ªmenes en Bosnia escondidos en Serbia. Pero tambi¨¦n EE UU y Europa han hecho la vista gorda hasta ahora en su af¨¢n de preservar al dictador serbio como interlocutor. Y, visto el precedente bosnio (sobre todo los casos de Karadzic y Mladic), es m¨¢s que dudoso que el procesamiento de Milosevic y la c¨²pula pol¨ªtico-militar serbia se refleje pronto en arrestos o juicios. Pero cambia las reglas del juego para todos.
La fiscal Arbour acaba de dejar una patata caliente en manos de los aliados. No s¨®lo porque habr¨¢n de decidir si pueden negociar con un personaje perseguido por un tribunal penal de Naciones Unidas, sino porque, finalizadas las hostilidades, deber¨¢n entregar a los jueces al dictador de Belgrado. Milosevic, por su parte, no tiene desde ayer ning¨²n motivo especial para cooperar con sus enemigos. Uno de sus objetivos b¨¢sicos era forzar, junto al armisticio, su propia inmunidad. El caudillo serbio tiene poco que perder resistiendo hasta el ¨²ltimo minuto; una hip¨®tesis que acrecienta la probabilidad de que la guerra tenga que sustanciarse con una invasi¨®n terrestre de la OTAN. La decisi¨®n de La Haya imposibilita en la pr¨¢ctica que el futuro inmediato de Serbia y los Balcanes pueda ser discutido con Milosevic. Pero en Belgrado, hoy por hoy, no hay ning¨²n otro interlocutor posible.
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